Ante el fallecimiento de Eduardo Molina, camarada importante de trayectoria en las filas de la Fracción Trotskista (FT-CI) y en el PTS, publicamos aquí las palabras de Milton D’León, con quien compartió largos años de militancia y colaboración política constante.
Jueves 26 de septiembre de 2019
Aunque ya estaba al corriente de su situación, me llegó con profunda tristeza el fallecimiento de Eduardo Molina. Sabía de su estado de salud y así como de los pocos días que le restaban, pero aun así fue un duro golpe recibir el mensaje que me llegaba de su muerte.
Al momento de enterarme este 25 de septiembre no pude escribir, se me hacía difícil la palabra. Fueron muchísimos años de estrecha relación personal y política. Lo conocí a comienzo de los años 90 en Buenos Aires, en la primera vez que llegó a una reunión de la vieja Comisión Internacional del PTS que compartíamos con otros camaradas. A partir de entonces se inició esa colaboración permanente en el plano político, y poco a poco lo fui conociendo cada vez más en el plano personal hasta poder construir esa correspondencia que van marcando los pasos de la vida.
Luego las diversas tareas políticas nos llevaron por otros países, pero, aun así, la distancia no fue obstáculo para darle continuidad a esa relación personal y política. No hubo momento en que no intercambiáramos, sea en el plano formal o informal, impresiones políticas, contribuciones y aportes, así como escritos comunes. El último trabajo conjunto que escribimos fue sobre Nicaragua a mediados del 2018, en medio de la turbulenta crisis política y de lucha que azotaba a este país, todo esto en medio del intercambio diario para seguirle el pulso a la situación. A comienzos de este año también se nos cruzó Venezuela, que fue sobre el último país que tratamos en profundidad y sobre el que realizó aportes.
Me encontré con él por última vez en su casa, durante mi último viaje a Buenos Aires, luego de finalizar la Conferencia Internacional que realizamos como Fracción Trotskista. Fue durante una tarde agradable de otoño, y nos entretuvimos conversando sobre los más diversos temas, tanto personales como los políticos del momento. Me habló de su trabajo -casi en fase de finalización- sobre la historia de la Revolución de Bolivia de 1952, así como siempre de nuestro habitual repaso sobre América Latina en sus diversas aristas, sin dejar de estar interesado en el trabajo que realizaba en Venezuela y en cómo podíamos seguir la colaboración.
Es que Eduardo impresionaba por su enorme conocimiento sobre América Latina, las particularidades y tendencias de los más diversos países. Pero no se quedaba allí, sabía explorar también sobre otros países y sobre los más variados temas, incluyendo los culturales. Se veía que estaba en capacidad intelectual de dar mucho más, pero la vida suele jugar esas malas pasadas.
El trotskismo pierde a un importante camarada que batalló por la Cuarta Internacional, ese Partido Mundial por la Revolución Socialista fundado por León Trotsky, pues no dejó de ser un perseverante luchador por su reconstrucción/refundación con su gran trayectoria política en la Fracción Trotskista y el PTS.
Es que es indiscutible que Eduardo Molina fue un gran animador en la construcción internacional e infatigable luchador por la revolución socialista internacional. Por eso hoy el más importante homenaje que le podemos hacer es redoblar nuestra lucha por la revolución internacional y por la IV Internacional. ¡Eduardo Molina, hasta el socialismo siempre!
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