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Red Internacional
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NATALICIO. El pensamiento de Marx en la época de la pandemia

La pandemia del SARS-Cov-2 no sólo trajo consigo la agudización de las contradicciones del capital. También actualiza la vigencia del pensamiento revolucionario de Karl Marx y con ello la alternativa de las y los trabajadores.

Martes 5 de mayo de 2020

Debido al desarrollo de la sociedad moderna (la modernidad), producto –a su vez– del desarrollo de la gran industria que aparejó condiciones insalubres para las y los trabajadores, aparecieron tensiones sociales que se materializaron en la legislación fabril inglesa de principios del siglo XIX.La crítica de Marx hacia estas figuras de la modernidad es demoledora.

Las mutilaciones, las muertes o las enfermedades que se generaban en las fábricas y minas, en los hechos, no alcanzaban a ser contenidas por estas “magnificas” leyes fabriles que “regulaban” el trabajo infantil o imponían sanciones a aquellos capitalistas que no tomaran las más mínimas medidas sanitarias.

En las minas, por ejemplo, cuando acudía un inspector a “verificar” el cumplimiento de la ley, si algún trabajador se dirigían con él para quejarse por el aire pestilente que respiraban, debido a la mala ventilación, se le despedía y lo boletinaban para que no fuera contratado en otra mina. Para 1865, en Gran Bretaña, había 3 mil 527 minas y tan sólo 12 inspectores. Se estimaban que cada mina podría ser visitada cada 10 años.

Otra consecuencia del desarrollo de la gran industria fue la incorporación masiva de trabajo infantil y femenino. El uso de la maquinaria aniquiló “el monopolio masculino en el trabajo pesado” lo que permitió el uso de niños pequeños (de 6 años) y el uso de trabajo femenino pues culturalmente el capital lo considera inferior, en ambos casos le permitió fijar salarios inferiores y así constituir un mercado de mano de obra barata.

Las leyes también buscaron regular esta situación, se impuso a los industriales que los niños menores de 14 años no podían trabajar sopena de acudir a la enseñanza elemental. Lo cual por supuesto, no siempre era cumplido en medio de la carencia y la pauperización de la población inglesa de aquellos años.

Ante todas estas injusticias, Marx –que era un sarcástico– decía:

"¡He aquí las bellezas de la ‘libre’ producción capitalista!”

Estos fragmentos los hemos extraído del capítulo XIII de El Capital, denominado “Maquinaria y gran industria”.[1] Sin embargo, hay un punto que recobra especial actualidad ante la pandemia del SARS-Cov-2. Se trata de las clausulas sanitarias de la legislación fabril.

Para Marx estas cláusulas

“se reducen a disposiciones sobre el blanqueo de las paredes y algunas otras medidas de limpieza, o relativas a la ventilación y la protección contra la maquinaria peligrosa”.

Sin embargo, “la necesidad de imponerle, por medio de leyes coactivas del estado, los más sencillos preceptos de limpieza y salubridad” se reducían a medidas totalmente insuficientes ante las pésimas condiciones de los centros de trabajo.

Y aún más, cuando estos sencillos preceptos rebasan cierto punto, se “excluye todo perfeccionamiento racional”. Por ejemplo, para entonces –ahora también se puede corroborar – se conglomeraba a miles de obreros en espacios reducidos (sobre todo en los pequeños talleres), respirando diversos químicos y vapores que terminaban dañando la salud pulmonar de las y los trabajadores.

La “gloriosa” ley no podía imponer que se destinaran los 150 metros cúbicos de aire por obrero que recomendaban los médicos, pues si así lo hacían, atentaban directamente contra la existencia del pequeño capitalista (que no cubría con este requisito) que estaba subordinado a la gran industria y a las leyes de la libre compra/venta de la fuerza de trabajo, es decir, una medida así terminaba atentando contra la acumulación de capital.

Hoy –como ayer–, ante la cuarentena recomendada por todas las autoridades sanitarias como el mínimo precepto para contener el contagio, el capital pone el grito en el cielo, pide se levante y se reabra la industria en todos los rincones del mundo.

La extensión de la cuarentena, no es más que el perfeccionamiento racional para salvar vidas humanas; pero atenta contra el régimen de producción capitalista, pues implica la suspensión de su acumulación. Por ello, ante esta contradicción, desde un principio quedó excluida su extensión por las mismas autoridades sanitarias y no les quedó más que declarar que "el virus estará con nosotros durante largo tiempo".[2]

Sus similares del siglo XIX, ante una contradicción análoga, en el fondo declararon que «“en realidad, la tisis y otras enfermedades pulmonares de los obreros constituyen una condición de vida del capital”.»

Recientemente ha tomado relevancia el enfoque marxista sobre la propagación de “gripas” y su relación con la devastación ecológica que la agroindustria capitalista ha producido . Es decir, a contracorriente de una cuestión “natural”, “evolutiva”, “biológica”, “científica”, como nos lo han hecho creer las burocracias de los especialistas.

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No obstante, el gran avance de las ciencias –por lo pronto– ha servido para generar modelos superprecisos que le permiten al capital ganar unos segundos más de explotación, saber en qué segundo les conviene empezar la cuarentena siempre y cuando no atente contra sus ganancias.Lo que hoy nos conduce a la siguiente conclusión, parangonando a Marx y en plena vigencia de su pensamiento: el SARS-Cov-2 es condición de vida del capital.

Por lo que la lucha contra el capitalismo también es una lucha contra la pandemia y por la salud de las y los trabajadores todos.

Addendum

La industrialización en Inglaterra fue principalmente donde Marx pudo apreciar el proceso de acumulación de capital, el cual se ha mantenido y expandido una vez que se echó a andar.

Este proceso de devastación, nada tiene que ver con el imaginario idílico que el burgués ha hecho de sí mismo y del cual surgen mitos fantásticos como que el rico es rico porque se levanta temprano, ahorra, sabe dónde invertir, etc.; sino que por el contrario, la acumulación de capital va “chorreando sangre y lodo por todos los poros” (Marx)

Marx pudo notar que la producción capitalista “no desarrolla la técnica y la combinación del procesos social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador”.

El sustento de la producción capitalista es la explotación desmedida de la fuerza de trabajo, la cual apareja necesariamente un uso irracional de recursos naturales.

Con el desarrollo de esta producción, apareció la gran industria y en esta se depuró la lucha directa entre trabajadores y capitalistas ya que se “hace madurar las contradicciones y antagonismos de la forma capitalista”. Las luchas de los trabajadores contra la explotación en pequeños talleres, la manufactura, la industria a domicilio se convierten también en luchas contra el gran capital, pues está cadena productiva intermedia (transitoria) está subordinada a los designios de la gran producción.


[1] Uso la edición de siglo XXI editores, Tomo 1, Vol. 2, principalmente el punto 9 del capítulo señalado, denominado “Legislación fabril. (clausulas sanitarias y educacionales.) Su generalización en Inglaterra”
[2] Declaraciones hechas por el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.