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Red Internacional
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ABUSO SEXUAL. Denuncia de periodista por violación

Periodista chilena denuncia a través de diversos medios de prensa, redes sociales y periodísticas como su amiga fue víctima de abuso sexual en Brasil, siendo además violentada por diferentes negligencias tanto en chile como en el extranjero.

Sebastián Castro

Sebastián Castro Director Colegio de Periodistas Antofagasta

Gaba

Gaba La Izquierda Diario Antofagasta

Jueves 31 de marzo de 2016

La izquierda Diario Chile en conjunto con Pan y Rosas Teresa Flores, hace pública la carta de la victima a continuación:

"Disculpe, me violaron

Triste es darse cuenta de que, al menos en Sudamérica, la mujer sigue siendo un cacho. Un problema más inserto en un sistema creado por y para los hombres. Fui violada durante mis vacaciones y aún ningún médico me ha revisado. Llevo 5 años residiendo en Chile y nunca me he quejado de la diferencia de sueldo con mis pares, entiendo que desde el folleto de los diferentes gobiernos es un tema que “se está trabajando”, pero sufrir una agresión sexual y que nadie sea capaz de orientarme o ayudarme es francamente indignante, por no decir humillante. Quiero contarles mi historia:

Me fui de vacaciones a Salvador de Bahía, Brasil. Y para los que se preguntan fui sola junto a una amiga, buscando el peligro dirán varios. Pasábamos nuestro último día en la Isla de Morro y salí temprano del Hostal para pasear por las playas y sacar fotos de los hermosos paisajes. Estaba en eso, cuando un tipo comenzó a seguirme, caminé rápido, intenté perderlo pero logró alcanzarme y botarme a la arena donde me atacó, me amenazó, me ahorcó y me violó. Contar los detalles de lo que sucedió es francamente innecesario, pero sí ahondaré en las diferentes situaciones que viví luego de que logré escapar.

Pasó por la playa otro tipo corriendo y no me prestó ayuda, excusándose luego de que es normal ver a las parejas en esa situación (claro, ahorcándose, a golpes y gritos, OK). Como el violador estaba completamente drogado logré zafarme y arrancar, no olvidaré sus pupilas completamente dilatadas y su aliento inundado en alcohol. Corrí hasta que encontré gente que al verme con la ropa rasgada, golpeada y al borde del desmayo me prestaron ayuda y llamaron a la ambulancia. A mi compañera la fueron a buscar al hostal, nos trasladamos a Valencia donde me llevaron al hospital, francamente de película de terror.

Luego de varias horas el doctor apareció, pero como el idioma tampoco nos acompañaba el hombre con una displicencia digna de aplaudir, sólo me recetó medicamentos, haciendo caso omiso a mi historia. Amarrada desperté en una camilla, sola. La pesadilla seguía, logré desatarme y pedirle ayuda a una enfermera que logró hacer entrar a mi amiga.

En el mismo pasillo, me cambió el paño con sangre de entre mis piernas por un calzón. Unas asistentes sociales nos escucharon, luego de varias horas alguien nos prestaba oídos. Ellas siguieron el protocolo, me inyectaron contra la hepatitis, me dieron la pastilla del día después, otra inyección para no quedar embarazada, ignorando que hace más de 8 años no menstrúo.

Nos dieron las 2 de la tarde, la hora de almuerzo en que obviamente el personal médico desapareció, me enviaron a un alberge mientras esperaba que me tomaran los exámenes de sangre. Llegó la policía, comenzó a mostrarme fotos de sospechosos, ninguno coincidió con la imagen de él. Los exámenes salieron bien, lamentablemente para saber si me contagié de VIH, tengo que esperar 3 meses. El ir y venir de un centro a otro, significó transporte y alguien que nos ayudara con el idioma, por suerte el nochero del hostal y un procurador que andaba de visita en el centro de acogida nos prestaron ayuda. Casi como testigo, el nochero debía repetir una y mil veces que yo no me había buscado la violación (como si eso fuera posible), que él es testigo de verme salir sobria, lúcida y temprano del hostal con la intención de pasear y tomar fotos. Una enfermera me preguntó si había usado preservativo…OK.

