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[EE. UU.] Luchar contra el racismo, el imperialismo y la crisis actual: un programa para unificar a los explotados y oprimidos

Left Voice

EE.UU.
Imagen: Sou Mi

[EE. UU.] Luchar contra el racismo, el imperialismo y la crisis actual: un programa para unificar a los explotados y oprimidos

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En un contexto de inestabilidad mundial y de agitación nacional, la tarea más crítica para los socialistas de los Estados Unidos es combinar la lucha inmediata contra los ataques a las vidas y los derechos democráticos de los explotados y oprimidos, con la gran batalla por el socialismo. A continuación presentamos el programa elaborado por Left Voice, que forma parte de la Red Internacional de La izquierda Diario.

Se ha abierto un nuevo período de inestabilidad y polarización en todo el mundo, alimentado por dos agudas crisis, la del covid-19 y una recesión económica mundial. Como resultado, la lucha de clases se ha revitalizado en todo el planeta. Mientras tanto, la hegemonía mundial de los Estados Unidos, en declinación en los últimos años, se enfrenta a nuevos desafíos, especialmente a medida que la rivalidad con China se hace más pronunciada que nunca.

La herida abierta por la pandemia de coronavirus está lejos de curarse. Como catalizador y acelerador de la crisis capitalista, la pandemia cambió radicalmente las perspectivas de la situación mundial. Pero la crisis no es producto de algo ajeno al capitalismo. La pandemia y su impacto social son el resultado de las fisuras estructurales de un sistema que ha mostrado síntomas de agotamiento durante décadas. El imperialismo estadounidense, con el presidente Trump a la cabeza, sufre los espasmos de un declive histórico. Esta crisis ha abierto profundas divisiones entre la burguesía norteamericana sobre cómo reafirmar la hegemonía de los Estados Unidos.

Y en el contexto de una crisis económica mundial, el panorama del capitalismo es sombrío. A medida que la depresión abierta por la pandemia pasa y entramos en una recesión mucho más larga, que promete ser más grave que la crisis de 2008, muchos de los capitalistas del mundo están luchando por recuperarse. Mientras tanto, una minoría parasitaria de multimillonarios está ganando miles de millones con la pandemia. Sin embargo, para la gran mayoría de la población, la recesión significará mayores padecimientos.

La burguesía imperialista intentará por todos los medios hacer pagar a los trabajadores la crisis. La clase obrera se encontrará dividirá de nuevo, como en las crisis anteriores, entre los desempleados, los trabajadores precarios y los trabajadores sindicalizados. También se encontrará dividida entre países y fronteras. La opresión racial, nacional y de género se exacerbará para disciplinar y dividir a las masas trabajadoras. Sectores de la clase dominante –como Trump ya ha demostrado– no dudarán en desatar la rabia y la violencia de las organizaciones de extrema derecha y supremacistas blancos para atacar a los oprimidos. La crisis actual se transformará inevitablemente en lucha de clases.

El movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos, y los anteriores levantamientos en Francia, Chile y el Líbano, son solo una muestra de lo que está por venir. Las importantes luchas dirigidas por la clase obrera al principio de la pandemia recordaron al mundo que los trabajadores son esenciales, no los patrones.

Es urgente que la izquierda socialista internacional, los trabajadores radicalizados y la juventud discutan un programa para unificar la lucha por los derechos democráticos contra el racismo y para hacer que la crisis la paguen los capitalistas.

En los Estados Unidos, es urgente que surja una nueva izquierda socialista, que desafíe el sentido común reformista según el cual debemos conquistar nuestras demandas a través del Partido Demócrata. El Partido Demócrata es irreformable, y la esperanza de una escisión de la izquierda ya ha demostrado ser un fracaso con el apoyo entusiasta de Bernie Sanders a Joe Biden. Una nueva fuerza de izquierda está surgiendo en la generación más joven, que se radicalizó durante el levantamiento contra la brutalidad policial, formando un movimiento juvenil multirracial y anticapitalista que tiene pocas ilusiones en la política y los políticos burgueses, y no los considera sus salvadores del yugo de la opresión capitalista.

