Internas del reclusorio femenil de Tanivet, cercano a la ciudad de Oaxaca, luchan porque se conozcan en las malas condiciones en que viven y la superexplotación a la que las somete una maquiladora apoyada en las autoridades.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Jueves 22 de febrero de 2018
La semana pasada en el Centro de Reinserción Social Femenil de Tanivet, en Oaxaca, al finalizar un acto encabezado por Sofía Pulido Diosdado, recién nombrada directora de dicho penal, una de las reclusas deslizaría discretamente a un reportero este mensaje: “Les pedimos apoyo, no podemos hablar por miedo; hay muchas irregularidades en el penal por la nueva dirección a cargo de Sofía Pulido. Nos obligaron a acudir a la proyección de Icapet (Instituto de Capacitación y Productividad para el Trabajo del Estado de Oaxaca) para que vean que nada pasa, pero todo está mal, les pedimos a alguien que nos escuche”.
El penal de Itavet tiene poco más de 170 reclusas y 9 hijos pequeños que conviven con ellas, algunas tienen siete años presas sin haber recibido sentencia. Suelen fabricar cestos, bolsas y otras manufacturas hechas con sus propias manos para obtener algún ingreso. La directora tiene apenas un mes en el cargo y ya levantó una serie de quejas de las internas que padecen de falta de herramientas de trabajo, sanidad y medicamentos, además, aseguran que reciben un trato discriminatorio.
Hace un año aproximadamente se estableció en el penal la maquiladora Álvarez, con la promesa de pagarles 650 pesos bajo un esquema de becarios para evadir cualquier obligación obrero patronal. Cada reclusa enganchada tenía que coser, batas, blusas, faldas y otras prendas durante 8 horas diarias. La cuota diaria era de 800 piezas por cada trabajadora. ¡Casi dos piezas por minuto!
“Según la beca era de 650, pero sólo nos daban 300 pesos, para diciembre ya me debían 2 mil 40 pesos”, relata una mujer que sólo podía coser 500 piezas al día, lo que equivaldría a ¡26 centavos por pieza!. Por eso, varias de ellas intentaron desertar, pues no les pagaban completo el salario ni mucho menos las horas extras trabajadas. Aquí entraban al quite las autoridades penitenciarias amenazándolas de trasladarlas a algún Centro de Readaptación Federal si no querían seguir trabajando.
La empresa se fue por un tiempo y algunas reclusas pudieron usar las máquinas para ayudar a dar acabados a las bolsas que sus compañeras trabajaban a mano. Hace un mes regresó la maquiladora Álvarez, pero sólo ocho mujeres se integraron al trabajo producto de la mala experiencia anterior. Una buena parte de las internas prefirió seguir haciendo su trabajo manual aunque ahora les negaran las máquinas para hacer los acabados.
Ante la inconformidad de ellas, la subsecretaria de Prevención y Reinserción Social, María Concepción Tovar Monreal, se presentó y les dijo burlonamente que “las que no quisiéramos aprovechar la oportunidad de la maquila, que siguiéramos con nuestro ganchito” y se dio la orden de separar a las reclusas del fuero común de las del fuero federal, pues son éstas las que les consiguen los hilos para bordar o tejer.
Mientras, les niegan medicamentos y servicios de salud orillándolas a conseguir esos servicios del exterior del penal, con el poco dinero que tienen y la ayuda de familiares. Les crean la necesidad de someterse a la maquiladora para pagar las deudas.
Así, autoridades y empresarios se dividen las tareas para buscar explotar a estas mujeres coercionándolas a que ingresen a la maquila. Con el bloqueo de su única fuente de ingreso mediante el trabajo manual, las autoridades creen que obligarán a estas mujeres para que acepten la superexplotación de la maquiladora, quizás, la más ruin manera de sacar provecho, salvo la esclavitud, con las que se arreglan los patrones y sus perros guardianes de la secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca para obtener la máxima ganancia.
Con información de NVI noticias