Sobre Itinerarios militantes, de Martín Mangiantini (Bs. As., Imago Mundi, 2018).
Aspecto general de la obra
En un abordaje historiográfico bastante inédito en su dimensión, Martín Mangiantini se propone reconstruir el derrotero de las diferentes corrientes conducidas por Nahuel Moreno (PRT, PRT-La Verdad, Partido Socialista de los Trabajadores) en el período de 1965 a 1976. Para realizar esta investigación recurrirá a distintas y amplias fuentes, entre ellas una extendida bibliografía sobre estos años y las principales organizaciones intervinientes en el seno de la izquierda, periódicos partidarios, documentos de la corriente morenista y varias entrevistas a quienes fueron militantes durante ese tiempo, como Ernesto González, Juan Carlos Coral, Nora Ciaponni, entre otros.
Siendo un período bastante prolongado el que el autor estudia, y tomando también en cuenta aspectos anteriores del recorrido de esta corriente en el período de Palabra Obrera, el autor comienza con la confluencia entre Moreno y los hermanos Santucho y pasa por los principales hechos de un período en el que el ascenso de la radicalización obrera y de sectores medios pondrán en jaque a la clase dominante, que sólo logrará frenarlo con el genocidio de clase iniciado en el 76. Es en este contexto que el autor estudiará el derrotero del Morenismo, asumiendo que el estudio y la bibliografía sobre las corrientes que se reivindicaban trotskistas en este período son mucho más escasos que los de otras como la izquierda peronista (Montoneros) o guevarista (PRT-ERP).
La principal hipótesis que guía esta obra plantea que
… esta corriente buscó convertirse en una propuesta política ideológica que se desarrolló en el seno de un sector de la militancia obrera y juvenil refractaria al peronismo, a las diferentes expresiones de la “izquierda tradicional”, como así también a las organizaciones político militares [1].
Con este objetivo, el autor buscará aportar a lo largo de la obra los rasgos identitarios y distintivos del Morenismo en su práctica política al calor de los acontecimientos.
La disputa por la clase obrera
El análisis más exhaustivo está centrado en la inserción de esta corriente en el movimiento obrero, donde Mangiantini, mediante entrevistas a militantes partidarios de ese período, buscará recrear como esta corriente se proponía ingresar al mundo fabril. En ese marco, varias anécdotas reflejadas en las entrevistas reflejan el ingenio para entrar en contacto con el mundo obrero. En ellas, aparecen relatos como el de Aldo Casas:
Una anécdota que circulaba del Vasco Bengochea de una fábrica textil, Alpargatas debía ser (…) no había forma de entrar porque eran todas mujeres, no se podía volantear porque te echaban a la mierda (….) entonces Bengochea fue y se descompuso frente a la puerta, entonces fueron las compañeras, lo cuidaron, llamaron a la ambulancia, entonces después hizo contacto y relaciones con 2 o 3, después el volvió a agradecerles. Se contaba eso como ejemplo de que no había forma de no entrar a una fábrica [2].
Este es un ejemplo que refleja uno de los métodos por los que esta corriente buscaba con audacia tomar contacto con sus objetivos en el mundo obrero. Esta búsqueda constante tuvo resultados, generando concentración de trabajo político en determinados sectores (como bancarios, la industria automotriz y la metalúrgica) y la intervención en conflictos obreros de gran envergadura como la huelga portuaria del ‘66 y el “Villazo” en 1974, tanto a nivel de inserción, como en participación externa. Por ejemplo, en relación a la huelga portuaria, mediante el Boletín de informaciones del PRT, el autor extrae:
El cro Flor. de Avellaneda, militante obrero de gaseosas, se volcó a fondo a trabajar durante la huelga portuaria. No bien “agarró” la línea se largó solo a formar una Comisión sin conocer a nadie en la villa elegida. Consiguió formarla. Para consolidarla, dada la debilidad de los cros se volcó full-time para estar permanentemente al pie del cañón. ¿Resultado? Extraordinario, cuatro portuarios ya captados, otros tantos por captar y un gran prestigio político y personal [3].
El autor mostrará cómo esta construcción no estará exenta de contradicciones. Una esencial será determinada tendencia por parte de esta corriente hacia el sindicalismo, es decir desligar la lucha sindical de la lucha política. En ese marco, el autor detalla “las dificultades para lograr que las numerosas relaciones sindicales forjadas en los ámbitos laborales se transformaran, a su vez, en vínculos políticos y a partir de ello, en la posibilidad de un crecimiento partidario” [4].
Para pensar la cuestión sindicalista, un punto importante para la reflexión, además de las cuestiones del mundo fabril cotidiano, es la política sobre sectores de la clase obrera argentina con una identidad abrumadoramente peronista, sobre lo cual en determinadas circunstancias históricas asumirá diferentes tácticas para converger. Durante el período 1957-62, si bien no es el período estrictamente estudiado, será descripta en el libro la política de entrismo de Palabra Obrera (La organización de Moreno en ese entonces) sobre el Peronismo, más particularmente sobre las 62 Organizaciones. Ello lo justificará mediante una aplicación oportunista de la táctica del entrismo planteada por Trotsky en los años ‘30 [5]. A partir de ello ingresará a las 62 Organizaciones y realizará un llamamiento a votar por Frondizi en las elecciones presidenciales del ‘57.
