El gobierno anunció la apertura de casas de cambio en la frontera con Colombia que cotizarán según la “oferta y la demanda”, es decir sin ningún tipo de control de cambio, que podría extenderse a nivel nacional.
Miércoles 18 de enero de 2017
Como las últimas medidas que se han venido aplicando, el gobierno de Maduro, con el argumento de la defensa de la moneda, ensaya eliminar el control de cambio con la apertura de casas de cambio en la frontera con Colombia, que operarán libremente, siendo una medida que podría extenderse a nivel nacional.
Este lunes abrieron las primeras ocho casas de cambio en el territorio fronterizo con Colombia, un paso que, de acuerdo a Maduro, da en el marco del decreto de emergencia económica que firmó este domingo al presentar su informe anual de gestión frente al Tribunal Supremo de Justicia. En cadena de radio y televisión, el pasado domingo, Maduro declaraba que: “He decidido en el marco del decreto de emergencia y de la zona económica especial, autorizar la creación de casas de cambio en la frontera venezolana en territorio venezolano y mañana lunes 16 abren las primeras 8 casas de cambio en la frontera colombo venezolana”.
No extraña esta nueva política del gobierno, e incluso la manera en que empieza a ser aplicada, que siempre con el argumento que es para la defensa nacional, introduce medidas de fuertes consecuencias para el pueblo trabajador, que son sobre los que se ha venido descargando la ya larga crisis económica que vive el país. El gobierno ensaya medidas en las frontera, que luego les llama “plan piloto”, para luego sorpresivamente comenzar aplicarse a nivel nacional.
Fue exactamente lo que hizo cuando liberó los precios para productos alimenticios importados que comenzaron a venderse a “precios internacionales” (en verdad al precio que le aplican según el cambio paralelo del bolívar) como si los trabajadores ganaran a “precios internacionales”, que empezó justamente en los estados de la frontera como Zulia y Táchira, y luego se fue extendiendo a las principales ciudades del país. Es de recordar que el gobierno había dado inicio a su política de liberación de precios abasteciendo supermercados con productos de primera necesidad pero a precios liberados en los estados fronterizos mencionados, lo que había denominado “plan piloto” que luego pasó a tomar cara oficial, denominando al nuevo esquema de productos a precios internacionales como Plan de Abastecimiento Complementario (PAC) en todo el país.
Es que estas medidas se enmarcan en los giros de políticas que cualquier neoliberal envidiaría, como ya lo vimos con respecto a la política petrolera. Con el argumento, que lejos está de la realidad, el de la “soberanía petrolera”, se establecen nuevos acuerdos con transnacionales del petróleo donde se establecen compañías donde ya no es el accionista mayoritario el gobierno a través de PDVSA sino los sectores privados extranjeros. O mejor dicho en palabras de Eulogio Del Pino, presidente de PDVSA: “En la Faja del Orinoco, tenemos firmados acuerdos con 20 empresas mixtas con una modalidad que rige esta nueva estrategia que estamos llevando adelante porque son compañías en la cual la parte privada tiene 80% y PDVSA 20%... Nuestra participación accionaria es para dar confianza”.
En el caso de las casas de cambio, el negocio se lo dieron al sector privado, y exclusivamente a la tradicional casa de cambio Italcambio, cuyo presidente es Carlos Dorado, integrante del Consejo Nacional de Economía. De acuerdo a Dorado, las casas comenzaron a operar con un dólar implícito calculado a 736,25 bolívares y que se irá ajustando de acuerdo “al juego de la oferta y la demanda”, condición que estima “fundamental para garantizar el éxito de la medida”.
El empresario financiero Dorado, considera además que en un aproximado de dos o tres semanas, y de acuerdo al ritmo de las operaciones podrían acercarse a una proyección de en cuánto podría estabilizarse la cotización del dólar para la compra venta de pesos colombianos. Además de que “esta acción es necesaria para poder fijar una tasa de cambio legal a la conversión entre el peso y el bolívar”, es decir, libremente y no rigiéndose bajo el esquema del control de cambio hasta el momento vigente a nivel nacional.
Por su parte, Ramón Lobo, vicepresidente del Área Económica, explicó hace unos días a medios oficiales que “las casas de cambio en la frontera van a dar la posibilidad a venezolanos y a colombianos que quieran hacer la conversión de bolívares a pesos o viceversa, y de esa manera nosotros -Venezuela- también entraremos en la dinámica propia de la frontera para ofrecer un mecanismo transparente que responda a una realidad económica y no a un mecanismo especulativo, que lo que busca es destruir la moneda nacional”. Como vemos, aquí Lobo, ya empieza a proyectar la “dinámica de la frontera” a nivel nacional.
Por todo esto, es más que claro que la apertura de las casas de cambio no responde únicamente a la problemática de la frontera, ni al tipo de cambio que se establece en el lado colombiano. Apunta hacia una política nacional, donde el grueso de los empresarios y del sector financiero vienen pujando, la eliminación de cualquier tipo de control de cambio, que redundará en la fuerte y constante devaluación del bolívar, con el telón de fondo que quienes pagarán los platos rotos, para satisfacer a los grandes empresarios y del mundo financiero, serán los trabajadores y el pueblo pobre.