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Debates e influencias cruzadas en el IV Congreso de la Internacional Comunista

POR LAS REVISTAS: JOHN RIDDELL

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Fotomontaje: Juan Atacho

Debates e influencias cruzadas en el IV Congreso de la Internacional Comunista

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En marzo se cumplió el centenario de la fundación de la Internacional Comunista. Hoy presentamos una traducción exclusiva de un trabajo de John Riddell sobre un aspecto de ella, su Cuarto Congreso, que tuvo lugar a fines de 1922. Riddell es un especialista en el tema, habiendo compilado, desde el año 1983 hasta la actualidad, nueve volúmenes que contienen las actas completas de las sesiones de los congresos y conferencias de los primeros años de la Internacional Comunista. Estos documentos fueron traducidos por el propio Riddell y un equipo de colaboradores desde varios idiomas distintos al inglés, facilitando enormemente su acceso para militantes e investigadores del mundo entero. Además, escribió los trabajos introductorios a cada uno de estos volúmenes y a sus distintos capítulos, así como también proporcionó numerosas aclaraciones y notas al pie explicativas en los mismos documentos. Tomamos el siguiente artículo de la versión original que su autor publicó en su blog como “The Comintern in 1922: The periphery pushes back”. El último volumen publicado por Riddell, junto con Mike Taber, sobre los plenarios del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista entre 1922 y 1923 es The Communist Movement at a Crossroads: Plenums of the Communist International’s Executive Committee, 1922-1923, publicado por la colección de libros de la revista Historical Materialism, Brill, 2018.

La página personal de John Riddell es johnriddell.wordpress.com

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Hasta hace poco compartía la opinión generalizada de que el Partido Bolchevique ruso sobresalía, como fuente de grandes iniciativas políticas, por encima de los demás miembros de la Internacional Comunista de los orígenes. Sin embargo, mi trabajo en la preparación de la edición en inglés del Cuarto Congreso de la Internacional Comunista, celebrado a finales de 1922, me llevó a modificar este punto de vista [1]. En una serie de cuestiones estratégicas de peso previas al congreso, los partidos de vanguardia, especialmente el Partido Comunista de Alemania (KPD), desempeñaron un papel decisivo en la revisión de las propuestas del Comité Ejecutivo y en la configuración de los resultados del Congreso.

Cuando traduje la primera página de este congreso, no estaba muy lejos de la opinión de Tony Cliff, quien, refiriéndose al período 1921-22, se refería al “atraso extremo comparativo de los dirigentes comunistas por fuera de Rusia”. Tenían una “actitud acrítica hacia el partido ruso”, que se erguía como “un gigante entre enanos”, según afirmaba Cliff [2].

Duncan Hallas escribió que la Internacional Comunista no logró “emancipar al alumno de la excesiva dependencia del maestro” [3].

Los historiadores hostiles a la tradición de la Tercera Internacional presentan un punto de vista similar, aunque consideran que la influencia bolchevique no solo no contribuyó, sino que fue desastrosa.

En los últimos años, una nueva generación de historiadores ha centrado la atención en la dinámica de los partidos miembros de la Internacional Comunista, haciendo hincapié en la influencia de sus bases obreras y la relativa autonomía de los partidos. Kevin McDermott y Jeremy Agnew sostienen la opinión, ampliamente compartida por estos historiadores, de que “la estrategia se definía en Moscú, pero las tácticas, hasta cierto punto, podían ser elaboradas sobre el terreno por los propios partidos” [4]. Sin embargo, los resultados del Cuarto Congreso sugieren que, al menos en 1922, la influencia de los partidos de vanguardia se hizo sentir en la determinación no solo de las tácticas nacionales sino también de la estrategia internacional. Voy a repasar cinco cuestiones en las que esta influencia es evidente.

• La resistencia al fascismo.

• Las demandas transicionales.

• El gobierno obrero y campesino.

• El frente único antiimperialista.

• La problemática del frente único en su conjunto.

La resistencia al fascismo

Cinco días antes de que comenzara el congreso, el líder fascista Benito Mussolini tomó el poder en Italia, después de dos años de violencia fascista alentada por el Estado contra el movimiento obrero. El fascismo era algo nuevo, pero la violencia de la derecha era una amenaza conocida. La vanguardia obrera en Italia puso en pie un prometedor movimiento nacional de grupos de autodefensa, llamado Arditi del Popolo. Lamentablemente, tanto el Partido Comunista italiano como el Socialista denunciaron a los Arditi y prohibieron la participación de sus militantes en esos grupos. Los comunistas italianos se oponían en principio a participar en grupos de autodefensa que no fueran organizados por su propio partido.

