Córdoba lo hizo de nuevo, votó macrismo y le dio a la coalición en retirada un histórico 61 % provincial. El punto alto del voto a Cambiemos estuvo en el 66 % que Macri obtuvo en la ciudad Capital contra un 24 % de Fernandez, una diferencia de más del 40 %.
Jueves 7 de noviembre de 2019 22:15
Ilustración: Romina Echevarría
Con estos porcentajes, más “feudales” que propios de grandes concentraciones urbanas, se impone pensar no sólo qué expresa ese voto sino, esencialmente, la relación entre la foto electoral y la dinámica político-social. O, en otros términos, si el abrumador voto amarillo equivale a que Córdoba estará “alambrada” contra la lucha social por el próximo periodo, (como algunas voces interesadas ya dicen por lo bajo).
Vamos por partes
Es sabido que luego de la derrota de las PASO el macrismo se recompuso parcialmente y ganó, además de en CABA, en las llamadas “provincias productivas” del centro del país: Córdoba, Santa Fe, San Luis, Entre Ríos y Mendoza. El voto en la CABA casi “se explica solo”, siendo el distrito más rico del país, sobrefavorecido por la gestión macrista en materia de infraestructura y con un peso específico de una clase media y media alta consolidada como base electoral de Cambiemos (que pierde en los barrios pobres del sur).
Para comparar entre semejantes, de los siguientes dos centros urbanos más importantes de la franja centro y que cuentan con estructuras sociales similares, Cambiemos perdió en Rosario y ganó por paliza en Córdoba. Mientras en Rosario ganó en el centro y perdió en los populosos barrios del oeste y sur de la ciudad, mostrando más tendencias a la polarización social, en Córdoba ganó en casi todos los circuitos electorales de la ciudad. En términos cordobeses, Villa El Libertador votó igual que el Cerro de Las Rosas. ¿Una mesocracia mediterránea?
Si la derrota kirchnerista de 2015 a nivel nacional se explica por el pase a la oposición política de las clases medias y medias-bajas junto a sectores de la clase trabajadora, la actual derrota macrista en el país responde al mismo motivo.
Medido por nivel de ingresos, en los 4 años de Cambiemos, 2.700.000 personas pasaron de ser registradas en las estadísticas como parte de los sectores medios-bajos a ser pobres o indigentes. Lo “nuevo” en las elecciones fue la expresión política que cobró el proceso de pauperización social sufrido por los sectores medios-bajos, sumado al golpe sobre los sectores obreros que implicó el ajuste recesivo con alta inflación. Así, los mismos sectores que inclinaron la balanza para el triunfo de Cambiemos en 2015 votaron FF.
La particularidad cordobesa es que, a contramano de la tendencia general, no hubo “pase a la oposición” de estos sectores. A Cambiemos lo votó desde la clase media alta a los sectores medios-bajos, obreros y populares, un voto conservador después de 4 años de ajuste. El importante acto del “Si Se Puede” realizado por Macri en Córdoba, cuya concurrencia La Voz del Interior cifró en 70 mil personas, exhibió, si bien con amplio peso de clase media alta, esa heterogeneidad social, unida políticamente por su antikirchnerismo, (la identidad que más consenso negativo produce en la provincia).
Ya hemos analizado parte de los fundamentos sociales y políticos que explican este voto, dentro de los cuales el peso del sector sojero, las políticas de fuerte contención social, la ubicación pro-macrista del peronismo local y un régimen de gobierno marcadamente conservador resultan elementos claves.
Ver: ¿Por qué los cordobeses votan como votan? Diseccionando la rara avis mediterránea
Las pasadas elecciones ratificaron que la fortaleza del gobierno de Schiaretti es también su debilidad: su proyección nacional es el macrismo. 6 de cada 10 votos de Hacemos por Córdoba fueron a Macri presidente, y Schiaretti sólo ganó 1 de los dos diputados a los que aspiraba. Así, a su ya contradictoria posición frente al futuro gobierno de Fernández, suma una condición de mayor debilidad parlamentaria en el próximo Congreso.
También se ratificó que el fortalecimiento de Schiaretti que posibilitó el kirchnerismo local bajando su lista en las elecciones provinciales, no sólo contribuyó a profundizar el carácter conservador del peronismo local (que inició una ofensiva sobre los sindicatos), sino que, a la larga, demostró lo obvio: sólo sería aprovechado por Cambiemos, que pasó a cosechar sus votos. La “Córdoba amarilla” se construyó con los aportes de Todes, guste o no reconocerlo a la dirigencia kirchnerista para quien “hacerle el juego a la derecha” pareciera ser una suerte entelequia o una promoción sólo válida para usar contra la izquierda que defiende la independencia política.
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Equilibrio inestable
Lo que corresponde pensar es si hay un signo igual entre el voto conservador y una dinámica social conservadora hacia adelante. En primer lugar, hay que tener en cuenta que ese heteregóneo conjunto social que votó a Macri posee múltiples contradicciones internas. En Córdoba existen altos índices de desigualdad social.
Según el informe elaborado por el Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad, el 10% más rico del Gran Córdoba gana, en promedio, 19 veces más que el 10% más pobre, y la brecha muestra una tendencia creciente. A su vez, según los datos del informe del Monitoreo de Condiciones de Vida difundido por el propio Gobierno de Córdoba, la pobreza llega al 37%, de los cuales 6,8 puntos están integrados por personas indigentes.
