Finalmente se anunció la cuarentena para las ciudades de Antofagasta y Mejillones, que se suman a Comunas de la Región Metropolitana y otras. Lejos de cumplir con el reclamo popular, se trata de una cuarentana donde lo primero que se resguarda, como en todo el país, son las ganancias capitalistas con la continuidad de trabajos no esenciales como la minería, la industria y el puerto.
Domingo 3 de mayo de 2020
El anuncio se hace luego de que aumentara la cantidad de contagios en la región y la exigencia popular de que se tomen medidas, en especial Mejillones y la población la Cachimba. La realidad es que el contagio venía aumentando en los últimos días en la región. Para poner un ejemplo, la cantidad de contagiados es casi la misma que en la Región de Bio Bio, donde viven más del doble de personas que en la Región de Antofagasta. No parece ser casual que sean las comunas obreras de la Región Metropolitana y ahora la ciudad minera, industrial y portuaria de Antofagasta, donde más crecen los contagios.
El gobierno venía con un discurso triunfalista para asegurar que se detuviera lo menos posible la economía. Hablando de “nueva normalidad” y abriendo el comercio para que las grandes tiendas pudieran seguir ganando. Pero en los últimos días, los casos de contagiados se dispararon, quedando claro que ese discurso era totalmente falso e interesado.
El intendente Blanco adelantó lo que se venía. En conferencia de prensa dijo “estamos forzados a congelar nuestra región por una semana al menos… parece que no entendiéramos la gravedad de lo que está pasando” dijo como un padre que reta a su niño. De esta manera se hacía parte de la campaña del gobierno, los empresarios y la derecha para culpar a la población por el aumento de los contagios. Este discurso es comparable con las campañas que hacen supuestamente contra la contaminación ambiental, donde responsabilizan a las personas por tirar un papel en la calle, cuando siempre se supo, y estas semanas se confirmó, son las grandes empresas las que producen el daño ambiental.
Esa política no tiene nada de ingenua. Culpando a la gente de a pie, no sé pone en cuestión la continuidad de trabajos no esenciales, con la enorme concentración de trabajadores y tránsito, como son las mineras, los puertos, la industria y el transporte que se utiliza para llegar a las faenas. Consecuente con esto “la cuarentena” se restringe al perímetro urbano, y ya se están emitiendo los salvoconductos para que miles de trabajadoras y trabajadores vayan a sus puestos de trabajo. La ganancia capitalista, jamás entra en cuarentena. Esta cuarentena en Antofagasta no es más que la expresión de la política general del gobierno que privilegia las ganancias de los empresarios frente a la salud y la vida de los trabajadores, con su absurdo toque de queda nocturno y la obligación de trabajar durante el día a riesgo de contagiarse.
A pocos kilómetros de las minas y las fábricas produciendo saturadas de trabajadores, el resto de la población estará encerrada en sus casas, pidiendo permisos diarios, con control policial y militar, para poder hacer los tramites y tareas más elementales. Para los sectores más pobres, que viven en los campamentos, que por lo general se sostienen con ingresos diarios, esta cuarentena será una tortura, hacinados y sin agua potable, con peligros de incendios como se vio la semana pasada y sin poder salir a conseguir su sustento diario.
La población venia exigiendo una cuarentena para su propio cuidado, para que esto sea efectivo es necesario el cese de los trabajos no esenciales para la vida diaria y para combatir el virus, asegurar test masivos para identificar los lugares de riesgo, cuestión que se negaron durante todo este tiempo; evitar los despidos y rebajas salariales en casos de suspensiones, garantizar un ingreso mínimo equivalente a la canasta familiar, para todos aquellos que no tengan trabajo formal. Nadie puede dejar de percibir un ingreso menor a 500 mil pesos.
Nuestra región cuenta con una enorme capacidad productiva y tecnologica, que podría reconvertirse y producir bajo el control de los trabajadores, para enfrentar mejor la pandemia.
Este tiempo debería ser utilizado para invertir seriamente en la salud pública que se encuentra al borde del colapso. Sin embargo, la política del gobierno es la contraria, votan una ley de suspensiones sin ingreso, no ponen ningún obstáculo contra los despidos masivos, mientras dan a las empresas ayudas de todo tipo y no invierte casi nada en salud. En el colmo permiten que empresas que se acogen a la ley para no pagar salarios, repartan sus ganancias entre los accionistas, como el propio caso de LATAM, vinculada a Piñera.
Esta forma de cuarentena es la continuidad de la política pro empresarial del gobierno de Piñera, Mañalich, Karen Rojo, Paulina Núñez, Edgar Blanco. La oposición también levantó el reclamo de cuarentena sin exigir el cese de los trabajos no esenciales y por tanto el cuidado de decenas de miles de trabajadores y sus familias.
Contra ello, exigimos el cese de las tareas en los lugares no esenciales, tests masivos, aumento de presupuesto para la salud, prohibición de despidos y rebajas salariales, un ingreso mínimo para toda la población y centros logísticos de abastecimiento para las poblaciones más precarizadas, garantizando alimentación, agua y medicamentos.
El déficit que provoque el cese momentáneo de sectores no esenciales como la minería, puede ser cubierto perfectamente por un impuesto excepcional a las grandes fortunas, empezando por las mineras que solo el año pasado embolsaron 14.000 millones de dólares, pagando un misero royalty del 5% o menos. Solo las 10 familias más ricas del país acumulan un patrimonio personal de 36.200 millones de dólares. Lo que esta en cuestión es si protegerá la vida de miles de trabajadores y sus familias, o las ganancias de este puñado de multimillonarios.
Que la crisis la paguen los grandes millonarios, no los trabajadores y el pueblo.