El jueves pasado se firmaron convenios entre el gobierno nacional, Gerardo Morales y la Universidad de Jujuy con eje en la transición energética.
Lunes 27 de junio de 2022 09:39
Consenso extractivista
Antes de indagar en qué consisten los acuerdos-convenios e inversiones que sellaron de puño y letra Daniel Filmus, Gerardo Morales y Mario Bonillo este jueves en nuestra provincia, es conveniente brindar elementos de análisis que hacen al cuadro de situación.
En un contexto mundial convulsionado atravesado por la guerra, la crisis social y económica; la Argentina no está exenta de las determinaciones mundiales, además de los propios problemas estructurales que arrastra. A esto se le suma la crisis de deuda por el acuerdo con el FMI y el gran problema de la "restricción externa": la escasez de dólares en las reservas y nuestra economía.
¿Cómo afrontar la crisis de deuda? es una pregunta que se la hace más de uno, un interrogante que representa una urgencia, que apremia no sólo al gobierno, para que entren las divisas necesarias al país que permitan cumplir con los pagos (dólares que entran e inmediatamente salen) sino que también representa un problema para toda la clase dominante.
El ajuste producto del acuerdo ya lo estamos pagando las y los trabajadores, pero tanto el oficialismo como la derecha y aquí no hay grieta, cómo las distintas alas de la burguesía, tienen acuerdo en un plan de salida a la crisis, y es qué la manera de que entren esos ansiados dólares y la porción de la torta por las exportaciones es; la reprimarización de la economía, la entrega y transferencia de nuestros recursos naturales, por lo tanto el horizonte es profundizar las políticas extractivistas, “nuevas energías”, fracking, el agronegocio y la megaminería, vamos a dar cuenta de esto en el desarrollo.
Jujuy "pionera" de la transición energética
Lo que pasa en Jujuy con el "cambio de matriz productiva" Cauchari, Cannava, el litio y ahora el anunciado hidrógeno verde, es un esquema que el gobierno nacional reivindica y en el que Morales fue "pionero".
Por eso este jueves en el marco del Plan Nacional de Ciencia y Tecnología 2030, Daniel Filmus, Gerardo Morales y Mario Bonillo rector de la Universidad Nacional de Jujuy firmaron un convenio de cooperación con eje en la transición energética, nación invertirá 1000 millones en obras para instituciones científicas, y en Jujuy se prevé construir un Polo Científico, además de 1.5 millones de dólares para institutos de investigación en la provincia, como Inti, Inta, Conicet y Universidad, como parte de dotar de infraestructura al negocio extractivista.
Y de ninguna manera se puede estar en contra de una efectiva transición energética en el marco de una crisis climática, y las alertas que se encienden si no se bajan las emisiones de gases de efecto invernadero. Lo que pasa es que este plan que se presenta como beneficioso, hasta ahora en la provincia no ha representado ningún beneficio para las mayorías populares, pero si para las mineras que dejan cifras irrisorias en regalías y tienen todo tipo de beneficios que aumentan sus ganancias, además del contraste de las inversiones que se prevén, con el salario bajo la línea de pobreza de cientos de docentes universitarios e investigadores.
Éste pacto extractivista no sorprende en demasía, pero como docentes nos interpela a poner en debate y repensar la producción científica, la innovación, el desarrollo tecnológico, la formación y la profesionalización al servicio de qué y de quiénes está.
Filmus, afirmó que este convenio significa “federalizar la ciencia y la tecnología, poniéndola al servicio de la gente” y por esta vía “generar riqueza más democrática, apostando a la investigación básica y transformando, a su vez, el modelo productivo” y continuo: “Nuestro compromiso es que Jujuy sea una de las provincias que encabece el desarrollo científico y tecnológico en la región”, concluyó.
