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Red Internacional
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OPINIÓN. ¿De qué estamos Orgullosos?

De nuestra historia. De nuestra vida como jóvenes LGTBI pese al largo y turbulento camino que ha sido y sigue siendo ser abiertamente homosexual, pero por encima de todo de voltear la cabeza hacia el pasado y reconocer una larga e infatigable historia de luchas y resistencias.

Marta Clar Barcelona | @MartaClar1

Domingo 28 de junio de 2015

La última marcha del Orgullo 2015, se ha dado en el marco de algunas conquistas importantes a nivel mundial. Hemos visto cómo se reconocía el derecho al matrimonio igualitario en Estados Unidos o Irlanda, pese a los insistentes intentos por evitarlo de la derecha reaccionaria aliada de la casta eclesiástica más casposa que ha llegado a calificar la conquista de este derecho como una “derrota moral para la humanidad”. En otros países, se ha reconocido la Unión de Hecho para parejas homosexuales, Ecuador.

También hemos visto cómo el reclamo por la igualdad se hacía cada vez más masivo en países donde gobiernos homofóbicos siguen impidiendo la libertad de miles de gays, lesbianas y transexuales. Como en Chile, donde hubo más 50.000 personas reclamando al gobierno de Bachelet que apruebe la Ley de Identidad de Género, en Serbia donde pese a las amenazas de la derecha homofóbica y contando con más de 150 heridos la vez anterior, la vez pasada SÍ hubo marcha por la igualdad, o en Perú donde miles de personas se manifestaron exigiendo la Unión Civil.

Pero no todo es alegría, son muchos y muchas las compañeras que han sido discriminadas, agredidas y asesinadas por renunciar a una vida de mentiras y sufrimientos en el closet. Son los casos de Taja Gabriel, asesinada por ser negra y transexual en manos de la policía homofóbica y racista de Estados Unidos, Ekatherina Komenko asesinada por ser públicamente lesbiana en San Petersburgo, Nikolái Alekséyev activista homosexual ruso brutalmente apaleado por un grupo de radicales ortodoxos, Lahcen y Mohsine pareja homosexual marroquí, condenados a prisión por besarse públicamente, Christelle Nangnou que tuvo que marcharse de Camerún por ser lesbiana, Leonela y Camila con tan solo 12 y 16 años respectivamente se suicidaron a consecuencia del bullyng homofóbico que sufrían en casa y en su colegio en Argentina, Luis Osorio fue apaleado en Chile por los guardias de seguridad de una discoteca simplemente por ser homosexual, Rachel Bryck, chica transexual se suicidó en Nueva York como consecuencia del acoso transfóbico, o Devin Norman jóven norteamericano fue golpeado por el hecho de ser gay. Sus nombres son tan solo unos pocos de una extensa lista.

La homofobia siempre duele y en casos extremos, para nada excepcionales, también mata. Y si algo dejan claro estos trágicos acontecimientos es que ningún joven LGTBI está a salvo de la homofobia, nuestros compañeros y compañeras están siendo discriminados, golpeados y asesinados en cualquier parte del mundo. Lamentablemente también en aquellos lugares en los que se condena la homofobia, incluso en aquellos en los que existen leyes para protegernos o asegurar la igualdad.

El legado de Stonewall: un movimiento LGTBI internacional y de izquierda

Ya hace casi 50 años de aquella noche de barricadas en Stonewall que marcaría un antes y un después en la lucha por los derechos LGTBI y que cada 28 de Junio recordamos y reivindicamos durante las jornadas del Orgullo.

No sólo por la magnitud de la violencia que tuvo lugar durante aquella jornada en la que la resistencia contra las persecuciones y redadas que la policía llevaba a cabo contra personas homosexuales se alargó durante varios días, sino también por haber marcado el inicio de la lucha organizada de las personas homosexuales.

El Frente de Liberación Gay, constituido al calor de aquella lucha se convirtió en el primer grupo organizado abiertamente homosexual que luchaba por la visibilización de la homosexualidad dándole a esta lucha un amplio contenido de izquierda. Considerando que la liberación homosexual sería imposible en los marcos del capitalismo y el patriarcado, el FLG sentó las bases para la formación de un movimiento LGTBI que integrara las luchas contra las minorías raciales y las guerras imperialistas como Vietnam y logró extenderse más allá de las fronteras, creando grupos aliados en Gran Bretaña y Alemania. Pese a su pronta disolución, hoy es más necesario que nunca recoger ese legado y continuar la pelea por la construcción de un movimiento internacional e independiente de los gobiernos capitalistas, que en alianza con otros movimientos contra el capitalismo y el patriarcado sea capaz de levantar la bandera de la liberación sexual.

Día a día, vemos cómo los gobiernos capitalistas sentados sobre las bases del patriarcado y en alianza con las distintas castas religiosas discriminan y persiguen a millones de homosexuales en todo el mundo, ya sea mediante la imposición de leyes abiertamente homofóbicas como en Rusia o en Camerún.

Con una indulgencia hipócrita frente a las agresiones en aquellos países en los que sus “leyes por la igualdad” se quedan en mera retórica formal, como en el Estado Español,pese a contar con leyes que castigan la discriminación homofóbica y estar legalizado desde hace años el matrimonio igualitario, el 40% de los crímenes de odio son por razones de orientación sexual. O en Argentina donde ni el matrimonio igualitario ni la Ley de Identidad de Género han conseguido evitar que el 80% de las personas LGTBI hayan sido objeto de algún tipo de agresión vinculada a su orientación sexual.

Es por todo esto que sabemos que no podemos tener ninguna confianza en que la liberación de la sexualidad vendrá de la mano de quienes a día a de hoy la siguen impidiendo. Es decir, de los capitalistas que legitiman las relaciones de opresión.

Tan solo con la pelea de un amplio movimiento capaz de imponer mediante la lucha en las calles nuestras demandas de igualdad real con total independencia del Estado capitalista, que retome demandas tan importantes como el derecho a la propia identidad de género, el acceso a la salud, el trabajo y la no discriminación.

Una serie de demandas que tan solo podrán conseguirse golpeando de la mano de la clase trabajadora, la única clase realmente interesada en acabar con la explotación capitalista y el patriarcado, que hoy provoca la muerte y la desigualdad de las personas LGTBI en todo el mundo.