El pasado 7 de mayo, en el auditorio Agustín Tosco del Sindicato Luz y Fuerza, se presentó la novedad con la que Ediciones IPS inauguró su colección Ecología y Marxismo.
En el panel, estuvieron presentes Guillermo Folguera, activista socioambiental, biólogo y filósofo en CONICET UBA, Laura Vilches, dirigente del PTS, Licenciada en letras y Legisladora con mandato cumplido por el FITU y Santiago Benítez Vieyra, biólogo, Conicet, miembro del staff de Ediciones IPS y editor del libro.
La presentación recuperó algunas de las nociones centrales de la obra de Foster, a la luz de quienes tomaron la palabra, y luego se abrió espacio para un rico debate con el público. Compartimos con las y los lectores de Ideas de Izquierda las intervenciones de apertura. Aquí se puede ver el intercambio completo.
La apertura de la presentación estuvo a cargo de Benítez Vieyra quien planteó que “contra el espíritu de época de cierta resignación, esa resignación es absolutamente contraria con las urgencias que tenemos en la situación ambiental”. A su vez señaló “Esta edición sale a la luz en un momento muy particular, en el cual todas las alarmas de la crisis ambiental se encuentran encendidas. En Córdoba lo vivimos con fenómenos extremos como sequías, inundaciones e incendios, pero estas son solo expresiones locales de un fenómeno planetario donde la degradación ambiental escaló a niveles alarmantes. Presentamos este libro para poder debatir los fundamentos profundos de la crisis ecológica a la que asistimos, buscando recuperar los aportes de la perspectiva marxista no solo para entenderla sino para articular posibles salidas estratégicas a la misma”.
Por su parte, Guillermo Folguera partió de reivindicar la publicación del libro en cuanto a que aporta a pensar e interpelar en “cómo hacer para pasar de la contemplación a la transformación, una discusión central en la filosofía. En relación a las universidades remarcó que “tenemos un desafío que también nos convoca como académicos en cuanto a que tipo de formación estamos recibiendo y qué tipo de formación estamos dando”. Además, destacó al tomar una cita textual del libro que “partiendo de reconocer a Marx como un materialista práctico en cuanto a que la coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana solo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria, el libro me interpela no solo como militante sino también como profesor y como investigador en cuanto a que significaría la acción de una comunidad científica o una comunidad docente que está encabezando una etapa de quietud brutal en nuestro país con excepciones”.
Laura Vilches, a su turno, puntualizó que “creo que el libro es un aporte frente a una división típica de la modernidad capitalista, que es la división casi tajante entre las ciencias que estudian la sociedad y las que estudian la naturaleza. Creo que el libro aporta en la reflexión, haciendo un rescate de la obra de Marx y de nudos problemáticos del marxismo, para una vida más integrada a partir de pensar el problema de la alienación. Es decir, de la separación, el extrañamiento, la separación de los seres humanos bajo la forma de la sociedad capitalista de su propia vida, bajo un trabajo en el ser humano está despegado del resultado de su propio trabajo y de la comprensión del proceso de ese trabajo. (…) Ese nudo problemático es lo que también significará, en la lectura de Foster sobre Marx, la alienación del ser humano de la propia naturaleza”.
Así, entre sus muchos méritos, señalaron desde la mesa, uno de los grandes aportes del libro es reponer una dimensión del pensamiento de Marx escasamente considerada en los ámbitos académicos, dónde aún prima cierta lectura del marxismo como un mecanismo economista poco comprensivo de la dimensión ecológica. John Bellamy Foster da muchos elementos para reconstruir la aguda y compleja mirada de Marx y esboza, además, un enfoque profundo para comprender la crisis. Aportes fundamentales en la actualidad, en momentos en los que vemos crecer, sobre todo entre la juventud, una importante sensibilidad, preocupación y conciencia ambiental que demandan herramientas teóricas más profundas para sistematizar una crítica al sistema existente y plantear qué alternativas son necesarias.
Luego de las presentaciones, el debate se desarrolló en torno a cómo llevar esos aportes teóricos a las luchas cotidianas y a la práctica concreta, donde hay movimientos de resistencia de las comunidades locales, los movimientos ambientales, el movimiento de mujeres y disidencias, los pueblos originarios. Allí, el intercambio giró en torno a cómo la clase trabajadora puede plantear una perspectiva como parte de una alianza estratégica con los demás movimientos de lucha, para desarticular el corazón de un sistema capitalista que, como señala Foster, desde la misma concepción de Marx, entraña esa separación de las personas y el entorno natural, el ambiente, degradándolos a ambos. Al respecto, Santiago Benítez planteó: “Podemos tomar el siguiente ejemplo: imaginemos cómo ante la crisis energética, los trabajadores y trabajadoras de EPEC tiene mucho para decir desde su experiencia y conocimiento, y en una alianza estratégica con el movimiento ambiental, de mujeres y disidencias, la intelectualidad con herramientas y estudios también para aportar, pongan en cuestionamiento las bases de esta destrucción ambiental a escala planetaria y cuestionando las políticas extractivistas del gobierno nacional y provincial”.
Por su parte, Laura Vilches, señaló que la destrucción del ambiente y la naturaleza están en la base del mismo sistema capitalista como bien desarrolló Marx en sus estudios y recupera Bellamy Foster. “Por eso, el ejemplo de Chubut, con la entrada en escena de los trabajadores portuarios y pesqueros para tirar abajo la ley de zonificación minera fue crucial y muestra la potencialidad de la alianza entre los movimientos y la clase obrera con sus métodos. Esos ejemplos podemos verlos también en las fábricas recuperadas como MadyGraf o la ex Zanon, en Neuquén” señaló, refiriéndose a que esta última fábrica presentó hace semanas un plan de gestión de la energía y reducción de la huella de carbono, apostando a reducir el consumo energético y generar electricidad con fuentes alternativas a los combustibles fósiles, en momentos donde el ajuste del FMI impacta de forma directa además sobre los costos de la energía. “A esa alianza estratégica y su potencialidad apostamos las y los revolucionarios”, concluyó.
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