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Red Internacional
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BRASIL POLÉMICA EN LA IZQUIERDA. El ’Que se vayan todos’ del PSTU los lleva a celebrar las fechorías de los golpistas

Un marxismo sin pies ni cabeza que defiende la misma "táctica" que la burocracia de derecha y la bancada evangélica: la caída inmediata de Dilma, no importa cómo o por quién, bajo el fantasioso argumento de que todo siempre va hacia la izquierda.

Leandro Lanfredi

Leandro Lanfredi Trabajador petrolero | Rio de Janeiro

Jueves 28 de abril de 2016

Después de muchas maniobras verbales en asambleas y volantes en los que decían que no estaban a favor del impeachment, que querían más que eso, donde un imaginario “Que se vayan todos” sería posible después de una huelga general para exigir “elecciones generales” que ocurrirían incluso cuando son incapaces de parar las fábricas que dirigen contra los despidos, el PSTU mostró su verdadera política: Que se vaya Dilma YA. No les importa si será por las manos del vicepresidente Michel Temer (PMDB), el diputado Jair Bolsonaro (bancada evangélica) o presidente de Diputados Eduardo Cunha (PMDB, involucrado en escándalos de corrupción).

Para este supuesto marxismo, sin pies ni cabeza, sin un sentido de vergüenza por defender lo mismo que los voceros más reaccionarios del país, todo siempre va hacia la izquierda. Es una pena que el mundo no sea así, porque en ese caso no necesitaríamos partidos ni el esfuerzo consciente de abnegadas generaciones que nos anteceden. En el automatismo sin importar qué sujetos ni qué programas, todo transcurriría con tranquilidad y favorablemente. Lo peor no es solo que el mundo no es como quisiera su comité central, sino que existan trabajadores y jóvenes que escuchan a quienes enarbolan la revolución, se visten de rojo, pero silenciosa y vergonzosamente reivindican lo que dice la derecha opositora.

Hemos polemizado repetidas veces en Esquerda Diario con su política de ser quinta columna de la principal cámara patronal del país, la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) y de la derecha, planteando la falsedad de la consigna "Que se vayan todos” ya que solo habría un "Que se vayan todos" en Brasil, uno conducido por el juez Sérgio Moro o las clases medias pudientes que aplaudieron al juez o al diputado Bolsonaro. Afirmábamos que su política se resumía y confluía con el “Que se vaya Dilma” de la derecha, polémicas que se pueden leer en ediciones anteriores. El día siguiente al de la reaccionaria y golpista votación en Diputados, el eterno presidente y candidato Zé Maria afirma lo contrario.

Dice lo que siempre hemos dicho que defendían, el impeachment ya. Lo demás es lo demás, accesorios verbales para engañar, hacer parecer de izquierda una política de derecha, que aplaude el golpe. Con esta política confluyen con el sector más de derecha del país, que evidentemente tiene alguna resonancia en sectores de trabajadores y la juventud. Si no fuese así, más que un golpe institucional sería necesario un golpe militar.

El diario O Globo mostró una conversación entre Cyro García (PSTU de Río de Janeiro), otro eterno candidato, y una mujer de la alta sociedad (¡!) y ella decía que tenía acuerdo con él, con quien ya había tenido acuerdo en 1992 (año del impeachment a Fernando Collor), mostrando cierta estabilidad en la política sin un corte de clase, fuese en medio de un cuestionamiento progresista en 1992 desviado por el mecanismo bonapartista del impeachment, o ahora en el reaccionarismo de la Cámara de Diputados brasilera en 2016.

En el video de Zé Maria al que hicimos referencia, además de afirmar que Dilma debería caer inmediatamente (ver a partir del minuto 01:10), critican al PSOL por haber votado por el "Que se quede Dilma" (01:46). Como si fuese lo mismo para los marxistas, o simplemente para demócratas, republicanos consecuentes, como se reivindican algunos parlamentarios del PSOL. La posición de los supuestos marxistas del PSTU es indefendible. Se trata en la práctica, sin tergiversar, de "Que se vaya Dilma, celebraré igual aunque sea por las manos de Bolsonaro este primer paso del Que se vayan todos".

Para el lector cauteloso, que no se conforma que un grupo conocido por una larga oposición de izquierda al PT esté defendiendo la misma posición de Bolsonaro en lo que se refiere a Dilma, ¿es posible ser de izquierda, marxista, revolucionario, y no posicionarse sobre un golpe, aunque no sea uno conducido con las bayonetas al frente? ¿Es lo mismo para los trabajadores que sea secuestrado el sufragio y puesto en manos de diputados corruptos y reaccionarios la decisión de quién gobierna el país? ¿Es posible asistir impávido que los medios, los tucanos (partidarios del PSDB), el PMDB y los reaccionarios de todo tipo derrumben a un gobierno para instituir otro que ajuste aún más de lo que ya venía haciendo o lograría hacer el PT, que este futuro gobierno se apoye en medidas autoritarias que ya existen a diestra y siniestra en las favelas, pero que si son naturalizadas aumentarán, como la cárcel sin condena o los traslados coercitivos, entre otros?

