Presentamos a continuación el comentario de Patrick Bond, investigador residente en Sudáfrica que publicó varios trabajos sobre los BRICS y el subimperialismo, a un artículo reciente de Esteban Mercatante, “Desarrollo desigual e imperialismo hoy: una discusión con David Harvey”, publicado en este semanario.
Se agradece mucho la intervención de Esteban en un debate de larga data sobre si el desarrollo desigual ha modificado la geopolítica imperialista y los patrones de acumulación de capital. Pero para proporcionar una devolución semicrítica (con la aclaración de que hice mi doctorado sobre desarrollo desigual en Zimbabwe bajo la supervisión de Harvey), no creo que las categorías binarias en las que se apoya tengan los matices suficientes para abordar el desarrollo desigual, y especialmente el desarrollo desigual y combinado.
Falta una categoría que es crítica, la de “subimperialismo”, un concepto que desarrolló Ruy Mauro Marini en las décadas de 1960-1970 para explicar la ubicación de Brasil como un sheriff de Washington no solo en términos políticos, sino también en relación a la trayectoria local de una acumulación de capital superexplotadora. Harvey formuló el concepto informalmente a inicios de los 2000, en El nuevo imperialismo. Creo que se equivocó al no invocarlo en el debate con John Smith de hace unos años, especialmente en la Review of African Political Economy. Mi crítica se puede leer acá.
La posición de Esteban:
En este sentido, el de que esta “periferia” se ha convertido en un espacio receptor de capitales en mayor escala, que va de la mano de un aumento de la inversión realizada por capitalistas locales (y en China sobre todo de las empresas públicas), y al mismo tiempo aumentó su peso en la generación de capitales exportados hacia otros países, es que podría considerarse válida la afirmación de Harvey sobre una reversión parcial en el drenaje de riqueza histórico [...] algunas economías crecen y acumulan “a expensas de otras”, y que las que se vienen mostrando más dinámicas en materia de crecimiento de PBI, de las exportaciones manufactureras o de la inversión extranjera, no se encuentran en el “centro”, sino en –un sector más bien acotado de– la periferia.
Este “sector más bien acotado” incluía, antes del Covid-19, a varias economías del bloque Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica, lo que ayuda a explicar por qué, a pesar de la retórica en contrario, esta formación se alinea estrechamente con el imperialismo cuando se trata de amplificar el daño hecho por las empresas multinacionales, el FMI, el Banco mundial, la Organización Mundial del Comercio, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático e incluso la FIFA (recordemos quién nutrió a Sepp Blatter en 2010, 2014 y 2018). Mi coeditora de BRICS: An Anti-Capitalist Critique, Ana García de Río, y yo, discutimos esto con economistas políticos de la Universidad de York.
Esteban:
Si tomamos como bloque al conjunto de los países dependientes (catalogados habitualmente por las agencias multilaterales como países “emergentes” y “en desarrollo”, o “de ingreso medio” y “pobres”, etc.), estos siguieron “drenando” riqueza hacia los países ricos durante las últimas décadas.
Pero estos países pobres y medianos rara vez pueden actuar como “bloque”, porque son demasiado distintos en términos de la división global del trabajo que se ha configurado, en la que Occidente ha cedido gran parte de su papel principal en la extracción de excedentes de la periferia a las corporaciones semi-periféricas, especialmente de los BRICS. Eso significa que muchas de las formas más perniciosas de relaciones extractivistas y de superexplotación se dan entre el medio (como correa de transmisión de productos para los ricos) y los pobres. Hay dos libros nuevos que tratan de esto: BRICS and Resistance in Africa).
Esteban:
Nos basábamos para esto en el estudio “Financial flows and tax havens: combining to limit the lives of billions of people” (Flujos financieros y paraísos fiscales: combinándose para limitar las vidas de miles de millones de personas) que reconstruye el resultado neto de flujos financieros globales lícitos e ilícitos –“ayudas al desarrollo”, remesas de salarios, saldos comerciales netos, servicios de deuda, nuevos préstamos, inversión extranjera directa (IED), inversiones de cartera y otros flujos–.
