Algunas reflexiones a partir de la obra maestra de Ingmar Bergman, cargadas de anhelo por recuperar el tiempo para disfrutar del cine, del dibujo, y también de las horas de sueño.
Viernes 27 de marzo de 2020 11:43
Es cerca de la medianoche y acabo de terminar de ver El Séptimo Sello (1957), de Ingmar Bergman. Es de esas películas que todo el mundo conoce sin haberla visto, por una escena particular como es la del caballero de las Cruzadas Antonius Block, interpretado por el recientemente fallecido Max Von Sydow, donde juega una partida de ajedrez con la Muerte, en una Europa asolada por la Peste Negra.
Si bien el juego está presente durante toda la película, hay una escena en particular en que Antonius reflexiona sobre que su vida había transcurrido buscando, vagando y hablando sin ningún significado. Antonius no lo dice con amargura, o reprochándoselo: entiende que las vidas de los demás también eran así. Pero su encuentro con la Muerte y el desafiarla a jugar al ajedrez, le dan una prórroga, un tiempo extra que desea usar para realizar algún acto que signifique algo, mientras dure la partida...
Siete siglos después, y lejos de cualquier visión religiosa del asunto, algunos reflexionamos sobre nuestras vidas, y nos cuestionamos si solamente tienen que transcurrir en laburos de mierda que nos devuelven a casa agotados, sin fuerzas que poder dedicar al arte, al ocio. O, como hicieron tantos otros en el pasado y también en el presente, ponerlas al servicio de terminar con un sistema social que solo ofrece miseria para los explotados, una miseria no muy distinta a la que muestra la película. Y poder dedicarlas, entre otras cosas, al arte. En medio de tantas privaciones, pandemia, cuarentena, aislamiento, puede haber algo más gratificante que pelear por eso?
Vuelvo a mirar la hora. Ya tendría que estar preparándome para dormir, mañana tengo que laburar temprano. Pero estaba tan cebado con la película, con Antonius, la Muerte y la idea de la prórroga, que solo podía pensar en agarrar mi tablero, hoja, pinceles y tinta china, y mandar por un momento a la mierda al laburo y el asunto de las pocas horas de sueño que me quedan por delante.
Cuestión que me puse a hacer el dibujo que ilustra esta nota. No sé si quedó como realmente lo imaginé mientras veía la película, pero tenía ganas de experimentar con trazos gruesos, oscuros, contrastes, y tenía que ser ahora. Me pedí mi propia prórroga, mi tiempo suplementario para lo que me da placer. Si hubiera esperado al otro día por ahí directamente no lo hubiera hecho, hubiera vuelto cansado de trabajar y lo hubiera pospuesto hasta que esas ganas se evaporaran.
A todo esto, son las 3:25 AM y en 3 hs y 35 minutos tengo que levantarme para ir a laburar. Sé que voy a putear por lo poco que dormí. Pero de lo que tengo certeza es que no voy a putear por lo que hice, aunque quisiera hacerlo en otras condiciones, que no impliquen mirar el reloj y tener que decidir entre el ocio y el descanso. Cuando me levante voy a putear, sí, pero valió la pena.