Hoy se cumplen 65 años, desde que las mujeres pudimos votar por primera vez en México, sin embargo hay un largo camino por recorrer en la lucha contra el patriarcado.
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Joss Espinosa @Joss_font
Viernes 3 de julio de 2020
De 1848 a 1948, las mujeres a nivel internacional dieron una lucha por el reconocimiento del voto femenino, encabezado por el llamado movimiento sufragista. Durante este periodo, se consiguieron avances parciales, con derecho al voto femenino restringido, ya sea a mujeres blancas, o de la clase alta, o solo podían votar aquellas que estaban casadas.
El movimiento sufragista estaba encabezado por un feminismo burgués, compuesto mayoritariamente por mujeres de la clase alta, que veían que sus maridos podían votar pero ellas no. Esto en un momento en el que el voto era solo un derecho de los hombres propietarios, es decir aquellos varones que no tenían propiedades, no podían votar.
En este entramado, hay dos experiencias de las que no se habla, que consiguieron el voto femenino y voto universal, en primer lugar en 1871 en la comuna de París, en la que las mujeres alcanzaron la igualdad ante el Estado con respecto a los varones. Y la segunda en 1917, en la Revolución Rusa en la que las mujeres conquistaron el derecho a votar y a ser votadas. Ambos ejemplos mostraron que era posible avanzar en este derecho (y en otros), sin embargo estos no querían cederse por parte de las democracias burguesas.
Es hasta 1948, que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se contempla al sufragio femenino como un derecho universal.
Pese a lo anterior, el voto femenino en México es aprobado hasta 1953 bajo el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, con solo un voto en contra. Sin embargo fue hasta el 3 de julio de 1955, hace 65 años, que las mujeres participaron por primera vez en las votaciones.
Un largo camino de lucha…
Este derecho no se concedió de la noche a la mañana, o por la simple voluntad del gobierno en turno. La lucha por el sufragio femenino en México se remonta a 1916, en el Primer Congreso Feminista realizado en Yucatán que tuvo como una de sus exigencias el voto femenino.
En 1917, Hermila Galindo, partidaria de Venustiano Carranza, realizó una marcha al congreso Constituyente en Querétaro, para exigir el voto femenino, pero este no aprobó la petición.
Previo a la aprobación a nivel federal, las mujeres conquistaron el derecho al voto en Yucatán en 1923, San Luis Potosí en 1924 y en Chiapas en 1925, pero era un voto restringido a las elecciones estatales y municipales.
En la lucha por el sufragio femenino, destacan nombres de mujeres como Elvia Carrillo Puerto, quien fue una de las tres primeras mujeres electas para un cargo público, siendo parte del cuerpo legislativo de Yucatán en 1923, junto a Beatriz Peniche y Raquel Cícero.
En 1937, Lázaro Cárdenas, presento una iniciativa para el voto femenino, y aunque fue aprobada, fue echada atrás bajo el argumento de que las mujeres podían votar bajo la influencia de la Iglesia o de sus maridos.
En el gobierno de Miguel Alemán, a través del Diario Oficial de la Federación, se anunció el 17 de febrero de 1947, el derecho a votar de las mujeres, pero únicamente para elecciones municipales.
Es hasta diciembre de 1953 que se aprueba el voto femenino para todas las elecciones, y en 1955 que se ejerce por primera vez.
Aunque las mujeres tenían derecho a votar y ser votadas, es hasta 1982 que una mujer contiende por la presidencia de México. Fue Rosario Ibarra de Piedra, luchadora por los derechos humanos y candidata por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que obtuvo un 1.82 % de los votos.
…y lo que falta
Esta historia muestra, como muchas otras, que a las mujeres las democracias burguesas no nos han regalado nada. Todos y cada uno de los derechos obtenidos hasta ahora, han sido producto de la lucha, la organización y la movilización de las mujeres, junto a otros sectores.
Aunque el derecho al voto y a ser votadas, tiene como resultado hoy el primer congreso paritario, esta victoria parcial no ha implicado conquistar el conjunto de las demandas y cambiar la situación de raíz.
Pese a la “representación femenina” en las cámaras de diputados y de senadores, incluso a la cabeza de Estados, municipios y alcaldías, esto no ha sido un cambio sustancial en la vida de las millones que viven día tras día la precarización y la violencia.
A 65 años del voto femenino y mientras se muestra como grandes avances lo conquistado hasta ahora, 24.4 millones de mujeres viven en situaciones de pobreza extrema y 42.6 millones tienen un ingreso bajo.
Sumado a esto, la situación de violencia se exacerba ya que a diario son asesinadas entre 10 y 11 mujeres y niñas, y derechos elementales como el aborto, nos siguen siendo negados.
Pareciera que el movimiento de mujeres hoy se encuentra a la defensiva, luchando si por la ampliación de derechos, pero sobre todo luchando para que no nos asesinen. A seis décadas y media del voto femenino, queda claro que la única alternativa es luchar por arrancarle todos los derechos posibles a esta democracia burguesa, pero siendo estos, pasos importantes para avanzar en una perspectiva anticapitalista y patriarcal.
Una perspectiva que no olvide las luchas del pasado, y reconozca la posición en la que estamos ahora, pero que no se contente con lo conquistado al día de hoy. Una perspectiva socialista y revolucionaria que junto al conjunto de la clase trabajadora, conquiste no solo “la igualdad ante la ley” sino la igualdad ante la vida, y sobre las ruinas de este sistema de miseria, construya un nuevo mundo en el que vivamos plenamente.
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