En el número 44 de la revista Ideas de Izquierda presentamos una reseña del libro de Alexander Anievas y Kerem Nisancioglu [1] How the West Came to Rule publicado por Pluto Press en el año 2015. En 2018, la revista marxista británica Historical Materialism (Volumen 26, Tema 3) publicó una serie de artículos de polémica a propósito del libro, en el que participan diversos autores como Neil Davidson, Charles Post, entre otros, y está coordinada por Maïa Pal. En esta nota daremos cuenta de algunos puntos de ese debate, principalmente centrados en la discusión acerca de la pertinencia del uso de la Teoría del Desarrollo Desigual y Combinado (TDDC) para comprender la transición del feudalismo al capitalismo y el ascenso de Europa Occidental al centro de la política mundial, es decir para un período previo al que León Trotsky originalmente planteó [2]. Desde ya, es sumamente auspicioso que se exista un debate al rededor de la teoría que el revolucionario ruso desarrolló, teoría que además tiene implicancias estratégicas. Discutir la actualidad y alcances de la TDDC es también reflexionar sobre los objetivos y tareas por las que tenemos que pelear los socialistas en el siglo XXI.
El planteo de Neil Davidson
La TDDC se opone por el vértice a una concepción lineal y evolutiva de la historia. Para eso, analiza cómo el desarrollo de las fuerzas productivas se da de forma desigual, tanto entre formaciones sociales (algunas se desarrollan más, y más rápido que otras) como al interior de ellas (algunas ramas más que otras), haciendo que esta desigualdad de desarrollos se combinen en una misma época histórica y en una misma formación social, dando lugar a muchas formas combinadas. En los países atrasados pueden desarrollarse partes de su economía que compitan con las más avanzadas a nivel mundial, sin haber pasado por todas las fases de desarrollo previas. Por ejemplo, la Rusia zarista combinaba un atraso generalizado en el campo con algunos sectores de la industria muy avanzados que se habían constituido de la mano de la inversión del capital extranjero.
Como desarrollamos en el artículo anterior [3], Anievas y Nisancioglu plantean extender este concepto más allá del momento histórico para el que Trotsky lo pensó, como ya explicamos en el artículo anterior. En el segundo capítulo de su libro, dedicado exclusivamente a la TDDC, desarrollan su perspectiva acerca del alcance histórico del concepto y discutiendo explícitamente con los que critican su postura plantean las tres diferentes formas en las que se puede usar la TDDC:
Primero, puede verse como una ontología del desarrollo humano –esto es, como una serie de determinantes generales, abstractos, destacando una condición general confrontada con todas las sociedades más allá de su contexto histórico–. Segundo, puede actuar como una metodología o una serie de coordenadas epistemológicas derivadas de la previa afirmación ontológica básica, que informa qué material histórico puede ser considerado (“causalmente”) significante, y como ese material se relaciona con el resto. Sin embargo, estas asunciones ontológicas generales y epistemológicas tomadas por sí mismas no constituyen una teoría como tal –al menos no en el sentido marxista del término–. Es decir, la teoría solo es posible en un nivel histórico más específico en el cual las coordenadas ontológicas y epistemológicas de estudio se conectan con categorías más determinadas, más concretas. […] En tercer lugar, el desarrollo desigual y combinado también refiere y teoriza procesos históricos concretos, sean estos de época o coyunturales [4].
Una posibilidad sería considerar que este planteo de los autores equivale a decir que la TDDC opera como “una ley científica de la más amplia aplicación en el proceso histórico” [5] en el sentido que Novack lo planteó. Sin embargo, no es así. Novack pretendió extender el concepto no solo a toda la historia humana sin mayor distinción entre una época histórica y otra, sino que también la pensó como una ley presente en la naturaleza. Contrariamente, los autores del libro afirman que el desarrollo desigual y combinado es un fenómeno “transmodal”, es decir que trasciende los modos de producción y no transhistórico.
En este libro, examinamos las distintas dinámicas históricamente, escalas y formas del desarrollo desigual y combinado en no menos de cinco modos de producción: nómade, tributario, feudal, esclavista y capitalista. Como demostramos, cada uno de estos modos generó muy diferentes formas de desigualdad y combinación, evitando cualquier forma de teorización suprahistórica. Más aún, las variadas interacciones entre estas sociedades modalmente diferenciadas produjeron una multiplicidad de amalgamas sociológicas, representando modalidades de desarrollo enteramente nuevas cuyas “leyes de movimiento” eran mucho más que la suma de sus partes, rechazando cualquier tipo de esquema clasificatorio puro [6].
En oposición a esta visión y más allá de la discusión acerca de la abstracción, Davidson propone no utilizar el concepto de Desarrollo Desigual y Combinado para períodos previos al dominio del Modo de Producción (MDP) Capitalista, para los cuales propone la noción de “hibridez”. Precisando más, plantea que el desarrollo desigual es un proceso genuinamente transhistórico, pero no es desigual y combinado. Si bien no niega el hecho de que las sociedades humanas se hayan interrelacionado siempre entre ellas a través de la conquista, el comercio y la migración o simplemente la copia, estas interrelaciones han resultado en formas radicalmente diferentes dependiendo del período histórico en el cual ocurren y consecuentemente no pueden ser subsumidas todas sus variantes bajo una única “abstracción general”. Esta abstracción a la que refiere es la TDDC planteada por Trotsky.