Peor aún, es posible reivindicarse de izquierda y, luego de este show de horrores que es la forma concreta con la que está siendo derribado el gobierno de Dilma, criticado hasta por el imperialismo (¡!), exigir su caída inmediata, que solo podrá darse por esas manos? ¿O alguien en el planeta Tierra creerá que los números tradicionalmente híper inflados de su manifestación del 1° de mayo, que alcancen los declarados 20.000, habrían influido en el proceso, y que los vencedores serían la clase trabajadora y la juventud y no Temer, Cunha, Bolsonaro, la Fiesp, la Globo? Claro que no, no se trata de eso. Se trata de una victoria para el PSTU de todas maneras.

Todavía no encontraron la valentía para decir eso en nuestra tierra. Pero para ellos se trata de un paso hacia el "Que se vayan todos". No importa con las manos de quién. En su mundo de fantasía, es lo mismo en manos de quién, eso no cambiaría el resultado, todo siempre caminaría hacia la izquierda. Es así, lector. Retomaremos un paréntesis teórico y distante geográficamente antes de volver a Brasil para ilustrar la fantasía.

El PSTU derechiza la teoría de la revolución democrática de Nahuel Moreno, el fallecido dirigente político que anima la corriente histórica de la que hacen parte el MES, la CST y otros grupos menores de Brasil. Al transformar aquella teoría que embellecía revoluciones cualesquiera con sujetos cualesquiera en una práctica política que apoya cualquier derribada de gobierno (no revolución) se transforman en abanderados de izquierda del golpismo internacionalmente (Egipto, Libia, Ucrania y ahora Brasil).

Para quedarnos en un solo ejemplo, en Egipto reivindicaron la caída de la Hermandad Musulmana y la instalación de una dictadura militar como una victoria revolucionaria (¡!). Para ser rigurosos con las fuentes de los estudiosos de los absurdos dichos pretendidamente en nombre de la izquierda, citamos un párrafo: "Por eso, si el gobierno Morsi-HM era un gobierno más del mismo régimen militar, la caída de Morsi como producto de una inmensa movilización, a pesar de la enorme contradicción que significó el golpe militar, no fue una "derrota" (como afirma la mayoría de la izquierda) sino una inmensa victoria democrática de las masas, que abrió un nuevo capítulo en la revolución egipcia".

Les falta coraje para decir lo mismo. Primero el descalabro que el gobierno de Morsi era lo mismo que la dictadura y ahí la dictadura que derriba a su hermano gemelo era una inmensa victoria. Si agarran coraje dirán: "la votación de la Cámara fue una inmensa victoria rumbo al Que se vayan todos, aun con la contradicción de que haya sido por las manos de Cunha, Temer y Bolsonaro, por una ’inmensa victoria democrática de las masas’". Con una izquierda así no hay persona de la alta sociedad que se asuste. No hay Bolsonaro que tema.

El marxismo tiene posiciones de principio, sabe medir las cosas para levantar una estrategia de independencia de clase. Un gobierno burgués de Dilma no es lo mismo que un gobierno burgués que quiebre las reglas del juego para derribarla. No será lo mismo para los trabajadores. Como no lo fue en Egipto. La lucha intransigente contra un gobierno y un petismo que siempre contuvo la lucha de los trabajadores y de la juventud no puede significar darle la mano a la derecha, hay que sacar de las manos del petismo la conducción de los principales sindicatos del país. Pero eso no puede ser tomando las mismas posiciones que Paulinho de Força (la burocracia sindical de derecha), porque si no será él quien se fortalecerá.

El MRT, junto a la corriente internacional de la que es parte, la FT, repudia en la acción este golpe sin defender ni un milímetro las banderas petistas, y levantaremos este día internacional de los trabajadores en Argentina el eje contra el golpe en Brasil, las movilizaciones más fuertes de la izquierda internacional contra el avance de la derecha en América Latina, porque luchar contra un golpe es una posición de principio. Principio que el mismo PSTU defendió en Paraguay cuando hubo también un golpe institucional. Pero el mundo gira, y ahora en el afán de salir de la marginalidad electoral de los últimos años, buscan popularidad en la élite y en quien se ilusione con esas posiciones. La mujer de la alta sociedad aplaude, pero cuando vaya a votar lo hará por Bolsonaro y la farsa de la política del PSTU mostrará su tragedia, incluso electoral.