A 112 años del suceso que desató la primera revolución obrera del siglo XX. ¿Qué hechos se informaron y cuáles no? ¿Con qué informantes contaba el país? ¿Cuál fue su impronta de clase? ¿Quiénes lo leyeron y qué tipo de atención recibió?
Domingo 22 de enero de 2017 00:17
El 22 de enero [o 09, según el calendario juliano] de 1905, cerca de doscientos mil obreros que enarbolaban imágenes religiosas y retratos del Zar, caían en manos de la Guardia imperial rusa, quienes respondían directamente a las órdenes del propio Zar Nicolás II.
Esta matanza frente al Palacio de Invierno (San Petersburgo) conocida bajo el mote de “Domingo sangriento”, abrió un año entero de conflictos sociales y políticos detonando la primera revolución obrera del siglo XX, que sería la antesala de la Revolución de Octubre de 1917.
Antecedentes del “Domingo rojo” y sus “ecos” en el país
Antes, incluso, de la brutal masacre, el seguimiento continuo por parte de la prensa Europea sobre los acontecimientos en el Cáucaso y Rusia, resonó en los sectores mejor informados del país a partir de la agudización del gran malestar social y político que se expresaba en dichos procesos huelguísticos.
Llegaban a Venezuela por medio del cable francés Agencia Havas [1], y fundamentalmente por medio del boletín bursátil Agencia Pumar (que en ocasiones lograba editar dos entregas diarias) propiedad de los hermanos Pumar, una familia dueña de casas comerciales. Los principales periódicos nacionales existentes para la época, se servían de ellos como fuente de información internacional.
Membrete de la Agencia Pumar para la época
El 10 de enero del propio año 1905 (doce días antes de la vil masacre) la Agencia Pumar en su segunda edición del día deja registro sobre la clausura de la Universidad de San Petersburgo por parte de la Duma del Estado, órgano consultivo que respondía al Zar Nicolás II.
Al día siguiente [11 de enero] reproduce la famosa carta del escritor León Tolstoi dirigida al Zar, implorándole reformas que iban muy a tono con las demandas del movimiento reformista liderado entonces por el sacerdote Gapón, la misma carta donde le advertía que de no concederlas se vendría una violenta irrupción obrera.
Este mismo boletín de Agencia Pumar temía la: “…sorda agitación (que) ruge en todo el imperio y que se manifiesta con resoluciones de protesta de parte de asambleas de obreros y aún de cuerpos directamente dependientes del Gobierno”.
No obstante la inmediatez de la información recibida y su seguimiento, chocarán con la escasa receptividad de los lectores en la época. El periodista y poeta Jesús Rosas Marcano, quien dirigió una investigación hemerográfica sobre aquellos hechos a 62 años de distancia de los mismos, señalaba que durante el gobierno de Cipriano Castro “los moradores de la ciudad ‘restaurada’, amodorrados aún por los efluvios del año nuevo leen con algún interés en las columnas de Noticias Universales” [1980: 21]
Más no era sólo la “modorra de año nuevo”. Considerando quiénes eran los “moradores” aludidos comprenderíamos su aparente “ausencia de cosmopolitismo”... solo reducidas capas ilustradas con intereses ligados a los estamentos militares y políticos, o bien a representantes extranjeros de casas comerciales residentes en el país (como el grupo Pumar) podrían haber prestado algún interés en aquellos hechos.
Esto se hace tanto más claro tratándose de un Estado burgués que llega tarde a su consolidación, luego de atravesar un prolongado período de levantamientos armados y guerras civiles que deja junto con el analfabetismo de amplios sectores sociales, el notorio rezago industrial y la ausencia de las estructuras de clase propias del capitalismo. [2]
Hacia 1891 tan solo el 19 % de los trabajadores activos eran urbanos (artesanos, jornaleros, profesionales, empleados estatales y privados), estos a su vez se hallaban dispersos y muy pobremente organizados, aun siendo débil predominaba la economía agroexportadora (cacao, café y cría de ganado, sobre todo para el comercio del cuero), las condiciones de servilismo y semiservilismo de conuqueros, peones y arrendados.
Estas condiciones explican la poca receptividad y la tenue atención, en tiempo real, a tales sucesos y otros posteriores en la agitada Rusia de 1905. Sin embargo, ambos países tenían en común la penetración de capitales del imperialismo Europeo, en el caso de Venezuela esta expansión se dio lentamente durante las últimas tres décadas del siglo XIX en sectores como ferrocarriles, telégrafos, tranvías y electricidad.
Esto quizá explica la atención prestada por parte de las Agencias mencionadas a los hechos acaecidos en Rusia, del mismo modo en que las vicisitudes de los capitales extranjeros (europeos) en la Venezuela de 1902-1903 circulaban en prensa europea y rusa, tanto así que el propio Lenin tomaría nota -algunos años más tarde- que en “1903: Alemania + Inglaterra + Italia arrancan las deudas a Venezuela (mediante el bombardeo)” [Tomado de Croes, 1973: 45]
La impronta de la prensa venezolana en torno al “Domingo Sangriento”
En su edición del 23 de enero de 1905, el boletín de la Agencia Pumar publica el avance:
Grave situación en San Petersburgo
San Petersburgo, enero 22
Hoy han ocurrido aquí serios desórdenes; se han librado verdaderos combates en las calles; el fuego de los cosacos ha sido mortífero; se ha hecho también uso de los sables y de los fuetes. Resultado: centenares de muertos y heridos.
La situación es gravísima: los huelguistas enfurecidos por la muerte de sus compañeros han jurado vengarse.