Los socialistas deben estar en la primera línea de toda lucha que beneficie a la clase obrera y a los oprimidos. Pero también necesitamos un programa para construir un puente entre la lucha inmediata y la lucha por destruir el sistema capitalista a favor de una nueva sociedad que garantice la liberación de los más oprimidos y explotados. Y necesitamos hacerlo apoyándonos en nuestra propia fuerza y en nuestra propia organización. Los de arriba, los republicanos y los demócratas, no van a luchar por nosotros en esta crisis. Van a luchar para salvarse a sí mismos, sus beneficios y a un imperio en declinación. La izquierda y la clase obrera, en cambio -en la lucha contra el racismo y la lucha de los trabajadores de la primera línea al comienzo de la pandemia- están luchando por las vidas de las grandes mayorías trabajadoras de Estados Unidos y del mundo.

Para que ese programa llegue a los oídos de mucha gente y se haga carne en la lucha, es necesario construir una organización socialista y revolucionaria de los trabajadores y oprimidos en los Estados Unidos y el mundo. Un partido formado por trabajadores, gente de color, gente de la diversidad y todos los que luchen para preparar las revoluciones venideras.

Las cuestiones programáticas planteadas en esta declaración no pretenden ser un programa completo o terminado. Son una primera propuesta –dirigida a la izquierda, a los activistas del movimiento Black Lives Matter, y a las organizaciones obreras y comunitarias– para discutir las tareas que enfrentamos ahora para defendernos y prepararnos para la lucha futura.

Defender y ampliar los derechos democráticos de la clase trabajadora

Tanto los demócratas como los republicanos son enemigos acérrimos de la clase obrera y de los oprimidos. Representan la dominación de los ricos, cuya única solución a la crisis es obligar a la clase obrera a pagar por ella. Mientras tanto, los derechos democráticos básicos han sido objeto de un ataque creciente. No podemos depender de ningún partido capitalista para defender estos derechos.

Rechazamos a los dos partidos del capital y del imperialismo estadounidense. Las elecciones de 2020 muestran la urgente necesidad de construir un partido independiente de la clase obrera y de los oprimidos, un partido que luche por el socialismo y contra todo tipo de opresión y que presente candidatos socialistas en plataformas y líneas de votación de independencia de clase. Dicho partido utilizaría las elecciones para ampliar su influencia política, ganando escaños en el Congreso para amplificar la lucha de clases y agitar la política socialista. Pero lejos de "votar por el socialismo", esto sería parte de una estrategia más amplia para derrocar al capitalismo y establecer un gobierno obrero, lo cual no puede lograrse en el marco del actual régimen imperialista.

Además, rechazamos la Constitución de los Estados Unidos y el sistema profundamente antidemocrático y opresivo que sostiene. Un documento escrito por los dueños de esclavos hace más de 200 años no debería ser la ley suprema del país. Las instituciones reaccionarias consagradas en este documento, desde la presidencia hasta el Senado, fueron diseñadas para mantener el poder concentrado en manos de la minoría de la clase dominante, excluyendo a las grandes mayorías de las decisiones más importantes de la sociedad. En esta misma línea, también denunciamos a la Corte Suprema como uno de los pilares más poderosos de la clase dirigente de los Estados Unidos. Es despreciable que nueve jueces no elegidos, vitalicios, puedan quitarnos nuestros derechos tan duramente ganados, y debemos luchar contra esto con el poder combinado de la clase obrera y los oprimidos.

El poco espacio en la política burguesa que el pueblo trabajador y pobre ha ganado para sí mismo está limitado y manipulado por el gobierno de los EE. UU. en cada momento, y lo ha estado desde la concepción del país. El derecho al voto no está garantizado en la Constitución. El Colegio Electoral neutraliza efectivamente el voto popular, dejando las decisiones de los más altos cargos del gobierno de los Estados Unidos a funcionarios no electos y silenciando millones de votos. Pero además de esto, las tácticas de supresión de votantes a nivel estatal y local impiden que millones de personas, principalmente gente de color, voten en cada elección. Tales ataques al derecho al voto, muchos de ellos nacidos en la era de las leyes Jim Crow y sostenidos por el racismo sistémico, están destinados a fortalecer el control de la clase dominante.

La democracia obrera es imposible bajo el capitalismo. Pero como socialistas tenemos la responsabilidad de plantear demandas democráticas para proteger las concesiones que nuestra clase ya ha ganado y revelar la naturaleza no democrática del Estado capitalista que no concederá el poder a los trabajadores. Al plantear estas demandas, el movimiento obrero y los movimientos sociales se verán obligados a enfrentar la necesidad de luchar por la democracia radical y concluir, basándose en su propia experiencia, que la clase obrera debe organizarse y derrocar al Estado capitalista.

