Abordamos la obra del genial pintor austriaco Egon Schiele responsable junto a Gustav Klimt y Oskar Kokoschka, del expresionismo austríaco.
Martes 19 de julio de 2016
Egon Schiele fue uno de los grandes artistas figurativos de principios del siglo XX y junto con Oskar Kokoschka conformaron lo que se conoce por expresionismo austríaco.
Su vida estuvo rodeada por una contemplación profunda sobre el cuerpo humano desnudo, lo hermoso del mismo, expresándolo en cada detalle de sus pinturas, con una temática que asume una altísima tensión emotiva en la sensualidad que se vuelve una obsesión erótica, rompiendo siempre con el dogmatismo de la formación académica.
Una de las características más fuertes en la pintura de Schiele es la destreza y la firmeza de su trazo, rompiendo con lo lineal, su trazo seguía una vez comenzado sin treguas, hasta el final sin ninguna corrección posterior. El artista continuaba con su dibujo sin importarle que el modelo se moviera o cambiara de lugar, puesto que la línea seguía su rumbo cargando con toda su dimensión sentimental y emocional del momento.
A pesar de su corta vida, su obra es muy numerosa: unas trescientos cuarenta pinturas y dos mil ochocientas entre acuarelas y dibujos. Entre su obra creativa figuran poemas y experimentos fotográficos. Su particular estilo lo situaron entre los movimientos expresionistas en la Secesión de Viena, con una tipología muy personal.
Schiele siempre admiró a Gustav Klimt, de quién fue discípulo. En lugar del dibujo naturalista del cuerpo y un estilo pictórico en perspectiva, fue adoptando progresivamente los principios creativos de Klimt: la acentuación de la superficie pictórica, sirviéndose tanto del hermoso carácter lineal del dibujo, como de la utilización de ornamentos en sustitución del espacio.
Para Klimt la línea es siempre la que define el espacio de los cuerpos, incluso cuando en su belleza se independice, se vuelva melódica o rítmica estilizando las figuras. La línea de contorno es fluida y suave, fija el cuerpo como un todo y los dibujos raras veces tienen el carácter de un esbozo.
Sin embargo, la línea de Schiele, se convierte en un instrumento autónomo de la interpretación, en cierto sentido es inmaterial, y en su angulosidad oculta valores emocionales y expresivos.
La línea en los dibujos de Schiele, por el contrario, parece frágil y forzada, a menudo es quebradiza, casi nunca recta o curva, se interrumpe y se acentúa o debilita según se acentúe un detalle permaneciendo siempre tan segura y magistral que hasta los críticos más escépticos no pudieron dejar de reconocer la genialidad de los dibujos del artista.