Las tres economías de América del Norte experimentan importantes subidas en los precios que afectan en primer lugar a los más pobres y a los trabajadores.
Jueves 18 de noviembre de 2021
La tasa de inflación de los tres países que conforman el T-MEC experimentan una subida generalizada de los precios que no tenían en décadas. En el caso de Estados Unidos, la inflación se encuentra en un 6.2 por ciento anual, el más alto desde hace más de 30 años en 1990, por su parte la inflación en Canadá calcula una inflación del 4.7 por ciento anual, cifra no vista desde 2003.
La inflación de México, el país menos industrializado con más atraso y dependencia en Norteamérica, se estima en un 7 por ciento anual. Esto significa un aumento de precios que deja muy por detrás a los salarios de la clase trabajadora, los cuales de por si son precarios en la mayoría de los casos.
En este escenario, se prevé que el rebote de la economía luego de la crisis desatada con la pandemia del coronavirus, se modere, lo que significaría un escenario de bajo crecimiento con inflación, la temida “estanflación”, situación que, de desarrollarse, afectaría enormemente al pueblo trabajador con mayor desempleo y precariedad laboral.
La inflación es un mecanismo por medio del cual las grandes patronales aseguran niveles de rentabilidad pues los salarios no crecen al mismo ritmo que los precios, lo cual provoca pérdida en el poder adquisitivo para los trabajadores.
Los niveles inflacionarios al alza, se relacionan por un lado con el aumento del precio de los energéticos y de las materias primas provocada justamente por la reactivación económica internacional, al mismo tiempo, el desfase que vienen atravesando las cadenas globales de suministro empujan el aumento de los precios.
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Para contrarrestar la inflación, el gobierno de Estados Unidos podría aumentar la tasa de interés, sin embargo, esto podría generar una crisis financiera mayor producto del sobre endeudamiento que tienen grandes conglomerados capitalistas y corporaciones, y podría llevar a la bancarrota a familias trabajadoras endeudas con grandes bancos.
Por otro lado, dado que para los gobiernos capitalistas hay que “dejar actuar al mercado”, no se toma ninguna medida para contener el alza de precios, siendo quienes viven de su salario, la inmensa mayoría, quien, una vez más, está pagando los platos rotos de momentos críticos en la economía.
Para controlar la suba de los precios son los trabajadores en las distintas industrias quienes deben controlar los mercados, estableciendo controles de precios desde comités obreros y populares, con las cifras claras de cuáles son los costos de operación y eliminando la ganancia capitalista de la ecuación. Es necesario luchar por un modo de producción que le sirva a la mayoría, no a un puñado de millonarios.