Siguiendo esta perspectiva, proponemos que las organizaciones de la clase obrera y de los oprimidos asuman la lucha por lo siguiente:

El derecho al voto para todos los residentes de EE. UU., con y sin ciudadanía, para detener la inhabilitación xenófoba de los inmigrantes.

Derecho al voto para todas las personas que han estado o están en prisión, para eliminar el uso del sistema judicial penal como una herramienta racista de supresión de votantes.

Reducir la edad para votar a 16 años para dar derecho a votar a los millones de adolescentes de todo el país.

Inscripción automática de todos los residentes en todo el país en el registro de votantes una vez que alcancen la edad de votar.

Acceso gratuito e irrestricto para facilitar la votación, haciendo del día de las elecciones un día feriado federal, estableciendo el voto fácil por correo en todo el país, abriendo más centros de votación, aboliendo todas las leyes discriminatorias de identificación de votantes y garantizando el transporte público gratuito hacia y desde los centros de votación.

Acceso a las boletas y al debate para todos los partidos, para romper el cerco de los demócratas y republicanos –en connivencia con los medios de comunicación burgueses– que sostiene el sistema bipartidista antidemocrático.

Abolir el Colegio Electoral, que es la consecuencia directa de la esclavitud. Cuando fue creado, el 40 por ciento de las personas que vivían en los estados del Sur eran esclavos negros. Los redactores de la Constitución sabían que los propietarios de plantaciones y agricultores blancos no tolerarían electores negros que representaran a la población recién liberada y con derecho a voto.

Luchar contra el racismo con todo el poder de la clase obrera

El racismo está arraigado en los orígenes del capitalismo estadounidense y la policía. El racismo fue promovido por los capitalistas y los dueños de esclavos para sobreexplotar a los negros esclavizados y crear división y opiniones intolerantes entre los blancos pobres y de clase trabajadora. Ninguna reforma policial pondrá fin a la violencia perpetrada por el Estado contra los negros. Poner fin a la brutalidad policial requiere la completa abolición de la policía y de todo el sistema de "justicia" penal al que sirve, incluyendo el sistema penitenciario-industrial. Pero lograr esto requiere enfrentar al sistema capitalista con todo el poder de la clase obrera, la única clase que está en posición de paralizar el funcionamiento de la sociedad capitalista.

Provocado por las horribles muertes de George Floyd y Breonna Taylor a manos de la policía, el movimiento contra la brutalidad policial y el racismo contra los negros –el mayor de este tipo en la historia de los Estados Unidos– ha transformado el panorama político, trayendo a las calles de las principales ciudades a sectores recientemente radicalizados y desafiando el profundo racismo sistémico que es la base del capitalismo estadounidense. Se ha ganado el apoyo de la mayoría de la población de los Estados Unidos. Una nueva generación se ha radicalizado con el movimiento Black Lives Matter y se ha comprometido a poner fin al racismo sistemático; "abolir la policía" y "desfinanciar a la policía" ya no son demandas marginales. Pero las manifestaciones masivas y la lucha contra la represión no han sido suficientes para imponer ni siquiera nuestros objetivos inmediatos. Las víctimas de la brutalidad policial y sus familias siguen reclamando justicia.

Una tarea inmediata es construir, en particular en los sindicatos, un frente único entre las organizaciones de trabajadores y las organizaciones comunitarias y antirracistas. Para ello, los sindicatos deben romper con la política de colaboración de clases y radicalizar su acción para intervenir con fuerza e independencia, como hicieron los estibadores de la Costa Oeste en su huelga de junio por Black Lives Matter, y como ilustra el movimiento para expulsar a los policías de los sindicatos. Necesitamos asambleas en los lugares de trabajo y en los espacios de los movimientos para planear y deliberar de manera opuesta a la organización vertical del Partido Demócrata, las ONG y los burócratas sindicales. También necesitamos este frente único para discutir, organizar y promover acciones de lucha en el camino de la huelga general.

La clase obrera debe unirse al movimiento Black Lives Matter para exigir estas demandas:

Cárcel a todos los policías asesinos que, con la bendición del Estado, asesinan y hostigan a los negros y morenos y al resto de la clase obrera con impunidad.

Terminar inmediatamente la inmunidad calificada para todos los funcionarios del gobierno. Este principio legal consagra la impunidad del Estado y permite a la policía asesinar y acosar a los trabajadores al servicio de la clase dominante sin temor a represalias.

