El último sondeo de Metroscopia, realizado para El País, arroja un panorama electoral de dificultad para Podemos, alejado de PP y PSOE y ligeramente por detrás de Ciudadanos en ocupar ese tercer lugar clave.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Lunes 12 de octubre de 2015
Foto: Twitter
Según los últimos datos referentes a intención de voto, el PP acapararía el 23,4% de las papeletas, mientras que el PSOE alcanzaría el 23,5%, prácticamente un empate técnico de cara a las elecciones generales del próximo 20 de diciembre. Ciudadanos, el partido de Albert Rivera tras su exitosa irrupción en las pasadas elecciones catalanas, se coloca como tercera fuerza política con una espectacular subida en intención de voto, alcanzando un 21,5%. Mientras, Podemos, quedaría relegada a la cuarta posición con el 14% de los votos.
Desde las pasadas elecciones catalanas, cuando la candidatura de Podemos en Cataluña, Catalunya si que es Pot (junto a ICV-EUiA y EQUO), obtuvo unos resultados muy alejados de los esperados, los problemas no paran de golpear la puerta de la formación de Pablo Iglesias.
En el plano electoral, la formación morada desciende 1,1 puntos en intención de voto para las elecciones generales respecto a los datos que diferentes medios publicaron antes de los comicios catalanes. Los 14 puntos en intención de voto que le otorga la última encuesta de Metroscopia, dejan a la formación reformista muy alejada de jugar un rol clave en la formación del próximo gobierno. Los intentos de la dirección estatal de Podemos de movilizar a su militancia y simpatizantes tras la debacle en Cataluña, se quedan sin tiempo para mostrar resultados.
La centralidad del tablero político, la frase guía que resume la estrategia política de la formación de Iglesias y Errejón, vuelve, una vez más, a mostrar sus límites electorales; límites impuestos por la suma de cuestiones externas e internas.
En el campo de las dificultades que Podemos no puede controlar, la formación reformista se ha encontrado con un Partido Socialista que, con el recambio de Pedro Sánchez al mando, frenó su caída, evitando la "pasokización" que esperaba la formación morada. Además la formación socialista consiguió mantener feudos vitales como Andalucía, con una indiscutible Susana Díaz, barón fuerte dentro del PSOE.
No obstante, no solo hay que mirar por la ventana para encontrar los motivos del freno electoral de Podemos. Internamente la estrategia escogida por los líderes de la formación no parece haber sido la más adecuada. El mensaje “regeneracionista” lanzado por Pablo Iglesias se ha chocado, por un lado, con los discursos conciliadores que ha mantenido hacía los poderes más importante del Régimen del 78: corona, banqueros, burocracia sindical. Por otro lado con la emergencia de Ciudadanos, que sin lugar a dudas ha sabido penetrar de forma más atractiva en ese electorado del “centro del tablero”.
Los resultados en Cataluña de hace apenas dos semanas, la valoración positiva de su líder, Albert Rivera (único líder político con valoración positiva según el sondeo) o los últimos datos en intención de voto para las generales, son un claro ejemplo. Igualmente, el modelo económico que propone Podemos, ha quedado fuertemente debilitado tras la experiencia griega y el gobierno de Syriza.
En este marco interno, la formación de Pablo Iglesias ha quedado desubicada en los debates más importantes que existen en el Estado Español, como es el caso de la cuestión catalana, reduciéndolo a un aspecto subordinado a otros procesos y que se ha definido como una suerte de engaño al electorado catalán.
En la búsqueda de confluencias tampoco ha salido mejor parado. Las negociaciones con Alberto Garzón de IU, más que centrarse en una discusión y debate en torno a ideas y propuestas, ha girado en torno a una rueda de acusaciones de tinte más administrativo que político. Durante los meses de mayor intercambio de opiniones y reuniones, incluso algunos medios afines a Podemos desacreditaron la actitud excesivamente personalista de Pablo Iglesias. Estas negociaciones, en las respectivas comunidades autónomas tampoco parecen avanzar hacía buen puerto, siendo especialmente relevante el fracaso en Madrid, País Valencià y País Vasco.
Siguiendo en el campo interno, Podemos ha recibido otro varapalo. El pasado sábado la líder de la formación en Cataluña, Gemma Ubasart ha dimitido al mando de la nave. La ex líder de Podemos en Cataluña ha esgrimido su motivos en dos líneas. La primera de ellas de carácter personal, asegurando que entendía este puesto como “un "compromiso militante, por un período corto de tiempo". Ocho meses ha estado al cargo Ubasart de la dirección de Podemos en Cataluña, tiempo en el que ha tenido desencuentros con la línea de Pablo Iglesias, como es el caso de la campaña electoral catalana. Respecto a este asunto, Gemma Ubasart señala que “los mítines de Pablo Iglesias no tenían que eclipsar que éramos una candidatura catalana” y que “creo que la crítica al abrazo fue un error. Ponerlo como un elemento importante del primer mitin de presentación en Catalunya de Podemos fue un error. Iglesias también lo ha reconocido. Creo que espacios como la CUP, Proceso Constituyente o de otros no deben ser objeto de nuestras críticas. Y menos una figura como David Fernández, que es un compañero de viaje de muchas aventuras políticas”.
A pesar de estas críticas, Ubasart ha señalado que cree que “sin Podemos no hay ninguna posibilidad de darle la vuelta al mostrador político y plantear una respuesta transformadora a la crisis de régimen".
Los tiempos se agotan para una formación que nacía para gobernar, pero que entre un bipartidismo que adolece pero ni mucho menos fallece, y la fuerza de Ciudadanos, se ha encontrado las puertas de la “centralidad” cerradas.