El Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA) contabilizó 60 ejemplares en diciembre del año pasado: un 40% menos que en 2014 cuando se hallaron 97 vaquitas. No son cazadas. Mueren atrapadas en las redes de pesca destinadas a las totoabas, otra especie en peligro de extinción, cuya vejiga es comercializada en China.

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3
Jueves 19 de mayo de 2016
La vaquita marina (phocoena sinus) es una especie endémica del alto Golfo de California. Se trata de un mamífero de la orden de los cetáceos -como los delfines- que habita en lo profundo del océano. Mide más o menos un metro y medio y pesa unos 50 kilogramos. Sólo emerge a la superficie apenas unos segundos para tomar aire y volver al fondo del mar.
Está en peligro de extinción debido a la pesca con redes de enmalle de camarón y pez totoaba. La vaquita marina queda atrapada en las redes y no puede salir a respirar a la superficie. No tiene ningún valor comercial y su carne no se utiliza. Muere inútilmente.
Según investigadores, la desaparición de este cetáceo puede provocar un grave desequilibrio en el ecosistema marino del Golfo de California, hoy rico en flora y fauna marina.
El gobierno mexicano prohibió en Baja California y Sonora la pesca con redes agalleras en todo el hábitat de la vaquita. Entre las medidas para la protección de la vaquita, según la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), se cuentan “la ampliación del polígono de protección en el Mar de Cortés; la suspensión temporal de la pesca comercial mediante el uso de redes de enmalle, cimbras y/o palangres; compensaciones económicas a los pescadores de la zona; el reforzamiento de inspección y vigilancia de la región; así como el fomento a las nuevas artes de pesca”.
Pero si no se detiene la pesca furtiva de totoaba, otra especie endémica del Golfo de California, también en peligro de extinción, la vaquita marina está condenada a desaparecer.
El tráfico ilegal de la totoaba, un negocio que mueve millones
La totoaba (Totoaba macdonaldi) es un pez marino que puede llegar a medir dos metros de largo y pesar alrededor de 100 kg. Desde 1975 se supone que está vedada su pesca debido a que su sobreexplotación llevó a esta especie al borde de su extinción.
Este pez posee una vejiga natatoria al que se le adjudican poderes afrodisíacos y medicinales. Estas propiedades lo hacen un producto de gran demanda en China. Se pesca la totoaba en México y se le extrae la vejiga, que luego es puesta a secar. El resto del pez se desperdicia.
Las vejigas ya secas se transportan desde México a China, muchas veces pasando por Estados Unidos. Este comercio es ilegal, porque se trata de una especie que se supone protegida por leyes ambientales.
Según un informe de Greenpeace y una investigación de la United State Fish and Wildlife Service, dados a conocer por el diario El Mexicano, existe una red internacional de tráfico de totoaba que opera en Asia, Estados Unidos y Baja California.
De acuerdo con Greenpeace en Hong Kong hace dos años al menos 13 tiendas vendían vejigas secas de totoaba. Uno de estos órganos, con un peso de 446 gramos se ofrecía hasta en 64,500 dólares. En México, el precio de las vejigas de totoaba oscilaba entre los 3,000 y 9,000 dólares.
Las vejigas de totoaba son parte de “colecciones privadas” de millonarios empresarios chinos y vendedores desde hace décadas. Son un “regalo” de lujo para empresarios y altos funcionarios de gobierno en China, para acercar relaciones entre sí.
Existe demanda de las vejigas de totoaba en restaurantes chinos de Oakland, San José, Sacramento, el sur de California, así como China, Taiwan y Hong Kong.
En realidad, el tráfico de vejigas de totoaba ya tiene 100 años. Es el ingrediente principal de una sopa exótica llamada Seen Kow, un caldo gelatinoso. Esta sopa se elaboraba con otro pez que existía en Asia, pero su sobreexplotación llevó a la total desaparición de la especie.
Según señala la investigación de United State Fish and Wildlife Service, las autoridades mexicanas están coludidas con esta red de tráfico. A su vez, pescadores y pobladores de la región son “enganchados” ante la falta de trabajo y la pobreza en la región.
Sobrexplotación de especies: otro mal del capitalismo
El consumo de las vejigas de totoaba puede considerarse un capricho banal de las nuevas élites chinas. Pero lo cierto es que es un negocio que mueve millones. Este caso en particular, que lleva a la desaparición de dos especies, constituye una expresión más de la barbarie capitalista. De un sistema económico que explota todos los recursos –humanos y naturales– hasta el paroxismo. Sin dejar nada para las generaciones futuras.
El tráfico de totoabas, declarado ilegal formalmente, es un negocio más del crimen organizado, como denuncian investigadores de la Universidad Autónoma de Baja California Sur. Como la trata de personas, el tráfico de armas, el de órganos, el de drogas.
Para estos negocios –que operan bajo las narices de los gobiernos mexicano y estadounidense, y con su visto bueno- es libre el tránsito a través de las fronteras. Por el contrario, a hombres, mujeres y niños que se atreven a llegar hasta territorio estadounidense –sorteando innumerables obstáculos y poniendo en juego sus vidas– se los criminaliza y se los encarcela.
No se trata de falta de conciencia o de crueldad patológica: así opera el capitalismo. Y por eso es necesario destruirlo y crear un nuevo sistema donde se puedan satisfacer las necesidades humanas sin devastar el medio ambiente y la diversidad de especies que lo habitan. Un sistema que conduzca a la centralización y la planificación racional de las fuerzas productivas a escala mundial como fundamento material para crear una sociedad de productores libres y asociados: el comunismo. Donde no haya más explotación ni opresión.
Con información de La Jornada, Milenio, El País, El Mexicano y The Marine Mammal Center.