El Gobierno del nuevo primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, recibió este miércoles la confianza del Senado y concluyó el trámite de su investidura. Criticas de la oposición y crisis política.
Miércoles 14 de diciembre de 2016 16:03
El Gobierno del nuevo primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, que sustituye a Matteo Renzi, que dimitió por el fracaso en el referéndum del 4 de diciembre, recibió hoy la confianza en el Senado y concluyó el trámite de su investidura.
El Ejecutivo del exministro de Exteriores durante el gabinete de Renzi obtuvo la confianza en la Cámara alta por 169 votos a favor y 99 en contra, un margen más ajustado que el del martes en la Cámara baja, donde registró 368 votos a favor y 105 en contra.
En su comparecencia, Gentiloni destacó que su grupo, el socialdemócrata Partido Democrático (PD), aceptó el encargo del presidente de la República, Sergio Mattarella, de formar Gobierno por responsabilidad ante la situación de incertidumbre política en la que quedó sumido el país tras la renuncia de Renzi.
Para figurar la crisis en la que se encuentra Italia tras el referendum y la renuncia de Renzi, y el poco respaldo que tendrá el nuevo Premier, el propio Gentiloni recordó que el PD pidió a las fuerzas políticas que participaran en la formación de un Ejecutivo de unidad nacional, pero que estas lo rechazaron.
De esta manera, trató de defenderse de las críticas de la oposición, que reprocha que este sea el cuarto Gobierno no elegido en las urnas después de los de Mario Monti (2011-2013), Enrico Letta (2013-2014) y Renzi (2014-2016).
El Gobierno de Gentiloni ha sido investido con los apoyos de su PD y de su socio, el conservador Novo Centrodestra.
Pero durante esta nueva etapa al frente de la jefatura del Gobierno no contará con el respaldo de otras formaciones, como el conservador Forza Italia (FI), del ex primer ministro Silvio Berlusconi, o del ultraconservador Fratelli d’Italia, de Giorgia Meloni.
Tampoco tiene el beneplácito del partido de centroderecha Alianza Liberalpopular y Autonomías (ALA), que ha retirado su confianza a Gentiloni después de que no le fuera concedida ninguna cartera en su Ejecutivo.
Tampoco de la xenófoba Liga Norte ni del populista Movimiento Cinco Estrellas, que han criticado que este Gobierno es una "fotocopia" del de Renzi y han pedido elecciones anticipadas.
Un gobierno de crisis
La propia reforma que le costó el puesto a Renzi tenía el objetivo de intentar "blindar" el cargo de premier, reduciendo al Senado en cantidad de bancas y atribuciones políticas y manteniendo el poder de decisión en la cámara de diputados. Renzi junto a sectores de la burguesía y con el apoyo de los principales gobiernos de la UE buscaban estabilizar el sistema gubernamental para evitar el proceso de búsqueda de confianza parlamentaria que ha hecho caer en desgracia a los últimos primeros ministros mientras se fragmentaba más el escenario político, aumentaba la polarización y se disolvían las viejas representaciones mayoritarias. La derrota del referendum y la posterior renuncia de Renzi no hacen más que dejar en evidencia que el gobierno de Gentiloni estará condicionado y vivirá en la cuerda floja durante lo que dure su gestión.
A la crisis política y los desafíos que le impongan desde las fuerzas opositoras, Gentiloni debe sumarle la fuerte crisis económica que enfrenta Italia y la crisis bancaria, representada en la necesidad de un rescate urgente para el banco Monte dei Paschi di Siena. También deberá gestionar citas internacionales como la cumbre del G7 en la ciudad siciliana de Taormina, en mayo.
Con poco para ofrecer, e incluso en medio de una pelea dentro de su propio partido, el PD, entre sus distintas alas, Gentiloni ha asegurado que una de sus prioridades será la asistencia a los damnificados por los terremotos que este año han azotado el centro del país y la reconstrucción de las zonas afectadas.