Ver: La desocupación en Córdoba trepó al 13,1 % y es la más alta desde el 2004
En términos de cantidad, considerando los ingresos monetarios, son 612 mil las personas que se encuentran bajo condiciones de pobreza, de los que 112 mil son indigentes. La inflación golpea y amplía esta desigualdad: la Canasta Básica Alimentaria subió un acumulado del 50, 76 % en 10 meses, impactando fuertemente sobre las familias populares. Sectores de trabajadores como estatales y docentes comienzan a sentir el retraso salarial por la suspensión de la cláusula gatillo que UEPC y SEP acordaron con Schiaretti. Ni hablar de la situación de los sectores estatales bajo distintas condiciones de precarización, como trabajadores bancarios, las trabajadoras del Polo de la Mujer y de distintas dependencias que vienen organizándose y formaron una coordinadora contra la precarización laboral con demandas comunes hacia el gobierno. ¿Un anticipo de mayor conflictividad?
Como ya hemos señalado, la estabilidad que exhibió la provincia en las elecciones a gobernador era precaria. Después de una campaña centrada en la exhibición obscena de obras públicas, hoy la provincia está entre las más afectadas por la caída en la construcción, que impacta fuertemente sobre el desempleo que ya golpea en industrias, comercios y servicios. Sin grandes obras públicas activas, el sector cayó mucho más que el promedio del país, con un descenso interanual que para Junio era de 16, 9 %, es decir una pérdida de 6 mil puestos de trabajo, a los que se estima se sumarían al menos tres mil cuando se conozcan las estadísticas posteriores a la crisis cambiaria. A esto se suma una generalizada precarización laboral que entre la juventud llega al 62 %. Jóvenes sin representación sindical ni derechos laborales, que sufren más fuertemente el impacto del aumento del costo de vida.
A su vez, su sobreendeudamiento en dólares (un 94 % de la deuda total provincial) la expone ante cada corrida cambiaria, que amplía el volumen de deuda. En 2021 Schiaretti deberá afrontar el vencimiento del grueso del capital de uno de los cuatro bonos emitidos entre 2016 y 2017, lo que representa algo más de 900 millones de dólares. ¿Alguien duda de que serán sustentados a base de recortes que impactarán sobre los sectores populares?
La provincia no es ajena a la dinámica nacional, en un contexto donde la economía en su conjunto está estructuralmente condicionada por el acuerdo con el FMI, que Fernández ya se comprometió a respetar. Mientras las condiciones de vida de millones son golpeadas por el ajuste que amenaza profundizarse ante las exigencias del Fondo y los especuladores, las cúpulas sindicales peronistas ya están adelantando que su política será la del pacto social: contener cualquier intento de luchar para recomponer las condiciones salariales. Así lo expresaron Antonio Caló de la UOM, que se apresuró a reconocer que le daran tregua a Fernandez, Andrés Rodríguez de UPCN que señaló que no habrá pedido de bono navideño, Hugo Yasky, que avaló un eventual congelamiento salarial y Baradel que llamó a los docentes a comenzar las clases en marzo. Lo propio harán aquí las conducciones sindicales locales.
Adicionalmente, entre los trabajadores el voto al macrismo expresó menos adhesión al plan económico de estos años que consenso anti-kirchnerista, con lo que sus expectativas de mejorar su condición, ante la ubicación oficialista de las conducciones sindicales, puede alentar procesos de descontento y, probablemente, de lucha. De conjunto, la situación de fragilidad e inestabilidad económica producto de la grave crisis a nivel nacional puede golpear, como ya sucedió en los 90 con ataques sobre los estatales y los trabajadores automotrices, y rápidamente cambiar de conjunto la dinámica de la situación provincial.
Giros bruscos
Por mucho que impresione, quedarse sólo con la foto electoral amarilla llevará a la pasividad política y a no prepararse para posibles escenarios convulsivos, que además intentarán evitar a toda costa las corrientes encuadradas en el futuro oficialismo. No por casualidad, el propio kirchnerismo local repite una y otra vez el discurso de que “Córdoba es gorila” y no hay nada que hacer. ¿Acaso Chile no muestra que hay que prepararse para la eventualidad de giros bruscos de la situación, donde sectores heterogéneos pasan repentinamente de la pasividad política, e incluso de ser base electoral de la derecha como Piñera, a protagonizar revueltas sociales?
El ciclo de protestas que inició con los Chalecos amarillos en Francia y que hoy recorre distintos puntos del globo muestra, como señala The Economist, que “los golpes aparentemente menores al nivel de vida (un aumento del 4% en las tarifas del metro en Chile, por ejemplo) han demostrado ser la gota que colma el vaso para las personas que luchan por sobrevivir en sociedades cada vez más desiguales.”
Muchos de quienes protagonizan las revueltas son jóvenes, parte de una generación atravesada por la larga recesión capitalista desde 2008 que los empuja a trabajos y vidas precarias. En Córdoba, son decenas de miles de jóvenes los que están en esa situación. Desde el PTS-Frente de Izquierda pusimos la campaña electoral al servicio de ese norte estratégico: llegar a esos sectores de jóvenes, de trabajadores, de mujeres, planteando la necesidad de prepararnos para pelear por una alternativa propia frente a la crisis en curso.