El fiscal general de EEUU Jeff Sessions, conocido representante de la extrema derecha, ha hecho declaraciones donde señala que las ciudades santuario “no pueden continuar”.
Martes 28 de marzo de 2017
Las ciudades santuario, conocidas así por su cualidad de recibir migrantes de distintos países y no denunciarlos por no contar con los papeles necesarios para su estancia en Estados Unidos, han sido recientemente amenazadas fuertemente por el ultra conservador fiscal general Jeff Sessions con recortar de forma muy importante fondos que reciben del gobierno federal.
Con el pretexto de que son ciudades que “albergan criminales” e intentando llevar adelante las amenazas que no se cansó de hacer Trump durante su campaña, Sessions amenazó a ciudades tan importantes como Los Ángeles, Chicago, Nueva York o Washington con recortar 4 mil millones de dólares de ingresos federales. El ataque ha sido anunciado declarando además que se quitarán los fondos que se destinan desde estas ciudades a la Oficina de Programas de Justicia (OJP), la cual se encarga de intentar lidiar con la violencia entre pandillas, destinar recursos al tratamiento de jóvenes que usan sustancias, entre otras.
Trump contra los migrantes
Ya en enero desde el nuevo gobierno racista se había alertado de posibles ataques a estas ciudades, sin embargo, las nuevas declaraciones de Sessions representan una escalada en el ataque que lleva Trump contra los migrantes. En febrero la persecución a los migrantes dio otro salto al establecerse la contratación en el departamento de Seguridad Nacional de 15 mil nuevos agentes para fortalecer los servicios represivos y de inteligencia que permitan expulsar a migrantes irregulares.
Alcaldes como el de Nueva York y de diversos condados han salido a denunciar esta medida como inconstitucional y han declarado que no permitirán que se les recorte presupuesto apelando a juicios en la corte, diciendo incluso que en todo caso estarían en su derecho de buscar recabar recursos bajo otras vías locales.
Es muy importante contemplar que las leyes antimigratorias que buscan expulsar a irregulares y atentan contra quienes migrantes que cometen determinados delitos (la gran mayoría de ellos considerados como menores por la propia legislación estadounidense), pueden ser utilizados también para intentar inhibir la organización y la lucha de los trabajadores migrantes por sus derechos.
El argumento del gobierno del millonario racista Trump contra los inmigrantes que cometen delitos, en realidad es una posible arma para acusar de delincuentes a migrantes que salgan a participar de alguna marcha, de una marcha o participen de alguna protesta.
El racismo como arma de explotación
Las ciudades santuario se han beneficiado de la vulnerabilidad de la clase trabajadora migrante: las empresas contratan latinos sin prestaciones de ningún tipo y por los salarios más bajos que se pagan en el gigante del norte. Los migrantes de distintas nacionalidades generan 32% del producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos, y los mexicanos en particular, el 11%.
Y precarización de las condiciones de vida y de trabajo fue establecida por las duras políticas migratorias ya implementadas en las dos administraciones del demócrata Barack Obama, quien deportó a 2.8 millones de migrantes y desarrolló la millonaria industria de la criminalización de los migrantes.
Ahora Trump busca imponer un clima de terror sobre los trabajadores migrantes, integrados por más de 11 millones de irregulares para lograr que bajen la cabeza y se resignen a ser deportados o en el mejor de los casos trabajar bajos condiciones de mucho mayor explotación, sin ningún derecho laboral o político.
Cómo enfrentar los planes de Trump
Ante esta realidad lejos de confiar en la vía de interponer demandas para defender fondos que vayan destinados a estas ciudades, los trabajadores migrantes deben pensar en cómo organizarse y luchar en las calles por plenos derechos. El gobierno de Trump apenas ha avanzado en algunas medidas que han encontrado enorme oposición, aún nada está dicho y las declaraciones de Sessions pueden topar con pared.
Ya en febrero vivimos un primer paro de migrantes en Milwaukee donde miles de trabajadores salieron a las calles contra el gobierno del empresario Trump.
Profundizar este tipo de medidas y unir fuerzas con el movimiento de mujeres que habla de levantar un feminismo del 99%, con la lucha de la juventud que ha salido recientemente a enfrentar a Trump, la de los pueblos originarios que defienden su territorio y la de los trabajadores de Estados Unidos es la vía para lograr sus demandas.
En defensa de las y los migrantes y contra los planes del imperialismo estadounidense, también es necesario que la clase trabajadora, las mujeres y la juventud de México tejan alianzas con la clase obrera multiétnica estadounidense, las mujeres, la juventud y los pueblos originarios que protagonizan la resistencia contra Donald Trump.