Sobre la construcción en distintas identidades políticas
La última parte del libro tomará, reconociendo que la principal construcción de esta corriente es sobre la clase obrera, la intervención del morenismo sobre otros sujetos, esencialmente la juventud estudiantil, y la política sobre el activismo en los derechos de la mujer y la diversidad sexual.
Sobre el movimiento estudiantil, el autor reconocerá un trabajo constante aunque en distinta intensidad dependiendo del momento histórico. Sobre la militancia en estos sectores, Mangiantini planteará que:
…la corriente dirigida por Moreno caracterizó al estudiantado como un reflejo ideológico de la sociedad. Consideró a la juventud como el sector más sensible del entramado social dado que se trataba de un núcleo proclive a expresar malestar y rebeldía ante las injusticias e irracionalidades de la sociedad capitalista debido a que, por una vía predominantemente intelectual (al encontrarse desligado de la producción), se convencía aún más rápido de la necesidad de derribar este régimen y forjar un cambio radical junto con la clase obrera [6].
Obviamente, en el período de radicalización estudiado esto será un motivo por el cual muchas organizaciones que reivindicaban un cambio radical engrosarán sus filas, sin embargo, esto también se expresará en forma de lucha política en el seno interno del movimiento estudiantil. La disputa con las tendencias “guerrilleristas” será un aspecto de tensión estratégica sobre el cual el autor tomará nota importante en el período, sobre todo entrados los años 70. También tomará la importancia que daba esta corriente a los organismos estudiantiles, tanto a la pelea por los centros de estudiantes como, de la mano del desarrollo de la conflictividad y la radicalización, la jerarquización del impulso de los cuerpos de delegados frente a los centros como instancia organizativa.
Un aspecto bastante exclusivo de esta corriente va a ser la ponderación de determinados lineamientos político-programáticos sobre la liberación de la mujer. Mangiantini señala correctamente el vínculo internacionalista con el SWP norteamericano, que abordaba estas cuestiones en su programa, como una de las razones que darán origen a la reivindicación de varias cuestiones programáticas en relación a este tema. A diferencia de organizaciones como Montoneros y el PRT-ERP que impulsaban “agrupaciones de mujeres” sin por ello tomar reivindicaciones en torno a la cuestión de género, como sí lo hizo el PST. Un ejemplo será la campaña electoral de 1973, donde el PST planteará entre sus consignas la legalización del aborto, la gratuidad de anticonceptivos y la igualdad salarial entre hombres y mujeres, entre otras cuestiones.
En relación a la política sobre la diversidad sexual, Mangiantini resaltará la relación forjada entre el PST y el FLH (Frente de Liberación Homosexual) y tomará la participación de militantes en ambas organizaciones, como por ejemplo Nestor Perlongher. Sin embargo, planteará luego la contradicción de que más adelante la propia dirigencia del PST considerará erróneo dar una entidad particular al homosexual dentro del partido ya que eso implicaría una “segregación”, por la cual se concluyó invisibilizando esta cuestión a nivel de, como señala el autor, “una militancia activa o una propuesta programática”. Frente a ello, el autor cita determinadas reflexiones de Nahuel Moreno que justifican la negativa a darle entidad a esta cuestión a partir del texto Conversaciones (1986), donde plantea lo siguiente: “Yo considero a la homosexualidad algo tan normal que me opongo a hacer propaganda” o “Dentro de la sociedad luchamos contra la opresión de los homosexuales (…). Yo me refería a que me opongo a hacer ese tipo de actividad hacia adentro del partido” [7].
A modo de conclusión
Itinerarios militantes es un intento interesante acerca de la reconstrucción historiográfica de la corriente morenista durante las décadas del ‘60 y ‘70. Tomando lo que plantea el autor, reflexionando acerca de si esta experiencia histórica “significó un quiebre para forjar la implantación del trotskismo dentro del movimiento social con una mayor consistencia que en tiempos preexistentes” [8] podemos rescatar que el peso a la centralidad obrera que mantuvo esta corriente refleja un aspecto valorable en la constantes luchas por desarrollarse en la clase. Sin embargo, en la obra no hay presente una necesaria reflexión acerca del marco programático y estratégico de esta corriente durante el período estudiado.
Esto también se hace necesario para entender la política de constantes oscilaciones del Morenismo que lo llevaron a intervenir “bajo la disciplina del general Perón” [9] en el período 1957-1962. Posteriormente a ella, irá a una ecléctica con los hermanos Santucho en la conformación del PRT (reivindicando aspectos estratégicos del guevarismo como la guerra de guerrillas). Luego del ascenso internacional del ‘68 habrá un retorno a la definición centrada sobre el sujeto revolucionario en el movimiento obrero urbano y reivindicando la estrategia insurreccional. Finalmente concluirá su derrotero con la aceptación en 1974 del “frente democrático” junto con grupos como el Partido Comunista y la UCR en desmedro del impulso del frente único obrero y la autodefensa como forma de enfrentar la avanzada paraestatal de la Triple A y el golpe militar en ciernes [10].
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