Reparación para las víctimas de la violencia del Estado, pagadas con los fondos asignados previamente a los presupuestos de la policía.

Libertad a todos los presos políticos y retiro de todos los cargos contra ellos. Liberar a todos los revolucionarios del Poder Negro que languidecen en la cárcel, así como a los de los movimientos chicanos, indígenas y otros. Terminar con la criminalización del movimiento Black Lives Matter por parte de los gobiernos federales, estatales y locales, dirigidos tanto por demócratas como por republicanos. No a la violación de nuestro derecho a la protesta. Basta de arresto y encarcelamiento a los manifestantes con cargos escandalosos.

Echar a todas las organizaciones policiales de todos los sindicatos, inmediatamente, y disolver todos los "sindicatos" de policías que permiten el acoso policial, falsos arrestos, palizas y asesinatos.

Poner fin al uso de mano de obra esclava en las prisiones. Los capitalistas obtienen ganancias millonarias explotando a la clase obrera asalariada y explotando el trabajo esclavo en las prisiones.

Que la crisis la paguen los capitalistas

Estamos en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión –una crisis que es en realidad una continuación y profundización de la recesión de 2008, de la cual tanto el capitalismo como la clase obrera nunca se han recuperado realmente–. La chispa del covid-19 ha prendido fuego a toda la economía mundial; la clase dominante está decidida a hacer que la clase obrera pague por esta crisis. El rescate dado al capital financiero e industrial al principio de la pandemia demuestra inequívocamente que los capitalistas quieren salvarse de la crisis en detrimento de millones de familias trabajadoras y pobres. La única perspectiva realista para evitar este robo a la clase obrera y los pobres es expropiar las corporaciones que han seguido obteniendo beneficios –o que incluso han aumentado sus ganancias– mientras millones de trabajadores perdieron sus empleos como resultado de la pandemia y la crisis económica. Debemos tomar las ganancias que Amazon, General Electric, Walmart, Boeing y otros han obtenido durante la pandemia y reorientarlas hacia la ayuda a los millones de trabajadores y pobres que están luchando durante la crisis. Del mismo modo, debemos nacionalizar el sistema bancario con la expropiación de los bancos privados (protegiendo al mismo tiempo los ahorros de los trabajadores) y formar una banca pública única controlada por los trabajadores y los pequeños ahorristas que guardan su dinero allí.

Al entrar en una larga recesión que trae consigo la promesa de austeridad, la clase obrera debe prepararse para responder a estos ataques, utilizando sus propios métodos -huelgas, paros, apelar a las bajas por enfermedad, y, cuando sea necesario, tomar el control de las empresas que cierran o dejan morir los capitalistas. Solo una clase obrera unida puede luchar contra los ataques que se avecinan y hacer que los capitalistas paguen por la crisis que han creado.

La clase obrera y los oprimidos deben exigir:

Impuestos a los ricos. Los 50 norteamericanos más ricos tienen ahora casi tanta riqueza como la mitad de los Estados Unidos. Los programas sociales que necesitamos para salvar a la clase trabajadora deben ser financiados gravando la riqueza de los ricos parasitarios. Pero esto por sí solo no es suficiente; es una medida básica e inmediata que debe conducir eventualmente a la expropiación de los grandes monopolios de la industria y los servicios y a la planificación racional y democrática de toda la economía.

Ampliar y aumentar las ayudas por desempleo para todos los trabajadores desempleados o subempleados, incluidos los inmigrantes indocumentados, los estudiantes y los que ya estaban desocupados antes de la crisis actual.

Cancelar inmediatamente todas las formas de deuda personal, incluyendo la deuda estudiantil y médica.

Suspender todos los despidos mientras dure la crisis para evitar el empeoramiento del desempleo y proteger los medios de vida de los trabajadores.

Repartir las horas de trabajo entre todos los trabajadores disponibles sin reducción de salario, es la mejor solución a la creciente crisis de desempleo, y reducirá la exposición de los trabajadores al covid-19.

Garantizar los ingresos proporcionados por el Estado a todos aquellos que no pueden trabajar por cuestiones de salud o cuidado de niños.

Proporcionar vivienda para todos aprovechando los millones de apartamentos y casas que están vacíos. Cancelar el pago de alquileres mientras dure la crisis, junto con los pagos atrasados de alquileres desde el comienzo de la cuarentena.

