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Red Internacional
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A río revuelto... Crisis del Frente de Todos: la Iglesia juega en la interna y se despega del kirchnerismo

Víctor “Tucho” Fernández, arzobispo de La Plata y uno de los voceros de Bergoglio en Argentina, escribió en La Nación una columna donde le dice a Alberto que “queda poco tiempo”. Acusa al kirchnerismo, sin nombrarlo, de “radicalizarse más sin ver que eso sería acercarse más al abismo”. Reivindica a Macri y de paso, aprovecha para defender el aborto clandestino.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Viernes 17 de septiembre de 2021 16:32

Jorge Mario Bergoglio y Víctor Manuel Fernández

En la mañana del jueves la web del diario La Nación publicó una columna titulada “Presidente, queda poco tiempo”. El texto es encabezado por esta aclaración: “El arzobispo de La Plata, de extrema confianza del papa Francisco, hizo llegar a LA NACIÓN una crítica columna sobre las políticas sociales del gobierno de Alberto Fernández, el manejo de la pandemia y las elecciones primarias”.

Cualquier interpretación de las palabras de Víctor “Tucho” Fernández como expresión del pensamiento de Jorge Bergoglio no sólo es válida, sino que es acertada. En la Iglesia, se sabe, nadie de la talla del arzobispo platense escribe columnas en La Nación sin una consulta previa (o sin la orden directa) del papa Francisco.

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“Prioridades”

Fernández arranca diciendo que “por amor a esta Patria herida” muchos esperan (él incluído) “que el Presidente pueda revisar a tiempo su agenda de prioridades”. Y de entrada ataca con el manual católico, apostólico y romano, diciendo que al Presidente “lo hemos visto muy entretenido con el aborto, la marihuana y hasta la eutanasia, mientras los pobres y la clase media tenían otras hondas angustias”.

“En los últimos meses se vio una potente avanzada para imponer un lenguaje ‘no binario’ que en las inmensas barriadas a nadie parece interesarle”, dice Fernández, creyendo que él (desde su palacete del Arzobispado) sabe qué es lo que realmente “interesa” a amplios sectores de la población empobrecida.

El vocero eclesiástico afirma que “en plena pandemia, donde las circunstancias reclaman ocuparse de otros asuntos más imperiosos”, las ampliaciones de derechos serían temas menores. Para justificar semejante definición, debe ningunear de forma deliberada al masivo e incansable movimiento de mujeres y a la extendida lucha (a nivel mundial) de legalización de la marihuana y el fin de la criminalización del autocultivo.

El arzobispo continúa diciendo que “no debería llamar la atención la fuerte abstención de gente que no se siente representada por otras opciones políticas pero que está demasiado indignada como para ir a votar”. Pero curiosamente los “valores” de los que habla más arriba sí tenían expresiones políticas claras, como los ultraderechistas Milei, Hotton, López Murphi y demás candidatos a lo largo y ancho del país.

Enseguida “Tucho” dice que “el presidente todavía está a tiempo de dar prioridad a los grandes problemas sociales y de enfocarse mejor en la producción y en el trabajo”, en clara alusión al tópico peronista que contrapone falsamente la economía “real” a las finanzas, como si fueran dos universos separables en un sistema capitalista donde se articulan y retroalimentan.

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Lo curioso es que Fernández se anima a reivindicar a Macri para mostrarle “el camino” al Presidente. “Le conviene recordar que en las anteriores elecciones Mauricio Macri pudo recuperar en las generales muchos puntos que había perdido en las PASO” y que eso lo logró por hacer “un enorme esfuerzo de acercarse más a la gente y al menos escuchar los verdaderos reclamos”.

A renglón seguido, Fernández apunta directamente contra el kirchnerismo, aunque sin mencionarlo explícitamente. “A veces la política se confunde cuando cree que hablando de determinados temas responde a las expectativas de la sociedad, y en realidad solo está halagando a sectores minoritarios que tiene cerca. Eso no es el pueblo argentino, y los votos parecen demostrarlo. Sin embargo, algunos miembros del propio gobierno parecen pensar que la solución está en radicalizarse más, sin ver que eso sería acercarse más al abismo”.

Claramente, en la interna transformada en grave crisis política del Frente de Todos el arzobispo platense (ergo, Bergoglio), decide presionar al Presidente y a las alas derechas de la coalición gobernante para que se despeguen (¿y saquen de encima?) al kirchnerismo en medio de las frenéticas discusiones sobre posibles cambios en el Gabinete.

