La avalancha de emigrantes cubanos llegada a América Central en su tránsito hacia EE.UU. ha dejado al descubierto las debilidades de la integración regional y la impresión de que existe una migración de primera clase, la de los isleños, y otra de segunda, la centroamericana.
Jueves 31 de diciembre de 2015
El hecho de que los cubanos que toquen suelo estadounidense puedan quedarse legalmente en ese país gracias a la llamada Ley de Ajuste Cubano, vigente desde 1966, contrasta con la realidad de los miles de guatemaltecos, hondureños y salvadoreños que salen cada mes rumbo a EE.UU. en medio de la incertidumbre de si llegarán y, de lograrlo, si podrán permanecer y cuánto tiempo.
El pasado 15 de noviembre Nicaragua impidió el ingreso a su país de miles de cubanos provenientes de Costa Rica. El fenómeno de la migración de cubanos se vincula al deshielo entre EE.UU. y el país caribeño, que iniciaron hace poco más de un año un histórico acercamiento, ya que se abre la posibilidad de que sea derogada la política de "pies secos/pies mojados" que beneficia a los emigrantes isleños.
La decisión de Nicaragua de cerrar el paso a los cubanos desencadenó una crisis humanitaria en Costa Rica, como ha dicho el Gobierno costarricense, y otra política en el istmo, debido a las diferencias surgidas en el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) para solucionar la situación.
"La pequeña crisis de los migrantes cubanos ha destapado varias cosas: sensibilidades centroamericanas, (...) las debilidades del SICA como sistema de integración", dijo este miércoles a Efe el exembajador de Panamá en México y Belice, Nils Castro.
La situación parece haberse solventado, al menos parcialmente, con el acuerdo alcanzado el lunes en Guatemala por los países del SICA y México, de realizar en enero próximo un primer "traslado humanitario" de cubanos varados en Costa Rica, hacia El Salvador, vía aérea, de donde seguirán por tierra hacia México. Sin embargo el primer traslado solo incluye a unas 250 personas cuando hay más de 9.000 varados en Costa Rica y Panamá.
Por su parte, Panamá dijo este miércoles que negocia con sus vecinos para que los 1.000 cubanos varados en su territorio también puedan seguir por alguna ruta su camino hacia el "sueño americano".
"Hay por los menos un doble rasero: hay migrantes de primera clase y de segunda clase", afirmó Castro, al comparar la situación de la emigración cubana y la centroamericana. Gracias a la política estadounidense de pies secos/pies mojados, los cubanos "van con la bendición divina de que nadie pone en duda de que sí van a poder entrar y establecerse en EE.UU.", argumentó Castro.
Pero los centroamericanos, especialmente los guatemaltecos, salvadoreños y hondureños, "van a su riesgo", con la incertidumbre de "si pueden cruzar la frontera, y si, de cruzarla, pueden quedarse" en EE.UU., resaltó el diplomático panameño.
El presidente de Guatemala Alejandro Maldonado, pidió el pasado día 22 suspender la Ley de Ajuste Cubano, que beneficia a unos pocos, o en su defecto, ampliarla "para todos". El Gobierno de Guatemala "expresó un sentimiento generalizado en Centroamérica. Todos los migrantes centroamericanos son tratados con extremada dureza en México y también en EE.UU.", opinó Nils.
Argumentó que la cifra de más de 9.000 cubanos varados ahora en Costa Rica y Panamá "palidece" frente al número de deportados guatemaltecos, hondureños y salvadoreños desde México y EE.UU.
Hasta la primera semana de este diciembre unos 65.749 hondureños indocumentados fueron deportados desde México y Estados Unidos, según datos del Gobierno de Honduras, mientras que Guatemala cifró en al menos 92.284 los nacionales deportados de ambos países entre enero y noviembre pasado.
"En los últimos años, México está deportando con severidad a los migrantes centroamericanos. En el año fiscal que acaba de terminar México deportó más centroamericanos que EE.UU.", aseveró.