Durante el siglo XX se hizo necesario incluir en los programas estatales, medidas de contención que hicieran frente a la barbarie que generaba la desigualdad en la distribución de la riqueza que generaba el capitalismo. Nace el modelo Keynesiano en economía que en salud se traduce en condiciones dignas desde un estado Benefactor Subsidiario ¿De qué manera evolucionan las primeras medidas en política económica durante la segunda mitad del siglo XX?
Lunes 22 de julio de 2019
Durante las primeras décadas del siglo XX la socialdemocracia utilizando el modelo económico keynesinao de “mantenimiento del consumo interno”, implementó planes de subsidio fiscal que se tradujeron en inversión para “infraestructuras hospitalarias, la construcción de medios de comunicación y transporte, las instituciones docentes y otros servicios públicos que, de este modo, tenían que activar la economía, la industria y, en definitiva, suponer una garantía de continuidad en la producción y la riqueza” [1] medidas que en su conjunto lograran contener a la estructura capitalista más allá de crisis económicas y revoluciones sociales que nuevamente pudieran desestabilizar el panorama mundial como lo había sido la crisis del 192 o la Revolución Rusa de 1917.
Sin embargo este plan de sostenimiento interno en base a estados benefactores se vino a bajo principalmente por el encarecimiento de las materias primas energéticas en los años 70’ que, en lenguaje político hizo un vuelco desde la política social subsidiaria a una política de ajuste fiscal que el Banco Mundial corona en los 10 principios descritos en los informes de 1987.
Una política neoliberal que triangula tres líneas programáticas: disminución del déficit público ( a través del ajuste fiscal y disminución inversión pública); desregulación laboral (flexibilizando y precarizando las condiciones laborales); y deslocalización de capitales, que se traduce en acumulación en ciertas regiones (principalmente países industrializados y desarrollados) [1].
Líneas programáticas que en los 90’s, en sector salud se traducen en: ”trasladar a los usuarios los gastos en el uso de las prestaciones o atenciones en salud; ofrecer esquemas de seguros de salud para los principales casos de riesgo; incorporar y utilizar de forma eficaz los recursos privados; descentralizar los servicios públicos de salud; definir la preocupación por la salud como una cuestión privada y sólo bajo ciertas circunstancias una cuestión pública; y por último, adecuarse a una política de ajuste fiscal, disminuyendo y reestructurando el gasto fiscal público, incluyendo por supuesto la salud” [2]
¿Cual es el efecto en salud deja la política internacional de reducción de gasto e inversión estatal neoliberal delimitada por el Banco Mundial?
Una devastadora situación sanitaria, derivada de las crisis internas del capitalismo, una que recién en los últimos años se ha vuelto foco de atención en los organismos económicos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, tras entender que esa productividad y desarrollo económico, no pueden perder de vista, la salud de las y los trabajadores que son quienes producen la riqueza del mundo.
En los últimos años el Banco Mundial ha entendido de las cicatrices que han dejado las pandemias en salud en la economía global. Han comprendido en su idioma, la marca que significa en términos numéricos la proliferación de enfermedades crónicas no transmisibles. Situaciones de salud que han desacelerado el desarrollo económico y minando las fuerzas materiales que sostienen la ganancia capitalista.
Nacen así en los últimos quince años las iniciativas y planes de Cobertura Universal de Salud (CUS) producidas por el Banco Mundial y Gestionadas por la OMS. Una Cobertura en donde se plantea que “El financiamiento e inversión en salud beneficia la economía mediante 6 canales: Fortalecimiento del capital humano; Aumento de las habilidades y los empleos, la movilidad en el mercado laboral y la formalización de la fuerza de trabajo; Reducción de la pobreza y la desigualdad; Aumento de la eficiencia y la disciplina financiera; Fomento del consumo y la competitividad;Fortalecimiento de la seguridad sanitaria”[3]
¿Un beneficio a la Economía que es beneficio para las y los trabajadores? Si nos detenemos a mirar las cifras de enfermedades crónicas no transmisibles y enfermedades de salud mental podemos entender que no. Hoy 63% de las muertes por datos OMS obedecen a enfermedades no transmisibles (como la hipertensión, la diabetes y el cáncer) en donde los factores socio-ambientales y psico-biológicos son de gran trascendencia, es así como educación, nutrición, deporte y cultura configuran verdaderos factores protectores a la hora de analizar la incidencia y prevalencia de las enfermedades crónicas [4].
Por otro lado, un tercio de las enfermedades pertenecen a problemas de salud mental, que otorgan una gran perdida productiva a nivel internacional, sin contar la carga económica que significa para los trabajadores el costo de tratamientos.
Bibliografía
[1] “Globalización y desigualdades en salud. Sobre la pretendida crisis del estado de bienestar”. Josep Lluís Barona.
[2] “Psicoanálisis y Políticas Públicas de la Salud Mental en Chile: Universalidad, Diversidad y Singularidad” R. Aveggio. Rev Estado, Gobierno y Gestión Pública.
[3] Financiamiento de alto rendimiento para alcanzar la cobertura universal de la salud (Promoción del crecimiento inclusivo y sostenible en el siglo xxi). Grupo Banco Mundial. 2017
[4] Enfermedades No Transmisibles. OPS /OMS Chile. [LINK]https://www.paho.org/chi/index.php option=com_content&view=article&id=128:enfermedades-no-transmisibles&Itemid=213
Andrés Vargas
Médico General en APS Redactor La Izquierda Diario Chile