Reproducimos las palabras de una trabajadora metalúrgica frente a la movilización que se realizó a nivel nacional contra la violencia machista y los femicidios.
Miércoles 19 de octubre de 2016 22:39
Llovía torrencialmente desde temprano. Ya en los mates de la mañana las charlas empezaban y terminaban en lo mismo. Una leía alguna publicación del Facebook de alguna amiga, otra nos pasaba por Whatssap alguna reflexión que le había llegado. En el pequeño espacio de tiempo en que podíamos utilizar nuestro celular libremente, intentábamos sentirnos parte de una indignación y un reclamo colectivo. Nos dimos cuenta que los Tinelli y políticos con sus dichos y su política para ricos, tenían alguna responsabilidad tenían en que se creyera que las mujeres merecemos ser el blanco de la violencia de algunos hombres. Este era el contexto que daba impunidad, y sabíamos de qué se trataba, lo sufríamos todas desde chiquitas.
No hubo paro de nuestro sindicato, ni tampoco el patrón nos permitió salir antes para poder marchar. Mis compañeras de trabajo, que nunca se les dio por ir a una marcha, querían ir. Mis compañeras, que rara vez hablan de política, hoy lo hicieron sin descanso. Y llegaron las 13hs. Y simplemente pensamos que teníamos que parar, como si fuera tan natural como llevar a los chicos a la escuela. También pensamos por ahí el patrón o el supervisor se acercaba y nos decía algo. Y que le teníamos que responder que parábamos porque nos queremos vivas. Con ellas estamos encerradas en un galpón muriéndonos de frío o calor (según el mes del año) durante 9 horas, por uno de los salarios más bajos que existen (8 mil pesos por mes), las pocas que se han querido sindicalizar fueron despedidas por tan solo presentar los papeles, y nuestros dirigentes ni aparecen.
¿A quién le va a importar algunas pocas mujeres metalúrgicas en una fabriquita perdida? El patrón paso por al lado, murmuró algo por lo bajo. No nos importó. Un supervisor pasó caminando y le dijo a una de nosotras: “¿Podés ayudarme con esto?”, “Después de las 14”, le contestamos. Se sonrió como burlándose…lo miramos con odio. Nunca las vi mirar con tanto odio. Que se cuiden los burócratas que hoy no llamaron al paro, que se cuiden los burócratas que no nos ayudan a organizarnos, que se cuiden los burócratas que permiten que nos paguen un sueldo miserable; que se cuiden ellos y los gobiernos que nos subestiman, porque en el hartazgo colectivo de tantas mujeres trabajadoras se acumula el combustible que avivará la chispa.