La dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Universidad de San Pablo y del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, Diana Assunção, opina sobre el alejamiento de Eduardo Cunha de su mandato.
Viernes 6 de mayo de 2016
Foto: REUTERS
La caída de Eduardo Cunha fue motivo de enorme expectativa para millones en todo el país. Como jefe de la mafia reaccionaria de la Cámara de Diputados -dominada por los políticos más reaccionarios del país, de las "bancadas del buey, biblia y bala", que comandaron el golpe institucional-, homofóbico y machista declarado, concentraba como símbolo el odio contra la opresión, la corrupción y los ataques que esta banda de canallas parlamentarios genera.
Pero no nos engañemos. Se trata solo de un jefe, que deja a Waldir Maranhão (PP) la presidencia de la Cámara de Diputados, quien también es investigado por corrupción y es tan reaccionario como Cunha, además de toda la tropa de diputados golpistas que están sedientos de ataques duros en un probable gobierno golpista del todavía vicepresidente Michel Temer (PMDB).
Más que expresión de una "neutralidad" del poder judicial que deba generar expectativas en la posible promoción de una "limpieza" política en el país, se trata de una medida para limpiar la mugre del golpe institucional, que fue criticado en todo el país e intentar evitar que el probable gobierno de Temer no cargue con el peso de Cunha, con el aval del poder judicial.
Seguimos diciendo que no va a ser por las manos del poder judicial o del parlamento que veremos satisfechas los deseos de los trabajadores y la juventud de terminar con la corrupción y con los ajustes. La batalla contra el golpe sigue vigente, con Cunha o sin Cunha, y nuestra fuerza para eso se encuentra en cada ocupación de escuela, en la fuerza que esa juventud también está mostrando en las universidades, de los trabajadores en cada huelga y de las mujeres que fueron en todo el país la línea de frente de la lucha contra este infame Cunha.
