Reproducimos el comunicado que nos hicieron llegar mujeres que integran la agrupación La Miguelito Pepe, a raíz de la violencia que sufrieron por cánticos feministas en un boliche bailable de la Ciudad de Buenos Aires.
Jueves 25 de mayo de 2017
Somos Malena Maya, Micaela Jaen y Paula Massa, educadoras y militantes de La Miguelito Pepe, desde donde impulsamos proyectos educativos para niños, niñas y adolescentes de las clases humildes.
La madrugada del domingo 21-05 nos encontrábamos en Uniclub, boliche ubicado en Guardia Vieja 3360 (CABA), presenciando un show. Comenzamos cánticos con diferentes consignas feministas y una integrante de la banda nos acercó el micrófono. Al terminar el show, un empleado de seguridad de la empresa “C.A.P.S.A Seguridad en Boliches” vino hacia nosotras y nos pidió que levantemos nuestras pertenencias del piso, encontrándose éstas contra el escenario sin interrumpir el paso.
Preguntamos el por qué y acto seguido se retira. Al instante vuelve con una mujer “patovica”, nos repite la consigna y, al encontrarse con la misma pregunta de parte nuestra, nos obliga a retirarnos de forma violenta. Empujan a Micaela a la salida, tirándola al piso. Intervenimos las otras a raíz de esto y el "patovica" masculino saca de forma violenta a Paula, generándole golpes y moretones en ambos brazos. Fuera del lugar, exigimos nombres, apellidos y DNI de lxs agresorxs de la empresa C.A.P.S.A. Una hora y media de insistencia nos costó conseguirlos, tiempo en el cual recibimos una amenaza explícita del “patovica” masculino diciendo “no sabes con quien te metiste”. Tras ello, fuimos a la Comisaría N°9 a realizar la denuncia.
Nos preocupa saber que la reacción violenta e injustificada de las y los empleados de seguridad de C.A.P.S.A. responde a la misma lógica que hace más de diez años generó el asesinato de Martín Castelucci en La Casona de Lanús. Oscar Merlo (integrante de la Asociación Civil Martín Castelucci) nos dijo: “todos los fines de semana hay hechos de violencia gravísimos como éstos”.
Para peor, consideramos que en nuestro caso se buscó una excusa para sacarnos del lugar a causa de nuestros cantos feministas. Creemos que estas prácticas violentas son las respuestas del sistema patriarcal frente a la resistencia, crecimiento y fuerza del movimiento feminista.
Nosotras como educadoras de niñas, niños y adolescentes que viven situaciones de injusticia permanentemente, tenemos la responsabilidad de transmitir, no sólo con las palabras sino con el ejemplo, la necesidad de luchar contra las mismas. Por eso, no podemos callarnos ante una situación de injusticia de este nivel. Y nos referimos concretamente a aquello de que "el silencio es salud". No. El silencio es opresión. Es nuestra responsabilidad como educadoras ser coherentes y denunciar las injusticias sufridas, al mismo tiempo que organizarnos para cambiar todo lo que deba ser cambiado. ¡No queremos más violencia contra las mujeres! ¡Ni Una Menos!