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Red Internacional
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México

OPINIÓN. Donald Trump, la Alt-Right y la decadencia capitalista

La crisis económica empuja el surgimiento de nuevos fenómenos políticos, la extrema derecha aparece y las ideologías más retrógradas y reaccionarias, intentan “modernizarse”.

Miércoles 23 de agosto de 2017

Desde hace algunos meses en redes sociales y el internet se habla de un nuevo movimiento que busca emerger como expresión de lo más atrasado del pensamiento humano. El racismo y la xenofobia, así como el machismo, encuentran en una nueva ideología abiertamente de derecha un espacio.

Luego del asesinato por parte de un supremacista blanco de la joven activista Heather Heyer, el mundo entero se conmocionó con las imágenes de miles de neonazis marchando con antorchas en Virginia, uno de los estados más racistas de Estados Unidos.

Esta demostración de odio racial por parte de la derecha más rancia de este país no es un hecho aislado. Desde la llegada de Trump a la presidencia en la principal potencia imperialista del planeta, los crímenes de odio y el racismo han crecido de forma muy importante.

En Europa recientemente hemos visto también noticias de conciertos donde bajo el rechazo a los refugiados musulmanes que huyen de la guerra en sus países, se ocultan posiciones supremacistas y nazis entre los asistentes.

“No somos fascistas solamente políticamente incorrectos”: Alt-right

En el marco de la situación de estancamiento económico mundial luego de la crisis del 2008/09, el descontento con el neoliberalismo se hizo sentir en distintas latitudes con una gran cantidad de movimientos políticos y sociales donde miles de jóvenes y trabajadores salieron a denunciar las miserias a las que este sistema de explotación los condena.

Por otro lado, posiciones antiglobalización por derecha han ganado terreno en países como Estados Unidos o en Europa, estas políticas son impulsadas por organizaciones de derecha que apelan al nacionalismo y que plantean que son los migrantes y la llamada “multiculturalidad” los culpables de la situación que se vive en sus países.

En este marco, algunos sectores de jóvenes ocupan el discurso de odio y el racismo disfrazado con memes o bromas en internet, hablan contra los judíos, los homosexuales, contra la lucha de las mujeres o contra los latinos, negros y musulmanes.

Así, en medio de la confusión y el mar de las redes sociales se logran colar las posiciones más reaccionarias como el supremacismo o la misoginia propagada por blogueros y youtubers que buscan un sustento para sus atrasadas posiciones en autores contemporáneos y filósofos o pensadores de derecha. Los ideólogos de la Alt-right presumen de ser letrados y conocedores no solo de las posiciones de la derecha, sino también de la izquierda.

¿Quiénes integran la Alt-right?

Este “movimiento” agrupa a las posiciones más reaccionarias de distintas alas de la derecha.

Por un lado, se encuentran quienes buscan regresar a la humanidad siglos, los conservadores “naturales” que abreva entre otros del cristianismo más recalcitrante (y sectas afines) que se presentan como “tradicionalistas” y que intentan sostener sus argumentos contra la diversidad sexual por ejemplo en puntos de vista biologicistas que apelan a la "naturaleza" del ser humano.

Estas posiciones hablan de una familia “natural”, de roles de género “naturales” y similares basándose en supuestos estudios realizados por personas igual fanáticas que ellas. Su principal enemigo es la "Ideología de Género" llegando a decir que ésta es una vía para que el comunismo se habrá paso.

Otro sector que se suma a la batalla cultural contra el “progresismo” y la izquierda en redes son los llamados “anarcocapitalistas” o “libertarios”, esta posición tiene incluso alcance para sostener partidos “libertarios” en algunos países. Abrevan de la escuela austriaca de la economía la cual básicamente plantea que no vivimos en el capitalismo, pues el capitalismo es un sistema de total libertad económica y de defensa a ultranza de los intereses empresariales.

Desde su visión hay que privatizar todos los servicios y recursos naturales, para que los capitalistas puedan hacer enormes negocios. Por supuesto que no importa que mueran millones al no tener acceso a la salud o alimentación pues desde su visión individualista, que una persona muera en la calle es resultado de su propia incompetencia y por tanto lo merece. Lo mismo si alguien gana un salario miserable.