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En Moscú, Nikolai Bujarin persuadió al Ejecutivo de la IC para que escribiera a los camaradas italianos llamándolos a participar en los Arditi. Sin embargo, el partido italiano no tomó en cuenta este consejo y el Ejecutivo dejó de lado el asunto. En el Cuarto Congreso, los dirigentes bolcheviques no dijeron nada sobre la necesidad de resistir a los ataques fascistas, mientras que el presidente de la IC, Grígori Zinóviev, elogió la conducta del partido italiano como digna del “capítulo más importante” de un “manual de política para los partidos comunistas” [5]. Este sorprendente apoyo confirmó los temores de Paul Levi cuando se formó el partido italiano: el Ejecutivo se había convertido en prisionero del curso ultraizquierdista de los italianos.

Fue el partido alemán el que tomó la iniciativa de corregir este error. Dos días antes de la sesión de apertura, adoptó una moción que instruía a su delegación a “instar a una campaña internacional contra el fascismo, en sus diferentes formas”. Esta necesidad fue planteada durante el transcurso del congreso por varios delegados de Alemania, Suiza y Checoslovaquia. Sin embargo, el debate no se llevó a cabo en sesiones plenarias o comisiones. No fue sino siete minutos antes del final de su resumen sobre la cuestión italiana que Zinóviev cambió inexplicablemente de rumbo, acusando al partido italiano de “grandes errores” con respecto al fascismo [6]. “Debemos convertirnos en una vanguardia de toda la lucha antifascista” e involucrarnos con “fuerzas confusas” como los Arditi, dijo. Zinóviev no llegó a apoyar un frente único antifascista, pero el Ejecutivo adoptó e implementó tal política poco después del congreso.

En resumen, las dos posiciones en disputa sobre la defensa antifascista fueron planteadas por los italianos y los alemanes; el Ejecutivo vaciló entre unos y otros.

Demandas de transición

Nuestro segundo ejemplo de influencia de los partidos de vanguardia, el concepto de demandas de transición, dominó la discusión del programa en el congreso. Las demandas de transición, como explicó León Trotsky más tarde, apuntaban a “ayudar a las masas en el proceso de la lucha diaria para encontrar el puente entre las demandas actuales y el programa socialista de la revolución”. El concepto fue adoptado por el Tercer Congreso de la IC en 1921, sobre la base de que los comunistas deben ofrecer “más que el mero programa de la dictadura del proletariado”. Las demandas típicas de transición, en el contexto alemán, eran el gobierno obrero y el control obrero de la producción [7].

A mediados de 1922, el Ejecutivo de la IC comenzó a trabajar para desarrollar un programa para la Internacional. Bujarin se opuso a la inclusión de demandas de transición en el programa sobre la base de que se referían a asuntos meramente tácticos. El dirigente checo Bohumir Šmeral, y Clara Zetkin del partido alemán, abogaron por su inclusión, y el debate se remitió al Cuarto Congreso.

En el congreso, Bujarin reiteró su opinión. Un segundo informe, del comunista alemán August Thalheimer, abogó por la inclusión de demandas de transición en el programa, haciendo hincapié en los peligros de una “separación entre los principios tácticos y los objetivos”, una característica de la Segunda Internacional “que abrió la puerta a su descenso hacia el oportunismo” [8]. Unos días más tarde, los dirigentes bolcheviques apoyaron la posición de Thalheimer, al igual que el congreso, con la disidencia de los delegados italianos.

Los dirigentes del partido alemán se habían ganado un repudio abierto de un líder bolchevique sobre una cuestión de principios.

Gobierno de los trabajadores

En otro lugar escribí sobre la demanda del gobierno obrero, así que me limitaré aquí a cómo surgió en los debates del Cuarto Congreso. Al comenzar el congreso, se presentaron dos interpretaciones de esta demanda. Una de ellos, defendida por Zinóviev, la dirección italiana y una minoría del partido alemán encabezada por Ruth Fischer y Arkadi Maslow, sostenía que el término “gobierno obrero” era simplemente un seudónimo de la dictadura del proletariado similar a la de la Rusia Soviética. La otra, presentada por el dirigente de la IC Karl Radek, la mayoría del partido alemán, y sus aliados en los partidos vecinos, entendían un gobierno obrero como “uno de los posibles puntos de transición a la dictadura del proletariado”, cuyas tareas podrían incluir “armar al proletariado... introduciendo el control [obrero] de la producción, trasladando la carga principal de los impuestos sobre los ricos”, etc... [9].

