Según los datos del INE los hijos de padres y madres con estudios básicos tienen un abandono prematuro de la enseñanza 4,5 veces mayor que los que tienen estudios superiores.
Pere Ametller @pereametller
Jueves 13 de octubre de 2016
Foto: EFE
La escuela y el instituto, con los datos en la mano, se alejan mucho tanto del ascensor social y de la garantía de igualdad de oportunidades que nos pretenden demostrar el sistema educativo. La realidad es que la escuela actúa como reproductor y legitimador de las desigualdades sociales.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística -INE- revelan que el entorno familiar del estudiante es un condicionante decisivo en cuanto a los factores que afectan al abandono prematuro de los estudios. Veamos:
Manteniendo las demás variables constantes, el hecho de que la madre tenga estudios superiores reduce 18,5 puntos porcentuales la probabilidad de abandonar prematuramente la educación. Sin embargo, si tiene estudios postobligatorios la probabilidad se reduce a 11 puntos. En el caso de los estudios del padre, la probabilidad del estudiante se reduce 13,3 puntos si tiene estudios superiores y 8,7 si son postobligatorios.
La tasa de abandono temprana de los estudios incluye a los jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 24 años que llegan a superar como máximo la ESO. En el primer trimestre de 2013 el abandono se situaba en el 29,8% entre los estudiantes cuyas madres tansolo tenían estudios hasta la ESO; y un 28,8% en el caso del padre. En el caso de los padres y madres con educación secundaria postobligatoria el porcentaje del alumno cae hasta el 13,8% y el 13,2% respectivamente. No obstante, cuando se trata de progenitores con estudios superiores los porcentajes bajan hasta el 4,6% y el 8,4% respectivamente.
En casi una década, el abandono escolar prematuro ha sufrido una caida considerable, pues en 2005 las cifras de probabilidad eran altamente superiores. Sin embargo, lo que a primera vista parece una buena noticia, tiene como principal razón el aumento del paro juvenil.
De hecho, entre los jóvenes que abandonaron prematuramente los estudios y que a la vez se encuentran en situación de desempleo, el 55% sufre una situación de desocupación de más de un año de duración. Ante esta situación de paro juvenil masivo son muchos los jóvenes que deciden seguir estudiando.
Por otro lado, esa idea de seguir con los estudios, se ve truncada al llegar a la educación universitaria y sufragar el elevado precio de las tasas. En los cuatro últimos cursos, desde que el PP asumiera el Gobierno central, el descenso de alumnos matriculados ha caído un 10%, unos 127.000 estudiantes menos. Sin ir más lejos, el curso pasado fueron 32.000 estudiantes los que vieron truncadas sus aspiraciones de acceder o continuar con los estudios universitarios respecto al curso 2014-15.
Una vez mas vemos como se desmonta toda la moralina acerca de los supuestos ni-ni (Ni estudio ni trabajo). El entorno familiar es decisivo a la hora de determinar el nivel de estudios y a la vez este es crucial en cuanto a determinar la posición de un trabajador en el mercado laboral. Los trabajadores con estudios hasta la primera etapa de secundaria sufren una situación de paro del 36,7%. Lo que tienen hasta la segunda etapa de secundaria un 26,3% y los que tienen estudios superiores un 17,6%.
Pese a todo esto, la respuesta no puede pasar por defender, en el mejor de los casos, una enseñanza como ascensor social, sin previamente cuestionar la situación y las condiciones laborales de aquellos padres con menos recursos económicos y que se vieron imposibilitados para seguir con sus estudios.
Ante esta situación en la que a la juventud se le impide seguir con sus estudios y a la vez se ve inmersa en la precariedad más absoluta, o en el peor de los casos en situación de desempleo, se hace necesario luchar
para lograr una educación pública y de calidad, gratuita y al servicio de la clase trabajadora en todas las etapas formativas.