Hasta el momento nadie me ha revisado ginecológicamente, sólo unas enfermeras brasileñas en su desesperación e ignorancia, me lavaron, dejando fuera todo rastro de semen del agresor. Sólo quería volver a Chile y lo logré, “allá me haré la profilaxis (siutequería de nombre para decirle al tratamiento o pastillas que debo tomar para prevenir ETS), tengo isapre y la atención será mejor”. “Por mí y por todas las mujeres”, así se llama un programa del Sernam, pero al parecer sólo ellos saben de la enorme red de apoyo, porque en ninguna de las dos clínicas a las que acudí me revisaron, derivándome al Servicio Médico Legal.

Nuevamente con la historia a mi espalda, la cara rasguñada, el cuello con marcas de los dedos de mi agresor, fui al SML. El día del joven combatiente y el partido de Chile claramente eran más importante que una simple violación. Una carabinera me atendió, una vez más se sometí a las miradas dudosas aclarando que yo no me lo había buscado, sólo salí a caminar para tomar buenas fotos. La asistente medico de turno, por teléfono ya que no se dignó siquiera a verme, sugirió que me hiciera la profilaxis lo antes posible, ya que estaba en la fecha límite. ¿Cómo hacerlo si llevo 3 centros médicos y ninguno es capaz de atenderme? ¿Cambio la historia y borro la palabra violación?

Son las 22:00 hrs. llevo más de 15 horas sin comer, buscando desesperadamente atención médica. Me resigno, pido una hora a un médico particular a las 16:30 hrs. para el miércoles 30. ¿Me atenderá o nuevamente me dirán que nada pueden hacer, derivándome al SML y así completar el círculo? Mientras sigo cargando este enorme peso, estoy sentada en mi puesto de trabajo, porque no puedo permitirme perder un día de trabajo, un día de sueldo, pensando en lo que puede venir".

Hoy las mujeres siguen sufriendo los vejámenes de un sistema capitalista y patriarcal, que no puede ofrecerle más que discriminaciones y abusos. Lo vimos con el caso de Marina y María, las jóvenes asesinadas en Ecuador, en los 13 femicidios hasta la fecha, en el acoso callejero, entre tantos otros.

Estos casos no son aislados, no pueden serlo, pues son parte de una violencia sistemática hacia las mujeres y las niñas, que se sostiene y se reproduce desde el mismo Estado y el gobierno, que mantiene a las mujeres bajo el yugo de la subcontratación, con brechas salariales de un 30% entre hombres y mujeres por el mismo trabajo, con derechos maternales mínimos, sin ningún respaldo a las víctimas de violencia sexual, como lo vimos en este caso particular, pero que miles de mujeres viven muchas veces en silencio, principalmente las niñas. Con un Ministerio de la Mujer que no responde eficazmente frente a los casos de femicidios, donde alrededor de un 60% ya tenía denuncias elaboradas a carabineros ó a Sernam.

Es esta la violencia institucional que violenta a las mujeres día a día, que incluso se expresa en los dichos de burgos al cuestionar si una mujer puede decidir si debe abortar o no en caso de violación, y tantos otros, como los escuchados en la discusión en la cámara de diputados por el proyecto de aborto terapéutico.

Frente a todo lo anterior, desde Pan y Rosas Teresa Flores nuestra postura es clara, denunciamos al estado y a este gobierno corrupto de la Nueva Mayoría, por sostener y reproducir la violencia que hoy incluso está cobrando vidas. No queremos silenciarnos más, llamamos a denunciar a quienes nos violentan, junto a todas las formas de violencia de género, ya sea ejercida en nuestras casas, en la calle, en nuestros espacios de estudio y trabajo. Porque no queremos que nunca más una mujer sea violentada, súmate a nuestra campaña #Niunamenos y organízate hacia el Encuentro Nacional de Mujeres que se realizará en junio en Santiago, para que juntas nos organicemos por la conquista de todos nuestros derechos.


Sebastián Castro

Periodista Audiovisual

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