Hubo un debate paralelo sobre la idea de Zinóviev de que el Partido Laborista en Gran Bretaña podría constituir un gobierno obrero. La delegación alemana presentó una enmienda que pretendía refutar las ilusiones en este sentido.

La parte de las Tesis sobre táctica que tratan estos temas fueron el texto más repetido y exhaustivamente reescrito en las resoluciones del Congreso. El proyecto que se aprobó finalmente [10], que hasta ahora no estaba disponible en inglés, reflejaba las opiniones de la mayoría del partido alemán sobre los puntos en disputa.

Un alineamiento de fuerzas similar tomó forma alrededor de las diferencias sobre cómo aplicar la política de frente único que la IC había adoptado un año antes. La mayoría del partido alemán estaba a favor de entablar negociaciones, cuando fuera el momento indicado, con los líderes de los partidos y sindicatos socialdemócratas. La minoría alemana y sus aliados criticaron estos esfuerzos y subrayaron la necesidad de construir un frente único “desde abajo”. Los partidos italiano, checoslovaco, polaco, francés, británico y estadounidense participaron activamente en el debate. Una vez más, Radek hizo un bloque con la mayoría alemana; Zinóviev estaba más cerca de las opiniones de la minoría. La resolución final adoptó una posición intermedia, reconociendo los puntos planteados por ambas partes.

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El frente único antiimperialista

El Cuarto Congreso también adoptó un llamado a un frente único antiimperialista en los países coloniales y semicoloniales, dirigido a “la movilización de todas las fuerzas revolucionarias”, incluidas las que se encontraban fuera de la clase obrera, en “una lucha duradera y prolongada contra el imperialismo mundial” [11].

El término era nuevo, pero el concepto había sido aprobado en el Segundo Congreso de la IC en 1920, con su llamado a apoyar a las fuerzas nacional-revolucionarias de las colonias. También apareció en el posterior Congreso de los Pueblos de Oriente en Bakú; una respuesta a los movimientos nacionales revolucionarios de toda Asia para que se vincularan con la revolución dirigida por los bolcheviques en Rusia.

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En el Cuarto Congreso, la necesidad de un frente único antiimperialista fue expresada por primera vez por el delegado indio M. N. Roy. Tan Malaka, de las Indias Holandesas, habló del éxito de su partido al forjar un acuerdo con los antiimperialistas islámicos, y pidió que la IC apoyara una alianza con las fuerzas panislámicas. Tahar Boudengha, de Túnez, se hizo eco de este llamamiento y también denunció el chovinismo de los miembros del partido francés en Argelia. Dos delegados negros de Estados Unidos llamaron a construir un movimiento revolucionario entre los negros de todos los continentes. Muchos delegados de Asia denunciaron la inadecuada atención a la liberación colonial por parte de los partidos de las metrópolis y en el propio congreso de la IC.

La respuesta de los delegados bolcheviques no fue uniforme. G.I. Safarov, dirigente del trabajo asiático de la IC, protestó por la “pasividad” mostrada sobre este problema por parte de “un sector considerable” del Congreso, mientras que Radek desestimó las quejas, diciendo que “el interés en los partidos está ligado a sus actos” [12].

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Las resoluciones del Congreso incorporaron propuestas de los delegados coloniales sobre varios puntos clave.

Una interpretación alternativa

Los hechos que he relatado pueden ser interpretados de manera diferente, viendo a los dirigentes bolcheviques como los actores centrales. Después de todo, los bolcheviques dieron los informes principales del congreso; Zinóviev y Radek dominaron el transcurso de las sesiones. En el congreso se escucharon llamados a un mayor centralismo, más autoridad para el Ejecutivo de Moscú.

Ciertamente, en todas las discusiones principales, vemos una interacción entre los líderes bolcheviques y los representantes de los partidos de vanguardia. Sin embargo, hay cuatro razones para considerar a los partidos de vanguardia como la fuerza más dinámica en este trabajo conjunto.

1. Los dirigentes de la IC casi nunca se refirieron a la experiencia bolchevique o a citas de los líderes bolcheviques en los debates políticos. Incluso donde había antecedentes obvios de determinada política en el historial bolchevique, rara vez se los mencionaba.

2. Las divisiones en la IC no se relacionaban con ninguna diferenciación perceptible dentro del Partido Bolchevique.

3. En casi todos los debates importantes, los líderes bolcheviques que trabajaban en la IC estaban divididos. Además, sus alineaciones no eran consistentes; cambian con el tiempo y según el tema.

4. Las acciones del Ejecutivo de Moscú sobre los temas que hemos discutido, muestran lo que Jean-François Fayet ha llamado “ambigüedad persistente” [13].

