En estos últimos días en Neuquén la institución policial tomó un notorio protagonismo a partir de un “atentado” a la casa del subjefe de la Policía Raúl Liria. No está claro aún de dónde provinieron las balas, pero todo indicaría que se trata de una “interna policial” en la que las balas se las tiran entre los propios uniformados. Interna política del partido provincial no resuelta, interna policial de los que están a favor de la sindicalización de los de azul, son algunas de las hipótesis que se escuchan en los medios de comunicación y que el propio MPN y el gobernador Sapag tratan de utilizar a su favor, como las olas a las que favorece el viento.
Martes 16 de septiembre de 2014
Sin dudas este tipo de acciones le sirven al Gobierno para reafirmar una institución que viene siendo cuestionada por los sectores populares por su historial de ataque, violencia y persecución. Por eso no cabe mucha duda de hacia dónde se va a dirigir el ataque y la “investigación”. Ya el propio gobernador afirmó: “Esto nos anima aún más para fortalecer una institución policial jerarquizada y disciplinada con los valores de fortaleza, disciplina y al servicio de la comunidad. Lo que quieren con estos hechos es amenazar a toda la sociedad neuquina y no lo vamos a permitir".
Un “historial de violencia”: los violentos son ellos
La Policía neuquina tiene en su haber una gran historia de violencia y represión. La violencia policial existe aun cuando en el discurso legal se oculte o se la niegue y se hable de una “institución al servicio de la comunidad”, ya que una de sus funciones primordiales es la de disciplinar a ciertos sectores de la sociedad, así como también mediante la represión directa se sostiene claramente el sistema social imperante y la defensa de políticas de Gobierno.
El rol de la Policía de Neuquén en la última dictadura militar en la zona fue muy importante, siendo parte de los operativos de secuestro y desaparición. Sin embargo, a la fecha no ha sido juzgado ni un solo integrante de la Policía de Neuquén en los juicios que se llevan adelante en la zona por delitos de lesa humanidad. La gran mayoría de los policías que actuaron en dictadura continúan siendo parte de la fuerza. Esto es innegable, como también lo es que esa misma impunidad sostiene la impunidad de hoy.
En su historial en Gobiernos constitucionales está el asesinato aún impune de Teresa Rodríguez. Detenciones ilegales, torturas en cárceles y comisarías pasaron a ser cuestiones cotidianas. Siete personas perdieron un ojo a raíz de balas policiales en la provincia de Neuquén en los últimos diez años, entre ellos el joven obrero ceramista Pedro Alveal, que fue baleado y perseguido por motoristas de la Policía, recibiendo sesenta y cuatro impactos de balas de goma y el estallido de su ojo izquierdo, y en el año 2007 fue esta Policía la que llevó adelante la represión a los docentes que culminó con el asesinato por la espalda con una pistola lanzagases del docente Carlos Fuentealba.
La misma Policía que, entre otros asesinatos, mató al joven Matías Casas el 22 de julio de 2012, y menos de seis meses después al adolescente de catorce años Braian Hernández. Estas últimas dos muertes por gatillo fácil fueron en el marco de que el gobernador Sapag había incrementado su Plan de Seguridad, que en concreto significó mayor cantidad de policías y una gran inversión en móviles policiales para “el control del delito”. No puede llamarnos la atención que con la excusa de este “atentado” quieran relegitimar a esta institución para seguir atacando a los trabajadores y al pueblo pobre, como hicieron hace pocos días con la represión a familias que exigían vivienda en el barrio Melipal.
Esta Policía de hoy sin dudas es hija y heredera de la de la dictadura, y existe tal cual es porque la necesitan para el sostenimiento del status quo de la sociedad tal como está planteada: la gran mayoría debe aceptar que una minoría viva a su costa. Mediante la represión y la violencia policial es como intentan contrarrestar la movilización popular que cuestiona la desigualdad social, la exclusión. Para ello, echan mano a los mismos discursos estigmatizantes de siempre: por ello, cuando los de arriba se disparan, los de abajo estemos alerta.