Se aguardan nuevos desórdenes. [22]
Los hechos narrados marcaron un punto de inflexión en el escenario político del imperio ruso de los zares y en la conciencia de las masas, en palabras de Lenin: “reveló la agonía de la fe secular del campesinado en el ‘padrecito zar’ y el nacimiento de un pueblo revolucionario encarnado por el proletariado urbano” [“El ‘padrecito zar’ y las barricadas”, 1905]
Las noticias del “Domingo sangriento” llegaron con detalle al país a través de los cables mencionados (Agencia Pumar y Agencia Havas [2]), y tomando de ellos también su impronta fueron replicadas por algunos periódicos nacionales de la época, el único de ellos que merece mención pues se mantendría hasta bien entrados al siglo XX era el ultraconservador La Religión, fundado en 1890 y que fue el órgano informativo de la iglesia católica. Hacia 1905 pero en el mes de julio aparecía (el también conservador) El Luchador, diario vespertino de Ciudad Bolívar, que también se ocupaba de las noticias internacionales a partir de dichos cables.
En cuanto al ángulo tomado por aquellos, tomemos como ejemplo el fragmento arriba citado, que por supuesto es ampliado con detalle por los informantes con similar estilo. El tono de la narración se desliza entre la denuncia del evidente despotismo de la Guardia Imperial, y el espanto ante la furia de los huelguistas, no se precisa demasiado para percibir de qué lado de las barricadas se narra, más no sería ese el único criterio a tomar en cuenta.
El mencionado periodista Jesús Rosas Marcano señala en su investigación que del “agitado y lleno de motines” (año 1905) tan solo “se van a singularizar dos hechos” en la prensa venezolana de la época, estos son “el célebre ‘domingo sangriento’ de enero y la insurrección en junio de la tripulación del acorazado de ‘Potenkin’” [21-22] que también tendría una detallada cobertura, sin embargo, los sucesos revolucionarios del último trimestre no tendrían la misma atención por parte de la prensa nacional de la época.
¿Cómo era esto posible? La temperatura social no era para nada menor a los hechos precedentes del año 1905, y tampoco se debía a la ausencia de fuentes, en medio del torbellino revolucionario el Sóviet puso en práctica la más auténtica libertad de prensa, incluso el bien conocido Izvestia Sovieta Rabóchij Deputátov [Noticias del Sóviet de Diputados Obreros] apareció de octubre a diciembre de 1905, como boletín informativo de las actividades preparadas por el Sóviet de Petersburgo, del cual León Trotsky sería vicepresidente primero, y luego presidente.
Más bien parece ser que la rapidez con que avanzaban los hechos descolocó a la burguesía liberal rusa que durante un largo tiempo se mantuvo entre bregar por reformas en el sistema político y su respaldo tácito al “padrecito zar” temiendo la irrupción de las masas obreras bien entradas en la escena política para la fecha, y por supuesto, la expresión de todo esto se hizo notar en su propia prensa nacional y extranjera.
El mismo Trotsky algunos años después de haber cumplido un rol central en la revolución de 1905, puntualizaba que “Después del 9 [22] de enero, la revolución había mostrado que era la que educaba la conciencia de las masas obreras”. Todo el año 1905 fue de hecho un ensayo general para los futuros alzamientos, de su derrota se extrae la necesidad de que los obreros cuenten con un partido revolucionario suficientemente organizado, preparado en la lucha de clases y ligado al movimiento de masas para acelerar dicho proceso de “toma de conciencia (de clase)” a través de una estrategia para la toma del poder.
Lenin, a la cabeza de los bolcheviques, escribía el 25 de enero, apenas tres días después de aquella funesta masacre: “Es posible que el gobierno logre aplazar la hora del ajuste de cuentas, pero eso puede sólo hacer más grandioso el siguiente paso del empuje revolucionario” [El comienzo de la revolución en Rusia] ese dicterio tomó cuerpo 12 años más tarde, en sucesos que también serán reseñados por la prensa venezolana de la época, como lo veremos en siguientes entregas.
Se recomienda la lectura de León Trotsky, 1905 (compilación), Bs. As., CEIP, 2006.
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[1] La compañía francesa de cables telegráficos Agencia Havas, hoy Agence France-Presse, desde 1902 estuvo alineada con el bloqueo naval a las costas venezolanas, y los intentos conspirativos del banquero y ex Ministro de Hacienda Manuel Antonio Matos por hacerse del poder, imponiendo un cerco mediático en función de los intereses del imperialismo europeo, con la “Doctrina Drago”. En 1906, en una medida de elemental defensa nacional frente al asedio imperialista, el gobierno del caudillo liberal Cipriano Castro decide disolver el contrato con Agencia Havas, la medida será revertida en 1913, cuando su sucesor, el dictador Juan Vicente Gómez, retoma las relaciones diplomáticas con el gobierno imperialista francés.
[2] Lauriño [2013: 10] sitúa el período comprendido por la dictadura de J. V. Gómez, 1908-1935, como “obrerismo embrionario”, en tanto que para Lucena [2007: 48] el período de “formación de clase y antecedentes del movimiento obrero” sería 1926-1936. La existencia de la clase obrera y aun del movimiento obrero, está entrelazado a la expansión del capital monopolista petrolero del imperialismo Anglo-Holandés y Estadounidense a partir de 1914, cuando se dio la primera perforación exitosa en términos comerciales, hacia 1905 no podemos hablar de una clase obrera como sector diferenciado del resto de los trabajadores, ni mucho menos una burguesía autóctona que aparecería décadas más tarde producto de la protección estatal y directamente beneficiaria de la renta petrolera.
Bibliografía
Jesús Rosas Marcano (1980). La revolución socialista de octubre en la prensa venezolana de la época. Caracas: Ediciones Centauro; serie azul, vol. I