Depende mucho de cómo interpretemos el papel de Radek. Aquí Fayet, su biógrafo, resume bien su papel: Radek defendió la autoridad del Ejecutivo, pero políticamente defendió la consigna del frente único desarrollada en colaboración con Paul Levi. Como decía el propio Radek, cuando los obreros de Stuttgart formularon por primera vez la idea del frente único: “Si hubiera estado en Moscú, ni siquiera se me habría pasado por la cabeza” [14].

Clara Zetkin hizo más o menos lo mismo un mes después en una conocida carta a Lenin. El Comité Ejecutivo de la IC estaba “demasiado aislado” para hacer algo más que “reconocer las grandes líneas del desarrollo”, dijo [15]. Seguramente, los puntos de vista en disputa, a favor y en contra del frente único, sólo podrían haberse desarrollado en el fragor de la lucha.

Un patrón más amplio

Los desacuerdos relacionados con el frente único y temas afines se remontan a 1920, el año en que la IC realmente comenzó a funcionar. Durante este año, el auge revolucionario de la posguerra en Europa comenzó a menguar. Muchos obreros comunistas creían que una ofensiva renovada, con mayor audacia, podría triunfar. Este estado de ánimo fue formulado por primera vez por Bela Kun y otros exiliados húngaros. Otros, con Paul Levi a la cabeza, buscaron contrarrestarlo con una estrategia que permitiera a los comunistas ganar el apoyo masivo necesario para la victoria. Estas corrientes, ambas endógenas al movimiento obrero europeo por fuera de Rusia, brindaron el impulso para las ideas que se debatieron en Moscú.

Finalmente, con respecto a nuestro panel de hoy. Los principales defensores de la política de frente único en Alemania –Levi, Zetkin, Heinrich Brandler, Ernst Meyer, August Thalheimer, Edwin Hoernle, Fritz Heckert, Erich Melcher– todos habían sido camaradas de Rosa Luxemburg en la Liga Espartaco durante la guerra. Su historial sugiere que, incluso después de la expulsión de Levi, la preocupación de Luxemburg y los espartaquistas por fortalecer lazos con las amplias masas obreras siguió siendo una fuerza creativa dentro de la IC.

Este documento de trabajo fue presentado como parte del panel sobre el movimiento comunista internacional en la Octava Conferencia Anual de la revista Historical Materialism en Londres, Inglaterra, el 10 de noviembre de 2011.

Traducción: Guillermo Iturbide


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NOTAS AL PIE

[1John Riddell, (ed.) 2012, Toward the United Front: Proceedings of the Fourth Congress of the Communist International, 1922 (de aquí en adelante TUF), 1922, Leiden: Brill.

[2Tony Cliff, 1979, The Bolsheviks and World Communism, en Lenin, Vol. 4, Londres: Pluto Press, pp. 54-7.

[3Duncan Hallas, 1985, The Comintern, Londres: Bookmarks, p. 71.

[4Kevin McDermott and Jeremy Agnew 1997, The Comintern: A History of International Communism from Lenin to Stalin, New York: St. Martin’s Press, pp. 24–26.

[5TUF, pp. 105-8.

[6TUF, pp. 1053-4.

[7León Trotsky, 2017, El programa de transición y la fundación de la IV Internacional, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP “León Trotsky”; Internacional Comunista 1921, Protokoll des III. Kongresses der Kommunistischen Internationale, Hamburgo, Verlag der Kommunistischen Internationale, pp. 475-6; Alan Adler (ed.), 1980, Theses, Resolutions and Manifestos of the First Four Congresses of the Third International, Londres, Ink Links, p. 286.

[8TUF, 479-80, 497-8 (Bujarin); 510-15 (Thalheimer).

[9Internacional Comunista 1922, Bericht über die Tätigkeit des Präsidiums und der Exekutive der Kommunistischen Internationale für die Zeit vom 6. März bis 11. Juni 1922, Hamburgo: Carl Hoym Nachf., p. 123 (Zinoviev); TUF 167 (Radek); 1159-62 (resolución).

[11TUF, p. 1187.

[12TUF, pp. 720, 735.

[13Jean-François Fayet, 2004, Karl Radek (1885-1939): Biographie politique, Berna: P. Lang, p. 352.

[14Pierre Broué, 2005, The German Revolution 1917-1923, Leiden: Brill, p. 469. [N. de T.]: de próxima publicación en castellano por Ediciones IPS-CEIP).

[15Ruth Stoljarowa and Peter Schmalfuss (eds.) 1990, Briefe Deutscher an Lenin, 1917-1923, Berlin, Dietz Verlag, 215.
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