Terminar con los desalojos. No se puede permitir que el covid-19 aumente el número de personas sin hogar. Ninguna persona o familia debe ser expulsada de su casa.

Transformar nuestros sindicatos en armas para la clase obrera

En medio de la crisis de 2020, con un desempleo récord, los lugares de trabajo han sido escenario de acciones para mejorar las medidas de seguridad contra el covid-19 y contra el racismo y la brutalidad policial. Aunque limitadas, estas huelgas, la apelación a las bajas por enfermedad, etc. fueron iniciadas tanto por sindicalistas de base como por personas no organizadas. Esta acción colectiva ha encontrado un nuevo eco en la clase trabajadora: nuevas encuestas muestran que el 65 por ciento de los estadounidenses aprueban los sindicatos, y 60 millones se unirían a uno si se les diera la oportunidad. Pero los sindicatos deben democratizarse plenamente para que puedan ayudar a dirigir la lucha contra la austeridad, el racismo y los ataques a los derechos democráticos. En la actualidad, la dirección de los sindicatos está en manos de burocracias que negocian a espaldas de los trabajadores, en complicidad con los empresarios y los dos partidos del régimen. En contra de los intereses de los trabajadores de base, defienden en cambio los intereses del capital estadounidense que se beneficia de la explotación de los trabajadores de México, China y otros países del mundo.

La historia ha demostrado que el mayor poder de los sindicatos se alcanza cuando hacen una huelga general, uniendo a todos los sectores del movimiento obrero para luchar juntos. Esta será una herramienta importante para enfrentar la crisis y los planes opresivos del capitalismo. Como dijimos anteriormente, los sindicatos deben estar a la vanguardia de la promoción y la construcción de un frente único de trabajadores organizados y no organizados, desempleados, organizaciones comunitarias y organizaciones antirracistas para luchar unidos contra la crisis económica, el racismo y los ataques a nuestros derechos democráticos.

En nuestros sindicatos, debemos exigir:

Organizar a los desorganizados y a los desempleados. Solo uno de cada 10 trabajadores de EE. UU. está sindicalizado actualmente. Eso debe cambiar.

No a las restricciones al derecho a sindicalizarse o al derecho de huelga. Todo trabajador debe tener plenos derechos a un sindicato que pueda luchar y hacer huelga. Derogar todas las leyes injustas que limitan estos derechos.

Expandir la acción en los lugares de trabajo para enfrentar las crisis, tomando como ejemplos a los trabajadores de Amazon en los centros de distribución de todo el país y al “Covid-19 Frontline Workers Task Force” en el Hospital Mount Sinai de la ciudad de Nueva York, donde los activistas de Left Voice ayudaron a crear un comité de coordinación para enfrentar a los patrones y al gobierno por sus fallas en la protección de los trabajadores de la salud. Este tipo de grupos serán importantes para sentar las bases de futuras acciones más amplias a medida que surjan.

Establecer la plena democracia sindical, incluyendo la elección directa de todos funcionarios para que se les pague el salario del trabajador medio y sin ningún privilegio o beneficio especial. Debemos expulsar a la burocracia sindical que negocia con los patrones y se enriquece en detrimento de los trabajadores de base.

Financiar la organización y las huelgas, no a los candidatos burgueses. Durante décadas, el Partido Demócrata ha dado por sentado el financiamiento y el apoyo de los sindicatos, mientras que representa los intereses de la patronal. Es hora de poner los cientos de millones de dólares desperdiciados en los candidatos demócratas en la organización, los fondos de huelga, la ayuda a los trabajadores y sus familias y el apoyo a las organizaciones políticas independientes de los trabajadores.

Poner el cuidado de la salud de la gente por encima de las ganancias

La pandemia del covid-19 ya ha matado a más de 200.000 personas en los Estados Unidos. La respuesta abismal del gobierno y el empuje para reabrir prematuramente la economía no hicieron sino aumentar el número de casos y muertes. Un sistema de atención de la salud dominado por las empresas produjo el resultado inevitable: grandes beneficios para las industrias farmacéuticas y otras industrias relacionadas con la salud, mientras que los trabajadores de la salud se enfrentan a condiciones de trabajo inseguras y millones de personas siguen sin cobertura de seguro médico. Otros trabajadores esenciales se han visto obligados a trabajar sin el equipo de protección necesario. La reapertura insegura de escuelas, impuesta a nivel estatal y federal para que los padres y madres vuelvan a trabajar, ha puesto en peligro a los maestros, al personal, a los estudiantes y a las comunidades y está contribuyendo al aumento del número de casos de covid-19 en todo el país. Necesitamos organizarnos en cada lugar de trabajo para luchar por el EPP y condiciones de trabajo seguras.

