El colapso de una pileta de almacenamiento de lodos de petróleo en la empresa Indarsa, en el Parque Industrial de Neuquén (PIN) es la punta del iceberg de lo que sucederá con la implementación del “fracking” a gran escala.
Miguel Fernández Geógrafo | Universidad Nacional del Comahue
Jueves 30 de octubre de 2014
El “accidente” ocurrió por la colmatación de un de los tanques con una capacidad de más de 40.000 litros, y avanzo unos 300 metros por las calles internas del PIN. Si bien los líquidos no llegaron al río Neuquén directamente, que se encuentra a unos 300 metros, sí lo hizo a la red cloacal, por lo que es muy probable que ya haya sido vertido con el resto de las aguas cloacales.
Tanto desde el gobierno como desde la empresa, no han sido capaces de dar una respuesta clara a lo sucedido, ya que la última “inspección” fue hace menos de un mes.
Al servicio de Chevron
La técnica de “fracking” utiliza enormes cantidades de agua, entre 10 y 30 millones de litros por cada pozo. De los cuales retorna un tercio aproximadamente. Si bien una parte puede ser reutilizada para un nuevo pozo, por lo menos 1 millón de litros de agua con restos de petróleo y las sustancias químicas que se utilizaron para extraer el Petróleo de Vaca Muerta, no puede ser utilizado nuevamente y debería tener el destino de ser tratada. Si esta cantidad que “sobra” por pozo es multiplicada por los más de 300 pozos que se han realizado en el último período, nos da la escalofriante cifra de más de 300 millones de litros de barro altamente contaminante y tóxico, para lo cual no hay infraestructura existente para almacenar y tratar. Por lo que los derrames y/o vertido de residuos petroleros serán moneda corriente, ya que sólo la Chevron pretende realizar 1.700 pozos.
Es por eso que florecen empresas ligadas política y familiarmente a los funcionarios dedicada al “saneamiento ambiental” y, si bien los “controles” se realizan, sólo consisten en llenar planillas y formularios, donde se omiten irregularidades, como esta pileta que no está en el informe de la inspección realizada.
Aunque parezca increíble, al día siguiente del derrame, la planta de Indarsa seguía operando normalmente, como si nada hubiera pasado. Indignaron las declaraciones a un medio provincial de la coordinadora de la empresa, Eugenia Quiroga, quien afirmó que “la empresa no está clausurada. No hay motivo para suspenderla. No tengo más que felicitaciones hacia todo el personal que trabajó por la idoneidad y rapidez con la que trabajó igual que a las empresas aledañas que nos dieron una mano”. Recién después de las mismas, clausuraron la planta y anunciaron que aplicarían multas a la empresa.
Pero, más allá de este hecho, es preocupante que el tratamiento “normal” realizado a los residuos de la industria petrolera sea el desecamiento y posterior incineración, ya que la ceniza resultante es una nube toxica que se deposita luego en los barrios obreros cercanos, como Nueva España.