¿Qué pasa cuando la violencia sexual es parte del terrorismo de Estado? Un libro de Leila Guerriero recupera la historia de Silvia Labayrú y las detenidas de la ESMA. La vigencia de las denuncias del movimiento feminista sobre el accionar del Estado.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 16 de febrero de 2024 09:47
· El sábado 10, Roberto Fontevecchia entrevistó a Silvia Labayrú en Perfil. La charla se dio a propósito del libro La llamada de la escritora Leila Guerriero (sale en marzo, ya se publicó en España) sobre la historia de Silvia. Recorre varios temas, entre ellos su detención en la ESMA y la causa sobre crímenes sexuales de la que fue denunciante (con Mabel Zanta y María Rosa Paredes).
· Silvia Labayrú dice en otra entrevista que “las violaciones fueron parte de un plan común en muchos de los campos como forma de arrasamiento de la subjetividad de las secuestradas. Éramos un botín de guerra”.
· En 2006, durante el juicio contra Miguel Etchecolatz, Myriam Bregman (diputada del Frente de Izquierda y abogada querellante de ese juicio que terminó en cadena perpetua) ya decía que “la violencia sexual implementada como parte del terrorismo de Estado, debe integrarse en la figura de genocidio”.
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· Suena obvio pero recién en 2021 hubo una condena por delitos sexuales como parte de crímenes de lesa humanidad. En ese juicio, Jorge “Tigre” Acosta y Alberto “Gato” González fueron sentenciados a 24 y 20 años por abusos y violaciones de mujeres detenidas. Y recién en 2022 la Corte Suprema sentó un precedente con el fallo Martel para no excluir las violaciones en los juicios por crímenes de lesa humanidad.
· El uso de la violencia sexual por parte del Estado continuó en democracia. Hay dos ejemplos conocidos:
· Uno es la represión de San Salvador Atenco (México) en 2006, cuando el expresidente Enrique Peña Nieto era gobernador del Estado de México. El pueblo de San Salvador Atenco se movilizaba en defensa de sus tierras y durante la represión varias mujeres denuncian vejaciones sexuales y que fueron violadas por policías. En 2018, la Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó al Estado por esas violaciones y solicitó una reparación.
· Otro más reciente es Chile. En medio de la represión a las protestas de 2019, varias activistas denuncian abusos sexuales de efectivos de las Fuerzas Especiales, Carabineros y militares.
· Entre los testimonios se repite que las detenidas fueron desnudadas, les tocaron los genitales, los pechos, les metieron la punta del fusil en la vagina, les dijeron que las iban a violar y a matar.
Violencia y disciplinamiento
· El “disciplinamiento de género” fue y es parte de la violencia estatal. El Estado utiliza esas formas de disciplinamiento porque todo el mundo las reconoce y funciona a la vez como una forma de legitimación de esa violencia patriarcal.
· Si existen causas relacionadas con este tipo de violencias es porque existe la movilización de las mujeres, por debates y discusiones que habilitan movimientos como el feminista y la lucha contra la impunidad, entre otros.
· Por eso me parece interesante que vuelva a abrirse discusiones, con esta entrevista a Silvia Labayrú o el libro de Leila Guerriero y que vuelvan en un contexto como el actual, con un gobierno que tiene una vicepresidenta como Victoria Villarruel que defiende a los militares, se respira negacionismo y mano dura.
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· También me interesa rescatar este problema porque en los discursos antifeministas, como los de Milei, suele “tolerarse” como “causa aceptable” es luchar contra los femicidios. Pero la lucha contra la violencia de género es mucho más compleja e incluye al Estado.
· Marzo es un mes cargado de fechas simbólicas, pero me parece una buena oportunidad para recordar que el feminismo o la lucha contra la impunidad no es folclore, es política y es en serio.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.