La clase obrera y los oprimidos deben exigir:

Nacionalizar la atención de la salud bajo el control de los trabajadores, con atención médica universal y gratuita para todos los que viven en los Estados Unidos, independientemente de su edad, ingresos, empleo o condición de ciudadanía.

Proporcionar un acceso seguro y sin restricciones a la atención de la salud reproductiva, incluido el aborto. El derecho a elegir no debe depender de la decisión de la Corte Suprema, de las leyes estatales o de la capacidad de pagar por procedimientos médicos costosos, especialmente en medio de una crisis económica.

Acceso ampliado y garantizado a la atención médica para todas las personas trans. La pandemia ha puesto a las personas trans en un riesgo desproporcionado. Pero la discriminación y la falta de acceso ha impedido que las personas trans obtengan atención médica por mucho más tiempo. Las personas trans deben tener acceso sin restricciones a todas las formas de atención médica, sin temor.

Poner toda la salud y la seguridad en manos de los trabajadores a través de comités de trabajadores, creados en cada lugar de trabajo, como escuelas u hospitales, que sigan las directrices de los expertos en salud pública. Los jefes y el Estado no deben desempeñar ningún papel en el proceso de toma de decisiones.

Proporcionar testeos y tratamientos gratuitos y ampliamente disponibles de covid-19 para todos, bajo el control de los trabajadores, los profesionales de la salud y los científicos.

Proporcionar licencia paga a todos los cuidadores que deben permanecer en casa para cuidar a otros que están enfermos, en riesgo, o necesitan supervisión.

Abajo el imperialismo norteamericano

El capitalismo estadounidense mantiene su poder no solo oprimiendo a la clase obrera en el país, sino también mediante sus intervenciones en todo el mundo, tanto directamente en forma de acciones militares y sanciones de hambre, como indirectamente patrocinando y apoyando regímenes represivos e instituciones internacionales, así como acciones encubiertas destinadas a sustituir a los gobiernos que se niegan a cumplir sus órdenes. Hoy en día, las acciones del imperialismo estadounidense se centran especialmente en un intento brutal de restablecer el dominio del capitalismo estadounidense en todo el mundo, que pone a los pueblos del mundo en peligro de guerra y privaciones. En medio de una pandemia mundial y una crisis económica, los republicanos y los demócratas se unieron para imponer nuevas sanciones a Irán, Venezuela y Cuba, exacerbando los efectos de la crisis para millones de trabajadores en un intento de afianzarse en estas regiones. Y como hemos visto en la campaña electoral, ambos partidos están en una carrera para ver quién puede tomar una postura más dura sobre China para proteger la hegemonía de los EE. UU.

Las políticas de “America First” [“América primero”] de Trump y la imposición del unilateralismo en la política exterior es una manifestación agresiva de un imperio en decadencia. Pero los planes de Biden para revitalizar el multilateralismo neoliberal tradicional no es el mal menor para las masas del mundo. El enorme presupuesto asignado al ejército estadounidense para perpetuar la dominación imperial también afecta a las masas de los Estados Unidos que carecen de atención sanitaria pública, educación y vivienda. La lucha contra el imperialismo es internacional y unifica a toda la clase obrera y a los oprimidos de todo el mundo. En Estados Unidos, es esencial construir una fuerte oposición a la agenda imperialista de Trump y del bipartidismo estadounidense. Apoyamos las luchas de la clase obrera y los oprimidos en todo el mundo, buscando la unidad internacional que necesitamos para hacer que los capitalistas paguen la crisis y terminen las guerras reaccionarias.

La clase obrera y los oprimidos deben exigir:

Cese las guerras imperialistas, tanto la creciente "guerra fría" como las amenazas de "guerra caliente", que de ninguna manera sirven a los intereses de la clase obrera de ningún país y tienen como objetivo restablecer la hegemonía perdida del imperialismo estadounidense en el mundo. Sin dar apoyo político al gobierno capitalista chino, debemos luchar contra las hostilidades de EE. UU. contra China que representan su agenda imperial.