Por su parte Fernando Peirano titular de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, afirmó: “Necesitamos ciencia para desarrollar tecnología, y tecnología para apostar a un crecimiento nacional”. Insistiendo que la producción científica, la investigación y la innovación tecnológica son pilares fundamentales para el desarrollo federal y soberano de un país.
Estos idearios de Soberanía y Desarrollo en el marco de un pacto de dependencia y monitoreo trimestral con un organismo como el FMI que representa un nuevo mecanismo de coloniaje, es en principio contradictorio y luego resulta absurdo, la política extractivista profundiza una mayor dependencia y subordinación a capitales extranjeros y la expoliación de recursos.
En Jujuy la concesión para la extracción de litio está en manos de multinacionales de origen australiano en sociedad con Toyota, Orocobre, “Sales de Jujuy”, chino-canadienses como Exar y la más reciente, con otro capital chino, Gotion Inc.; y aunque Gerardo Morales afirme la intervención del estado a través de JEMSE en Jujuy, esta representa sólo el 8,5% de las acciones de la sociedad con Sales de Jujuy.
El Rol de la Universidad y ¿Ciencia al servicio de qué de quiénes?
Hace unas semanas en Página 12, periódico del que conocemos sus afinidades políticas, Mempo Giardinelli en una saga de artículos pone en voz alta y denuncia la pérdida de Soberanía y el "cipayaje" en las Universidades Nacionales respecto del rol que está jugando en este marco de crisis, dice lo siguiente:
"No son pocas las dudas respecto del rol de las universidades del Litoral y de Rosario, hoy inconvenientemente vinculadas a intereses extrauniversitarios relacionados con la navegabilidad y dragados del río Paraná" afirmaba en un artículo denominado, "Soberanía, universidades y empresas" del 6 de junio.
"En estos meses en que nuestra extraordinaria riqueza hídrica está a punto de ser privatizada y extranjerizada nuevamente, para exclusivo beneficio de legiones de cipayos que estudiaron en universidades públicas.(...) Sean "institutos", posgrados o simposios, sólo sirven para explotar nuestros bienes y negarnos soberanía sobre el Paraná y el Canal Magdalena. Y lo mismo sucede con el litio, el petróleo, el oro y el cobre que el subsuelo argentino tiene en cantidades fabulosas".
El consenso extractivista y las nuevas formas de coloniaje que representa la transferencia de recursos a capitales extranjeros es un plan que necesita mostrarse como pilar de desarrollo nacional, "para la gente ", en convenio con otros sectores, incluso con comunidades y pueblos indígenas, como proyecto colectivo, soberano, que trae inversiones en medio de la tormenta, e implica desarrollo técnico-científico en la misma dirección.
Aquí el rol de la Universidad en este plan es fundamental: una operación que usufructúa el prestigio y el respaldo social de ésta institución pública aún mantiene ¿quién podría creer que por los pasillos donde emana el pensamiento crítico y se produce ciencia objetiva y autónoma, se termine legitimado la entrega de recursos? El manto cientificista y con ello todos los valores epistemológicos que le otorga la Universidad al plan, es estratégico.
No es casualidad que El CIN (Consejo Interuniversitario Nacional) órgano que define los lineamientos políticos para todas las universidades nacionales, este presidida actualmente por Enrique Mammarella, ex rector de la Universidad Nacional del Litoral, la que impulso las investigaciones para la aprobación del trigo transgénico y la que afirma Giardinelli, justifica la intervención extranjera en el dragado, balizamiento y creación de terminales portuarias del Rio Paraná o la llamada "hidrovia".
