Rebrotes en 26 provincias, con el 40% de los casos en temporeros en mataderos de Aragón, que en algunos casos han dormido semanas en la calle. Los medios responsabilizan a los trabajadores migrantes, mientras la razón está en las terribles condiciones de vida y explotación de la plantilla.
Sábado 27 de junio de 2020
Los nuevos rebrotes del virus están directamente ligados a la precariedad y la insalubridad de la industria alimentaria, especialmente en las condiciones que sufre la clase trabajadora en los mataderos y el campo, en su mayoría migrante. El 40% de estos nuevos casos en todo el estado se ha dado en estas empresas en cuatro comarcas de Huesca, que han tenido que retroceder a la Fase 2. Trabajadores migrantes temporeros, trabajadores de la industria cárnica y personal de residencias están entre los grupos más afectados por estos rebrotes.
La Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (Anice) habla de “estricto cumplimiento” de seguridad e higiene de la industria. La empresa Litera Meat en Binéfar (Huesca) ha culpabilizado directamente a los trabajadores, sosteniendo en los medios que los jóvenes se contagiaron fuera de sus instalaciones por haber participado de un “botellón”. La realidad que no cuentan es que muchos de esos trabajadores estuvieron desde marzo a mayo viviendo en la calle o en asentamientos de infraviviendas, o que no contaban con la protección necesaria en las empresas.
1000 infectados por covid19 en Litera Meat en Binéfar (Huesca)
Las condiciones laborales en los mataderos son deplorables y los trabajadores migrantes se ven obligados a vivir en condiciones de hacinamiento, sin las más elementales medidas de protección ante la enfermedad. El régimen de subcontratas vigente en la industria cárnica permite a las empresas utilizar mano de obra migrante muy barata sin garantizar condiciones de seguridad e higiene en medio de la pandemia.
Los centros industriales con personal subcontratado y migrante, sin protección, pésimas condiciones de vivienda y expuestos a muy bajas temperaturas durante la jornada laboral son lugares de contagio ideales para el virus, porque los empresarios priorizan sus ganancias por sobre las vidas de los trabajadores y sus familiares.
Tal y como explica la Intersindical de Aragón, “Mucha gente no entiende el idioma y les obligan a firmar papeles informativos sobre el COVID-19, es una práctica meramente de trámite para que la empresa pueda cubrirse las espaldas en caso de nuevos brotes, pero la realidad es que los trabajadores y trabajadoras siguen desinformados de la realidad. “.
El caso al que se refiere esta información es el de Frutas Espesa en Zaidín (Huesca), en el que además indican que en esas condiciones había menores sin la edad legal para trabajar en los que se ha utilizado DNI de mayores de edad. Otro de los focos se encuentra en Fraga (Huesca) donde los temporeros durmieron durante semanas en las calles de la localidad al no habilitarles la patronal ni el consistorio ningún tipo de alojamiento.
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Más de 80 asociaciones de las comarcas afectadas piden el "cierre temporal inmediato de los mataderos, convertidos en el principal foco de COVID-19 de la zona” y que se garanticen ayudas públicas para quienes trabajan allí, readmisión de las personas despedidas durante la pandemia y que “reparen todo el daño causado a las víctimas, sus familias y al conjunto de la población”.
El sistema de contratación en origen es la base de muchos sectores de la producción, no solo agraria, y esta explotación extrema de los sectores de inmigrantes se apoya en una legislación preparada por los distintos gobiernos que permitió un retroceso en sus condiciones laborales. En la década del 2000 se crearon los "contratos en origen", para regular la inmigración y garantizar a los empresarios que los trabajadores extranjeros fueran contratados desde sus países bajo “condiciones especiales”.
Si la primera ola del Covid golpeó especialmente a los barrios obreros y populares, a los trabajadores y trabajadoras más precarias de los sectores esenciales, a los migrantes sin derechos, el rebrote puede ser un segundo azote aún más duro ya que ahora se suma a los efectos de la crisis económica, la precariedad, el desempleo y la falta de recursos. Por eso, la formación de comités de higiene y seguridad sanitaria en todos los lugares de trabajo, elegidos democráticamente por los trabajadores y trabajadoras, es una medida urgente para evitarlo.
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Esta pandemia está desvelando con toda claridad los dañinos mecanismos del capitalismo, sus desigualdades y una explotación sumamente cruel. También revela el carácter imperialista y reaccionario del Estado español y sus CIEs y leyes de Extranjería, que deben ser derogadas, garantizando papeles para todxs.
Lxs temporerxs son "trabajadorxs esenciales", no sólo ahora sino en todo momento. Deben disfrutar de condiciones de trabajo dignas, de protección social y de salarios acordes con la trascendencia de sus tareas. Es inaceptable que los patronos occidentales se aprovechen de la pobreza de lxs trabajadorxs, forzándoles a poner en peligro sus vidas.
"El racismo institucional es la raíz, luchar contra el racismo es luchar contra el capitalismo"
Jorge Remacha
Nació en Zaragoza en 1996. Graduado en Historia en la Universidad de Zaragoza. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español y en la agrupación juvenil Contracorriente.