Retirar todas las fuerzas militares estadounidenses en todo el mundo, de inmediato, ya sea que estén en bases durante el "tiempo de paz" o que participen activamente en guerras, como en Afganistán e Irak.

No prestar ayuda militar estadounidense a otros países que, como Israel, cuentan con armas y dinero estadounidenses para mantener el poder y emprender acciones represivas contra las poblaciones en sus propios países y en otros lugares.

Exigir un Estado palestino único, democrático y laico en todo el territorio histórico palestino, desde el río Jordán hasta el Mediterráneo, y el cese inmediato de toda nueva anexión de Cisjordania. La única manera de hacer realidad esta demanda del pueblo palestino es luchar por el desmantelamiento del Estado israelí como enclave proimperialista y colonial en la perspectiva de una Palestina obrera y socialista donde los árabes y los judíos puedan vivir en paz.

Levantar todas las sanciones de EE. UU. contra otros países, que impiden a los pueblos –desde Irán a Cuba, desde Venezuela a Corea del Norte, en Gaza, y en todas partes– recibir los alimentos, las medicinas y otras cosas que necesitan desesperadamente.

Ninguna interferencia de EE. UU. en Venezuela, ya sea a través de actividades encubiertas o amenazas abiertas de intervención militar. Apoyamos a la clase obrera en Venezuela contra la agenda imperialista de los Estados Unidos. Esto no significa, sin embargo, dar apoyo político a los gobiernos capitalistas, pro-capitalistas o totalitarios de ningún país. Por el contrario, luchamos por la libertad de los trabajadores y los presos políticos oprimidos, y exigimos el fin de la represión contra la clase obrera y los oprimidos en Venezuela y en todos los demás países.

Poner fin a la falsa "guerra contra las drogas" que el imperialismo estadounidense utiliza como cobertura para intervenir en los países para apuntalar gobiernos amigos y promover los intereses del capital.

Cancelar toda la deuda externa, una herramienta de opresión que el capitalismo utiliza para mantener a la mayoría de las naciones del mundo dependientes de los países imperialistas a través de los bancos e instituciones financieras internacionales (como el Banco Mundial y el FMI) que llevan a cabo las demandas del capital.

Respetar la autodeterminación de todas las colonias de los Estados Unidos, que el gobierno de los Estados Unidos llama "territorios", como Puerto Rico, en el Caribe y el Pacífico.

Luchar contra la xenofobia y la opresión de los inmigrantes

El imperialismo ha creado condiciones insoportables para las masas de los países semicoloniales a través del militarismo, la guerra contra las drogas y la penetración masiva del capital transnacional. Es la causa más profunda de la migración a los Estados Unidos, principalmente desde América Central, México y el Caribe.

El régimen bipartidista siempre ha aplicado la misma opresión a las comunidades inmigrantes y racializadas dentro de sus fronteras. La historia de los Estados Unidos está impregnada de violencia estatal y racismo sistémico contra las personas de color, desde la colonización, el desplazamiento y el genocidio de los pueblos indígenas del continente hasta la esclavitud masiva de los negros secuestrados en África. Las masas del mundo y de los Estados Unidos tienen el mismo enemigo. Por eso la lucha por un mundo sin fronteras es internacional.

Con la pandemia en curso y las crisis económicas resultantes, el Estado capitalista está reforzando los ataques contra los inmigrantes y las comunidades indocumentadas. Los centros de detención del ICE [Servicio de Inmigración y Control de Aduanas] han sido semilleros de covid-19, y el Estado ha negado a los detenidos la atención médica adecuada, permitiendo que los inmigrantes mueran bajo custodia. Con métodos de tortura similares a los de los campos de concentración fascistas, los oficiales de inmigración han promulgado horrorosas esterilizaciones de inmigrantes detenidos contra su voluntad. La crisis económica ha golpeado a la población inmigrante con especial dureza, pero el Estado les niega la ayuda y el alivio estatal.

La clase obrera y los oprimidos deben exigir:

Ni un centavo para un muro en la frontera sur de los Estados Unidos, parte de un proyecto racista y antihumanitario para convertir en chivos expiatorios a los migrantes que huyen de la pobreza y la delincuencia en los países que han sido diezmados por el imperialismo estadounidense.

Detener todas las deportaciones y medidas represivas contra los migrantes. Ningún ser humano es ilegal y nadie debe ser expulsado del país en el que decide vivir.

Abolir el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que ha desatado un reino de terror contra las comunidades de inmigrantes en todo Estados Unidos.