La inmensa diferencia entre el capitalismo industrial y las formas sociales previas significó que, desde el momento en que el primero fue introducido, la combinación se volvió posible de una forma que no había sido posible previamente; pero el dinamismo estructural del capitalismo industrial comparado con modos de producción previos también significo que la combinación se convirtió en inescapable, en tanto todos los aspectos de la sociedad existente registraron el impacto, en diferentes grados, de estos modos de explotación radicalmente nuevos (los destacados son del autor).
Y aquí la cita continúa con un pasaje realmente interesante donde culmina la argumentación:
¿Por qué esto importa? El punto de Trotsky era que las áreas menos desarrolladas producto del desarrollo desigual y combinado solo podrían “destrabarse” a sí mismas al punto de producir avances importantes, solamente en áreas muy específicas; pero eran incapaces de reproducir la totalidad de la experiencia de aquellas avanzadas. (…) Estas sociedades estaban atrapadas en una condición de permanente tensión entre lo arcaico y lo moderno, que Trotsky pensaba que solamente la revolución permanente podía resolver. Nada de esto aplica previo a la emergencia del capitalismo [7].
Encuentro interesante esta argumentación de Davidson en tanto se propone captar la especificidad de la teoría conceptualizada por Trotsky en su sentido histórico concreto (con su consecuente implicancia estratégica).
La postura de Charles Post
Otro autor que fue parte del debate fue Charles Post. Ya en el sugerente título de su artículo, “The Use and Misuse of Uneven and Combined Development” se ubica en el campo de aquellos que limitan el uso de la TDDC solo para la época imperialista. Parte del acuerdo general que hay en torno a un desarrollo desigual de la historia humana, pero siguiendo a otro autor [8] plantea que decir eso es simplemente describir algo obvio, que las sociedades existen en la pluralidad, pero que eso ni explica la dinámica de las combinaciones entre sociedades ni ofrece ninguna explicación de la desigualdad o de las diferencias entre sociedades.
El proceso por el cual grupos más atrasados se apropian de los métodos productivos de los grupos más avanzados no llevó a la “combinación” [en el período precapitalista] –la introducción de la relación capital-trabajo asalariado y el sistemático desarrollo de la productividad del trabajo a partir de dispositivos de ahorro de tiempo de trabajo– antes del advenimiento de la producción capitalista industrial. Esas formas de interacción entre sociedades no generaron sociedades capitalistas, cuyas habilidades para la guerra descansaban sobre un crecimiento relativamente continuo de la productividad del trabajo. La geopolítica precapitalista no conllevó un sistemático desarrollo económico en esas sociedades incorporando nuevos métodos de producción. La competencia político-militar entre formaciones sociales precapitalistas tendió a debilitar el desarrollo económico por el relativo estancamiento del desarrollo de la tecnología de mejora de la productividad del trabajo antes del capitalismo. En pocas palabras, la interacción geopolítica antes del capitalismo reprodujo y profundizó el desarrollo desigual [9].
Post argumenta que la combinación solo es posible una vez que el desarrollo desigual “se cruza” con la lógica del capital a nivel mundial. La competencia capitalista crea continuas redefiniciones de las condiciones de producción. Algunos capitales, ramas, regiones y sociedades son capaces de adaptarse a los instrumentos y métodos de producción más avanzados, otros se ven obligados a mantener fuerzas productivas más atrasadas. La competencia capitalista, por lo tanto, concentra procesos de trabajo avanzado en algunas áreas (desarrollo combinado), mientras envía las menos avanzadas a otras áreas (desarrollo desigual). Contrariamente, previo al imperialismo la desigualdad de desarrollos tendía a estancar el desarrollo de las fuerzas productivas y no a combinarlas.
Una discusión pertinente
A modo de conclusión, si bien hay un aspecto de la teoría que parte de comprender todo el desarrollo de la humanidad como un desarrollo dialéctico, y es cierto que sin esta premisa no podemos comprenderla en su totalidad, la teoría da cuenta de una especificidad histórica. Solo bajo el capitalismo se ha alcanzado la unificación del mundo bajo el dominio de un MDP que pone en relación de interdependencia al conjunto de las formaciones sociales. Aunque mucho antes de la época imperialista hubo tendencias a la conformación de un sistema mundial (al principio como sistemas regionales) solo a fines del siglo XIX y principios del XX los cambios cuantitativos (en cuanto al crecimiento de la interdependencia mundial) se volvieron significativos como para plantear un salto cualitativo: la conformación de un sistema mundial capitalista con naciones imperialistas opresoras y naciones oprimidas. La TDDC, entonces, busca captar de un modo dialéctico la dinámica histórica que abrió la etapa imperialista. Me parecen sumamente interesantes los contrapuntos planteados alrededor del libro de Anievas y Nisancioglu. En este artículo solo hemos podido reseñar algunos aspectos que tienen que ver con debates que están teniendo lugar acerca del imperialismo y las relaciones internacionales. Lejos de ser una discusión por fuera de la situación mundial actual, la TDDC y la comprensión de la época imperialista adquieren una importancia vital cuando estamos presenciando la crisis de hegemonía de la principal potencia imperialista, Estados Unidos.
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