Desafortunadamente, esa metodología en particular subestima enormemente el daño causado como parte del drenaje de riqueza más amplio de Sur a Norte, porque ignora el intercambio ecológico desigual, que en mi definición resaltaría el drenaje de recursos naturales no renovables agotados de los países pobres a las economías de ingreso medio y ricas. En África, estos flujos salientes van mucho más allá de los flujos financieros mencionados anteriormente y son responsables de una deducción adicional de riqueza de Sur a Norte por valor de USD 150.000 millones al año en promedio. El Banco Mundial incluso admite esta escala de intercambio desigual al tener en cuenta el agotamiento de los recursos no compensado. Samir Amin señaló este problema a partir de 1972, y ha sido una de las ideas centrales de la economía ecológica, especialmente avanzada por Herman Daly.
Esteban:
... en los últimos 20 años cambió el peso relativo de los países ricos (imperialistas) y el resto del mundo en la recepción de inversión extranjera directa (que es aquella que se destina a emprendimientos productivos, ya sea iniciándolos desde cero o adquiriendo participación en empresas locales) de estos países, y, en menor medida, en la emisión que se origina en ellos hacia otros países […] Hoy muchos países “emergentes” y “en desarrollo” también exportan capitales, es decir, que sus residentes realizan inversión extranjera directa. La mayor parte de ella tiene lugar en otros países “emergentes” y “en desarrollo”, pero también se dirige hacia las economías desarrolladas.
Aquí es donde se vuelve vital reconocer partes del “Norte global” que se encuentran en sitios de acumulación subimperialista, tales como donde he residido en los últimos 30 años: Johannesburgo, Sudáfrica. Esta no es solo una ciudad con sucursales, sino una donde las industrias extractivas voraces han operado desde la década de 1880, cuando la mitad del oro del mundo se descubría bajo tierra, a veces a 4 km de profundidad. Y la acumulación de capital que se produjo aquí no fue solo en el circuito de JP Morgan (cofundador de la minera Anglo American) sino que también implicó una burguesía patriótica blanca que, hasta principios de 1990, cuando Nelson Mandela salió de la cárcel, estaba perfectamente feliz de utilizar esta ciudad como su base de operaciones. En 1999, hubo una fuga masiva de Anglo, De Beers y muchos otros de la firmas líderes de la Bolsa de Valores de Johannesburgo, principalmente a Londres.
La pregunta crítica, aquí, es si la semiperiferia (no la periferia) está exportando capital (y devolviendo dividendos), y si esto se debe a que los países de esta categoría, liderados por China, están experimentando crisis de sobreacumulación en sus propias economías. Donde vivo, Sudáfrica, este problema ha sido agudo (aunque de intensidad variable a lo largo del tiempo) desde la década de 1980, y ha llevado a repetidos impulsos de girar capital hacia el exterior. El ejemplo más formidable fue hace exactamente un año cuando la empresa más grande del continente africano (con diferencia), Naspers, de repente comenzó a reubicar la mayor parte de su riqueza (una inversión del 31 % en la empresa china de TI Tencent) a Amsterdam, en vista de la incapacidad de la empresa para recircular capital de manera rentable en Sudáfrica.
Esa sobreacumulación y exportación de capital, a su vez, significa que la tasa a la que el capital local obtiene dividendos del exterior, en comparación con el capital extranjero que obtiene dividendos de Sudáfrica, ha sido relativamente alta, alrededor del 60 %, aunque en ninguna parte el nivel de economías imperialistas como Estados Unidos, que alcanzó el 215 % en 2015-17. Un cuadro (de este libro) le da una idea de las proporciones, ya que las economías imperialistas, subimperialistas y periféricas tienen capacidades diferenciales para retener o atraer excedentes:
Esteban señala que:
La fragmentación de los procesos de producción y la dispersión internacional de tareas y actividades dentro de estos ha llevado a la emergencia de sistemas de producción sin fronteras –que pueden ser cadenas secuenciales o redes complejas, y que pueden ser globales, regionales o abarcar solo dos países. Estos sistemas son las comúnmente llamados cadenas globales de valor.
Afortunadamente, estas cadenas están en retirada, como parte de una desglobalización general del capital productivo que incluye comercio / PIB, IED / PIB y relaciones entre finanzas transfronterizas y PIB. En 2007, las cadenas de valor mundiales alcanzaron un máximo de más del 28 % de la producción del capital productivo, pero en 2018 se redujeron al 22 %. Ahora se está realizando mucha más localización.
Aquí tengo algunas breves conferencias preliminares sobre los procesos: 2000-19 - Economía mundial; Década de 2010, deglobalización; Los BRICS.
Espero que el estimulante artículo de Esteban tenga una buena circulación y los debates resuenen.
Traducción: Esteban Mercatante
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