Cerrar los centros de detención del ICE, que funcionan como campos de concentración como parte de las brutales políticas de separación familiar y criminalización de la migración que se han desatado contra los más pobres, vulnerables y marginados de la humanidad.

Legalizar completamente y establecer los derechos de los inmigrantes indocumentados que viven en los Estados Unidos, sin importar su país de origen o el color de su piel.

Defender los derechos de los pueblos originarios a sus tierras y a la autodeterminación. Así como este país se construyó sobre la esclavitud de los negros, también se construyó mediante la colonización, el desplazamiento y el genocidio de los pueblos originarios del continente. Hace mucho tiempo que se debe pagar la deuda contraída con los pueblos originarios.

Frenar el cambio climático expropiando el capital

El cambio climático no es un peligro lejano y teórico: es una realidad para la gente de todo el mundo, que se manifiesta en forma de sequías, inundaciones, incendios y un clima devastador. En el año 2020 se han producido incendios sin precedentes en los estados de la Costa Oeste y tormentas sin precedentes que azotan la Costa Este. Es indiscutible que el cambio climático es causado por la emisión de dióxido de carbono, metano y otros gases de efecto invernadero. Los gobiernos capitalistas han demostrado su total falta de voluntad para tomar las medidas inmediatas y drásticas necesarias para detener esta amenaza existencial. Los conservadores niegan la realidad de la ciencia, mientras que los liberales proponen "soluciones" totalmente inadecuadas basadas en el mercado.

El incesante y anárquico afán de lucro del capitalismo es la razón por la que nunca puede ser "verde" o sostenible. La única manera de salvar el planeta es expropiar el capital. La producción debe estar bajo el control de los trabajadores y los oprimidos, para que pueda ser reorganizada para satisfacer las necesidades humanas de manera sostenible, en lugar de acumular riqueza para una minoría parásita. Esto solo puede lograrse mediante un gobierno de trabajadores, pero podemos tomar medidas ahora mismo para frenar el cambio climático.

La clase obrera y los oprimidos deben exigir:

Nacionalizar todas las empresas de energía y la industria automotriz, bajo el control de los trabajadores.

Detener toda extracción de combustibles fósiles y expropiar a los propietarios de todos los productores de combustibles fósiles para sellar los pozos de fracking abandonados e impedir que se siga emitiendo gas metano.

Establecer la conversión total a la energía renovable, lo que solo puede lograrse sacando a la industria estadounidense del control capitalista y centralizando la producción para una rápida transición económica.

Expandir masivamente el transporte público gratuito en todo el país, junto con un rápido aumento de la infraestructura para el ciclismo, para que podamos alejarnos del uso del automóvil individual lo más rápidamente posible.

El gobierno de los trabajadores y la pelea por el socialismo

No hay vuelta a la normalidad de la crisis que el capitalismo ha creado. El momento actual pone de manifiesto las contradicciones de un sistema basado en la opresión de las mayorías para beneficiar a unos pocos. Mientras los incendios arden en todo el mundo y las muertes por covid-19 siguen aumentando cada día, los multimillonarios del mundo se llenan los bolsillos con las ganancias arrancadas al trabajo de los trabajadores esenciales y precarios obligados a elegir entre alimentar a sus familias y exponerse a un virus para el que no pueden permitirse buscar tratamiento.

La clase obrera y todos los oprimidos necesitan una organización que luche y se movilice por sus intereses. Left Voice se pronuncia por un partido de trabajadores que luche por el socialismo. Para reemplazar el violento sistema explotador e irracional del capitalismo y su poder estatal, luchamos por un sistema en el que los trabajadores dirijan toda la sociedad democráticamente. Defendemos un gobierno de los trabajadores que expropie a los capitalistas –un gobierno basado no en el aparato estatal existente, con su policía, tribunales y burocracia trabajando para proteger el capitalismo– sino basado en organismos de auto-organización de la clase obrera.

Ese gobierno de los trabajadores pondría la riqueza de la sociedad bajo el control de todos. Con el tiempo, a medida que los trabajadores organizan sus vidas colectivamente y la democracia alcanza niveles nunca antes vistos, incluso ese gobierno se volvería superfluo. Nuestro objetivo es una sociedad sin clases y libre de toda forma de opresión, como la imaginaron los primeros que le dieron un nombre: comunismo.

Traducción: Maximiliano Olivera


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