En el marco de una baja en el crecimiento económico, Piñera y cía. necesitan pasar mayores ajustes sobre las espaldas del pueblo trabajador, endurecer las medidas de las reformas estructurales. En este marco se vienen sirviendo del discurso “antiterrorista” para neutralizar a la oposición, pero no a la parlamentaria, sino que principalmente a la oposición que fue el movimiento estudiantil el 2011 que ya les desestabilizó una vez. Ahora, Chadwick intenta volver a poner el debate de la “ley antiterrorista”.
Martes 6 de agosto de 2019
Hoy, en las portadas de los principales medios, resaltaron dos noticias: la primera, que Piñera tenía la fe de que la economía podría repuntar y subir en sus índices de crecimiento; la segunda, si hay que reponer o no la ley anti-terrorista, discurso que se viene usando al menos las últimas dos semanas para buscar darle más facultades a la policía para intervenir las Universidades, incluso la diputada Hoffman (UDI) llegó a asegurar que presentará un proyecto para implementar Aula Segura en las Universidades.
Pareciera ser que Chadwick quiere poner el pie en el acelerador con su ambición de Ley Antiterrorista cuando salió a declarar que había atentados que públicamente se sabía que tenían apoyo de organizaciones internacionales, así, en general, sin ni un solo caso en específico. También apareció Cecilia Pérez apoyando a Chadwick, declarando que es un ministro “muy responsable” (?).
Más allá de estas declaraciones que son totalmente generales y desesperadas de la derecha de pasar más a la ofensiva, es notable que los últimos meses el discurso anti-terrorista ha sido utilizado principalmente contra estudiantes secundarios y secundarias, menores de edad, en particular con una brutal represión sobre el Instituto Nacional, la instalación de cámaras, el ingreso de Fuerzas Especiales hasta las salas de clases, etc., y también estas últimas semanas sobre el campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile, donde la Centro Derecha Universitaria también viene sacando rédito.
No es curioso que luego de que se bajase el paro docente -que por rol del Frente Amplio y el Partido Comunista, principalmente, se mantuvo separado de los organismos estudiantiles- el gobierno retome la ofensiva contra la juventud, quienes en su primer gobierno lo desestabilizaron, abriendo de paso no solo un cuestionamiento al gobierno de Piñera, sino que al régimen heredado de la dictadura más de conjunto.
La derecha sacó lecciones de su primer gobierno y para aumentar el crecimiento económico no piensan sacar dinero de sus bolsillos, van a cargar “el alza de la economía” sobre los hombros del pueblo trabajador, van a necesitar una reforma laboral más dura, y una tributaria y previsional a su propia medida.
Para eso van a necesitar neutralizar a la oposición, pero no precisamente a la oposición parlamentaria, que juegan a “la oposición responsable”, sino que a la oposición de las calles; necesitan dividir a estudiantes, trabajadores, profes; necesitan dar mayores facultades a las policías para reprimir con mayor impunidad, a legitimar que la policía dispare millones de pesos en bombas lacrimógenas y perdigones, esos que reciben estudiantes dentro de las universidades, que reciben funcionarios y funcionarias a quienes las autoridades de la universidad no les aseguran ni una sola mascarilla de gases, cuando ya es “de conocimiento público” que la policía está día y noche dispuesta a reprimir en Macul con Grecia, que puede entrar a la universidad de Chile o al Pedagógico, reventar ojos a estudiantes, disparar lacrimógenas al lado de salas cunas, etc.
En síntesis, la derecha para pasar sus ataques, tiene la mira puesta sobre el movimiento estudiantil, uno de sus principales oponentes en las calles. Es en estos momentos en los que se hace más necesario que esta discusión pueda ser dada triestamentalmente en los establecimientos educativos, porque va a ser utilizado para violar la autonomía universitaria más aún de lo que hoy ya se hace, y porque si no damos esta batalla para defender algo así de mínimo, más espacio tendrá el gobierno no solo para atacarnos como estudiantes, sino que nuestras condiciones de vida y las de las familias de la clase trabajadora.
Y para ello no basta con organizarse por separado en cada facultad y liceo, sino que debemos agruparnos para poder actuar en conjunto estudiantes y trabajadores, que seamos nosotres quienes traspasemos los muros de las universidades y no la policía guardiana de la herencia de la dictadura.