La estrecha relación que Bergoglio tiene con Fabiola Yáñez (miembro de la Alianza de Cónyuges de Jefes de Estado y Representantes -ALMA- y de Scholas Ocurrentes, ambas iniciativas vaticanas), obligó al arzobispo a hacer mención al olivosgate. Ésa es la parte más “dura” de la columna para con el mandatario y su entorno. “¿Quiénes no le perdonarían al Señor Presidente el mal paso de la fiestita de Olivos si lo hubieran sentido más cerca de sus reales problemas? El asunto es que trataba de ‘imbéciles’ a quienes hacían lo mismo que él”, dice. En ese sentido, afirma que “la mayoría lo votó por todo lo contrario, y la gente es demasiado sensible a ciertas cosas”.

Por último, el jerarca católico sentencia que “nuestro pueblo es generoso y es capaz de dar otra oportunidad a los que saben volver tras sus pasos y retomar el rumbo”, aunque “ya hay mucha gente cansada de esperar”.

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Santa política

Para terminar de comprender el texto de Víctor Fernández hay que considerar un elemento central de la relación entre la Iglesia católica y el Frente de Todos. Si bien nadie discute el espíritu peronista de Jorge Bergoglio, no todas las alas de la coalición oficialista le caen de la misma manera al papa. Distanciado de Massa y creyente de que el kirchnerismo tiene un barniz más “anticlerical”, el monarca vaticano tiene en Alberto y su núcleo duro a sus interlocutores más amistosos.

A lo ya dicho sobre la compañera del Presidente, hay que sumar que Fernández está rodeado de destacados chupacirios como el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia Gustavo Béliz, el diputado nacional y exembajador en el Vaticano Eduardo Valdés y el secretario de Culto Guillermo Oliveri. A ellos se suman funcionarios (especialmente del área social) que a la vez son dirigentes del Movimiento Evita, una de las organizaciones del grupo de los “cayetanos”, que también conduce Juan Grabois de la CTEP y amigo personal del papa.

Pero además de los nombres, hay que recordar que el Gobierno puso varias fichas a la capacidad de lobby de Bergoglio para ayudar a encauzar las negociaciones oficiales con el Fondo Monetario Internacional. De hecho en mayo Alberto viajó a Europa para buscar apoyos oficiales de cara al acuerdo con el FMI y una de las paradas obligadas fue Roma.

Allí el Presidente no sólo se reunió con Bergoglio y hablaron sobre las “soluciones” al problema de la deuda externa argentina, sino que el propio ministro de Economía Martín Guzmán (hoy en el ojo de la tormenta política) viajó para participar en una reunión de la Academia de Ciencias del Vaticano donde compartió charlas, café y sandwiches de miga con Kristalina Georgieva, titular del Fondo.

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De aquel encuentro también participó nada menos que John Kerry, funcionario del presidente estadounidense John Biden, quien además tuvo una cita especial con Fernández, Guzmán y el canciller Felipe Solá donde toda la conversación estuvo cruzada por los ruegos de la comitiva argentina para que la administración demócrata acompañe al Gobierno en su negociación con Georgieva.

Y si eso no fuera suficiente, hay otro elemento de peso para que el arzobispo de La Plata haya publicado ese “ultimátum” al Gobierno a través de La Nación. Es la propia relación de la Iglesia católica argentina con el Estado, que en términos de financiamiento y de integración institucional el peronismo garantiza como ninguna otra fuerza política.

Tal vez Bergoglio y su ladero “Tucho” se hayan convencido de que la Iglesia debía sentar posición en esta crisis luego de ver cómo varios de los exponentes “estructurales” del peronismo se alineaban con Alberto a medida que Cristina y sus alfiles presionaban al Presidente tras la derrota del domingo.

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Después de que gobernadores peronistas, la conducción de la CGT, varios intendentes del conurbano bonaerense y hasta el excandidato presidencial del kirchnerismo y actual embajador en Brasil Daniel Scioli enviaran apoyos públicos al Presidente, los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina seguro sintieron la necesidad de mostrar su alineamiento.

Y ahí acudió presto “Tucho”, el exrector de la UCA de excelentes relaciones con lo más “pesado” del PJ y también con referentes de Juntos como María Eugenia Vidal. Es que si hay una institución especializada en obtener ganancias pescando en río revuelto, es la Iglesia. En todo caso, que la columna haya sido difundida por La Nación es un detalle menor. Lo importante es que las huestes de Bergoglio decidieron meterse de alguna manera en la interna del Frente de Todos. Business are business.

Nota al pie: Tucho Fernández es, también, un consecuente encubridor de curas denunciados por graves abusos sexuales a menores de edad


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc

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