Por ejemplo, la creación del trigo transgénico estudiado y desarrollado en sociedad entre la empresa Bioceres de Hugo Sigman, Conicet y la Universidad del Litoral, es un trigo manipulado genéticamente que lo hace resistente a herbicidas, pero no solo al glifosato sino al glufosinato de amonio que es un más contaminante y cancerígeno, y es lo que va a llegar nuestras mesas en diferentes tipos de alimentos, al rechazo que hubo de las organizaciones ambientales, las cadenas comerciales del trigo ( las que exportan trigo) se refirieron de la siguiente manera:
“Reiteramos que los representantes de la cadena del trigo en Argentina apoyamos la ciencia nacional, la innovación tecnológica y los servicios que se siguen realizando en nuestro país, con vocación de aportar al desarrollo económico y social, y protegiendo el ambiente”, expresaron las entidades. Y agregaron: “No tenemos dudas que el trigo HB4 no tiene riesgos ambientales ni de salud pública, y que el Senasa y la Conabia han realizado sendos estudios técnicos que así lo confirman.”
Sin embargo, Mammarella no es el único que tiene un prontuario ligado al agronegocio, recientemente se conoció la designación dentro del directorio de Conicet, al actual Vicerrector de la Universidad del Chaco Austral, Manuel García Solá, parte de la Sociedad Rural Argentina y ex ministro de Educación de Menen, me juego a decir tampoco debe ser un hecho azaroso.
A su vez, cuando Mammarella asume la presidencia del CIN, quien deja su cargo fue Rodolfo Tecchi, ex rector de la UNJu que hoy ejerce un nuevo cargo, en una nueva oficina creada por el mismo, el Consejo Social de la UNJu, un espacio de "asesoramiento" a las autoridades de la Universidad, el Concejo Social se encargaría de transmitir y trasladar las problemáticas, necesidades y propuestas de la comunidad y "los actores sociales " de las cuatro regiones de la provincia, brindándole una direccionalidad a la producción científica y a las políticas universitarias de la UNJu, ligada a los emergentes sociales, con compromiso social, colectivo y comunitario. Épico.
Pierre Bourdieu decía que la educación superior y las universidades reproducen las mismas desigualdades que existen en la sociedad, pero que ya dentro de la praxis universitaria la acumulación de “capital cultural”, desigual por condiciones de existencia, pero acumulación al fin por mérito, les da sustento a discursos de aspiración y ascenso social como sentidos comunes que se reproducen en la academia. Esta dinámica que rápidamente se presenta como discurso hegemónico, oculta el carácter de clase de la sociedad, de sí misma y del estado que hace gala de las posibilidades de acceso, como la UNJu y sus expansiones, pero que no garantiza de mínima políticas de permanencia y egreso y se presenta así, como una posibilitadora de la “igualdad de oportunidades”.
Como producto el egresado o egresada tiene dos destinos, sea bajo intereses privados sometido a una lógica mercantil más explícita o como parte del sistema público estatal. Aquí el desarrollo científico, es decir dentro de los marcos estatales, se presenta como un ámbito que se rige con criterios diferentes a la lógica del mercado, con cierta autonomía, una suerte de neutralidad y como producto de la actividad el beneficio es común.
La ciencia como sabemos trata de explicar problemas reales, no solo describe, explica, y eventualmente prevé, sino que, como práctica social, el conjunto de conocimientos que se producen en una comunidad científica, sean las universidades públicas, Conicet u otras instituciones, son altamente responsables de la direccionalidad que adopta la sociedad y un proyecto de país.
En definitiva, la Universidad es un terreno de disputa no sólo de cuerpos teóricos que pretenden en última instancia conservar la sociedad tal y como esta o pretenden cambiarla, transformarla, sino de sujetxs-clases que lleven adelante ese cometido.
Si la clase dominante con sus gobiernos tienen un plan, nosotros tenemos que poner en marcha el nuestro, con la nacionalización integral de toda la industria energética bajo la gestión de sus trabajadores, profesionales y expertos de las universidades públicas, y comunidades afectadas en los distintos territorios. Poner la producción científica, el desarrollo tecnológico, la innovación y la profesionalización, al servicio de las necesidades populares ante un contexto apremiante de hambre y pobreza, para superar una organización social hecha a medida de los empresarios y sus ganancias.