Es una escuela que se pone radicalmente del lado de los empresarios llegando a decir incluso que cada corporación o gran capitalista debería poder tener su propia policía privada que proteja su propiedad, pues el estado es altamente ineficiente.

Por otro lado, encontramos dentro de esta gama a los neonazis y fascistas disfrazados de “identitarios” y defensores de la cultura occidental. Este sector no tiene reparo en señalar que todos los musulmanes son terroristas y que no queda más remedio que bombardear Medio Oriente. Al mismo tiempo muchos de ellos hablan abiertamente de la supuesta superioridad de la raza blanca sobre otras razas y plantean que hay que atacar la multiculturalidad que defiende el liberalismo.

¡Todos y todas a enfrentar y terminar con el supremacismo!

Como sucedió durante los años 30s del siglo pasado el estancamiento que se ha producido luego de la crisis económica ha generado un enorme malestar político que ha fortalecido a posiciones de extrema derecha. El Brexit y la llegada de Trump son expresión de esta realidad social.

La Alt-right intenta capitalizar el descontento con salidas reaccionarias a la crisis. Dentro de este conglomerado de posiciones lo que principalmente tienen en común es el acuerdo en atacar las posiciones de la izquierda, no solo marxista, sino también “progresistas”.

Esto no es sino la expresión desde el sentido común desde una visión humanística el cual de la mano de luchas revolucionarías ha traído avances en la historia como los derechos de las mujeres, el fin de la esclavitud o los derechos a la diversidad sexual.

Por eso para la Alt-right da lo mismo si eres neonazi o ultra liberal en lo económico, lo importante es oponerse a la idea de la fraternidad y la igualdad entre los seres humanos. De eso se trata estar en contra de los “progres”.

En este escenario la respuesta no se ha hecho esperar, miles de personas en Estados Unidos y Europa (así como en otros muchos países) se integran a los llamados grupos “Antifas” o antifascistas que salen a hacerle frente a las marchas y mítines de estos grupos.

Para construir realmente un contrapeso potente que impida el avance de la derecha radicalizada y acabe con esto brotes neofascistas, es necesario construir un movimiento democrático, amplio de organizaciones de derechos humanos, estudiantiles, del movimiento de mujeres, de sindicatos y los pueblos originarios.

En Estados Unidos concretamente hay que unificar a los maestros de Chicago que han realizado enormes huelgas, el movimiento de la juventud trabajadora precarizada que reclama un salario mínimo de 15 dólares, los trabajadores huelguistas de la Verizón y otras empresas que luchan por sus derechos, los jóvenes que promovieron Occupy Wall Street denunciando al 1 por ciento más rico del mundo, los estudiantes blancos y negros que se movilizan en Black Lives Matters, las cientos de miles de mujeres de la Womens March que se pusieron al frente del paro internacional de mujeres, los pueblos originarios de Sioux de Dakota y los Tohono Odham que luchan por sus recursos contra la voracidad de los empresarios, las organizaciones políticas que se reclaman socialistas como Democratic Socialist of America (DSA) y otras organizaciones de izquierda, la intelectualidad de izquierda como Noam Chomsk así como las decenas de intelectuales que escriben en la revista Jacobin, entre otros sectores y movimientos.

Todo esto en la perspectiva de avanzar en la construcción de una potente organización independiente de los patrones y de los partidos que representan a los empresarios que se apoye en quienes los trabajadores en primer lugar pues ellos están insertos en los lugares estratégicos del funcionamiento del sistema como la industria, los puertos, las centrales energéticas, los bancos o las telecomunicaciones. Al mismo tiempo hay que avanzar en ganar para posiciones revolucionarias a miles de jóvenes y académicos en las universidades.

Quien quiera defender las libertades civiles, democráticas e individuales que se han conquistado en el capitalismo, deberá cada vez más voltear a ver las posiciones anticapitalistas y revolucionarias pues la decadencia de este sistema puede arrastrar a la humanidad al fortalecimiento de las posiciones más reaccionarias y por ende a la barbarie. En reloj está en marcha.