Entrevistamos sobre la situación actual y las perspectivas de la izquierda al sociólogo y ensayista, quien es parte de los más de 400 artistas, intelectuales y científicxs que han firmado la declaración en apoyo a la LISTA 1 A del Frente de Izquierda y los Trabajadores Unidad.
Miércoles 8 de septiembre de 2021 20:09
1) En la declaración se habla de la crisis que atraviesa el país ¿vos cómo la ubicarías históricamente?
La crisis nacional tiene su propio lugar y su especificidad dentro de la internacional. Hay una crisis mundial del capitalismo, de la que inevitablemente participamos, y que se viene agravando desde el 2008, cuando no casualmente comienza el retroceso y agotamiento de los gobiernos llamados “progresistas” en América Latina. Pero no se trata solamente de una crisis económica, sino que atraviesa todos los niveles: es una crisis política, social e ideológico-cultural, digamos. El colapso de todos los proyectos “razonables” de la clase dominante para salir de la crisis es fenomenal. Antes, las crisis le servían al capitalismo -salvo que desembocaran en una revolución, por supuesto- para rearmarse, renovar sus fuerzas productivas, ensayar nuevos modelos de acumulación, etcétera. Así sucedió a fines del siglo XIX o en la crisis de 1929, por ejemplo. Eso no pasa más, desde la gran “crisis del petróleo” de 1973. Desde ya, se renovaron, y se crearon, nuevas fuerzas productivas (ahí está la “revolución informática” y todas sus consecuencias), y se produjo la denominada “financiarización”, pero no hubo una auténtica creatividad que revolucionara la lógica del sistema (salvo quizá en China, con su modelo novedoso de capitalismo pujante conducido por un Partido llamado “comunista”).
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El capitalismo está totalmente estancado y su crisis es estructural y sin salida. No hay una burguesía en ascenso que produzca gran cultura y renovaciones de lo político, como sucedió desde el Renacimiento hasta el siglo XIX. Ahora solo hay decadencia en todos los planos. El problema es que la decadencia de una clase dominante, cuando no es reemplazada por otra, solo genera destrucción: destrucción de la naturaleza, incremento de la pobreza, la marginalidad y la desigualdad, racismo, neofascismo, etcétera. En la Argentina no estamos libres de estos males, y, al contrario, la pandemia, montándose sobre la crisis, los ha agravado, contra todas las predicciones irresponsablemente optimistas de que íbamos a salir de esto mejorados como especie, refundando el “lazo social”, y paparruchas por el estilo. Dentro del capitalismo decadente y en crisis, no se puede mejorar ninguna especie ni refundar nada.
2) Yendo más puntualmente a la situación actual ¿cómo la ves? y dentro de ella ¿cómo ves los planteos del gobierno y la oposición patronal?
Como decíamos, es una coyuntura de enorme crisis también para nuestro país. Con niveles de pobreza y marginalidad rayanos en el 50 % de la población, no puede ser de otra manera. Y solo estoy mencionando uno de los problemas. El gobierno siempre puede aducir la “pesada herencia” del macrismo, o que le tocó gobernar con pandemia, y demás. Y es cierto, pero planteado así es abstracto. Es poner el carro delante del caballo. Si en los primeros tres meses se hubieran tomado algunas medidas realmente radicales, la herencia y la pandemia se podían haber administrado de otra manera. Por supuesto, no es una sorpresa: sabíamos que iba a ser así. Aunque pueda haber significado un alivio sacarse de encima un gobierno peor como el de Macri, sabíamos que este se iba a guardar muy bien de patear el tablero grande de las clases dominantes. Que es un gobierno del Amago, pero no hago: el modelo “Vicentin” o el modelo “Hidrovía”, para hablar rápido. De ahí no va a salir ninguna solución decisiva, ni siquiera para la burguesía “nacional”, si es que tal cosa existe, no digamos ya para las clases populares.
En cuanto a la oposición de derecha, en el mejor de los casos no hace más que repetir las viejas recetas neoliberales (lo digo así porque en efecto son viejísimas, aunque siempre se las quiere hacer aparecer como novedad) que profundizaron el desastre en el gobierno anterior, y que suponen descargar la crisis aún con más peso sobre las espaldas de la clase obrera y el pueblo empobrecido. Y en el peor, existe el peligro de una derechización, y aún una semi-fascistización, del conjunto del clima político, apoyada en la desesperación, la desconfianza o la indiferencia de buena parte de la sociedad. Esta es nuestra propia crisis “decadente”: cuando los grandes debates, en plena campaña electoral, pasan por discutir las fiestitas de cumpleaños o cuánto se “garcha” dentro de X movimiento político, podemos estar seguros de que estamos en el fondo del pozo de esa decadencia que es una completa degradación de los lenguajes políticos. Tampoco nuestras clases dominantes locales y sus expresiones políticas tienen la más mínima idea de cómo salvar los trapos. No existiendo todavía una izquierda lo suficientemente fuerte como para capitalizar la crisis, el peligro es que, al menos durante un período, lo haga la extrema derecha: he ahí un fenómeno como el de Milei -por ponerle un nombre propio-, que en otro contexto nos hubiera parecido de risa carnavalesca. Pero bueno, también Bolsonaro parecía al principio un payaso delirante…
La declaración que ya fue firmada por más de 400 artistas, intelectuales y cientificxs plantea apoyo a la lista 1A del FIT-U en estas elecciones, ¿por qué dirías que es importante el apoyo al FITU?
Me parece que la respuesta se desprende de las premisas anteriores. Es imprescindible, para empezar a atisbar una transformación que sin duda llevará tiempo y lucha, fortalecer a la izquierda anticapitalista en todos los planos. En los lugares de trabajo, en los sindicatos, en los territorios barriales, en las universidades y colegios, en los movimientos de mujeres, de las disidencias, de la juventud, de los derechos humanos. Y también, por supuesto, en el parlamento. Porque una cosa es lo que clásicamente se llama “cretinismo parlamentario”, otra es que la izquierda irrumpa en las instituciones burguesas llamando la atención sobre su diferencia específica, que es la de expresar en ellas todos esos otros espacios y experiencias de lucha, para reforzarlas, para procurar mostrarle a los sectores populares indecisos, descreídos o agotados que solo la continuidad de esas luchas podrá abrir las ventanas para salirse de la decadencia y la crisis. Y que la única que tiene la voluntad de hacer eso es la izquierda. Lamentablemente, no hemos podido llegar a estas PASO -que son una trampa burguesa de las más repugnantes- con una izquierda unida en el plano electoral, que hubiera fortalecido mucho sus posibilidades.
Muchos/as bregamos para eso, y no lo conseguimos. Quizá se pueda lograr para las elecciones de noviembre, no lo sé. En todo caso, hay que seguir intentándolo, porque la crisis es muy grave, y la izquierda tiene que estar preparada para ofrecer una salida diferente (estamos a punto de cumplir 20 años del “argentinazo”: quién sabe si no hay que estar listos para algo semejante). Mientras tanto, parece lo más racional apoyar a quien tenga más posibilidades de sortear aquella trampa burguesa y llevar la lucha también adentro de los parlamentos.