La salida de la crisis de 2008 en el Estado español se está apoyando, entre otras cosas, en la enorme pauperización de los jóvenes de clase trabajadora que se están viendo abocados al desempleo o a la precarización y los bajos salarios de por vida.

Juan Carlos Arias @as_juancarlos
Lunes 3 de diciembre de 2018
Foto:EFE
El Régimen político del 78, no ofrece hoy por hoy ningún futuro de esperanza de vida a amplias capas de la población: jóvenes, mujeres y desempleados constituyen colectivos que están siendo los grandes sacrificados de la recuperación del beneficio empresarial.
La evolución en los parámetros sobre la situación económica y social de los jóvenes trabajadores en el Estado español es realmente desoladora, un auténtico tsunami social y económico de proporciones estratosféricas.
Los niveles de desempleo para el conjunto de la población son elevados todavía y se encuentran entorno del 15%. Sin embargo, para los jóvenes es aún mucho peor dado que esta cifra se dispara más allá del doble, hasta el 34,3% en el caso de jóvenes entre 16 y 25 años. El Estado español ocupa la segunda posición con mayor nivel de desempleo de toda la UE, solo Grecia se encuentra por encima con un 39,1%. Italia es la tercera en discordia con el 31,9%, luego van Croacia con un 23%, Francia con un 20,4% y Portugal con un 20,3%. Las diferencias con respecto a la mayoría de los países de la UE, salvo en el caso italiano, son enormes, es decir, estamos a más de 10 puntos de distancia en niveles de desempleo juvenil.
Por otra parte la evolución del desempleo para este grupo de edad en el Estado español tampoco resulta nada favorable, ya que pasó del 24,5% en el año 2000, a un mínimo en 2007 de un 17,3%. A partir de ahí alcanzó un pico del 55,7% en lo más duro de la crisis en 2012, hasta llegar al 34,3% actual. Es decir, que pese a la recuperación que se ha dado en los beneficios empresariales, no se han recuperado los niveles de empleo previos a la crisis.
Si ampliamos el tramo de edad y llevamos los datos a los jóvenes entre 16 y 30 años, el desempleo desciende algo, es evidente que en edades superiores la contratación aumenta algo más, pero sigue colocándose en un volumen realmente inquietante, alcanzando el 28% de paro.
Es por esto que el Gobierno de Pedro Sánchez parece ser que está elaborando un plan de choque para el empleo juvenil, financiado en parte con fondos europeos, y por el cual pretende reducir los niveles de desempleo, para este segmento de población juvenil entre 16 y 30 años, al 23,5%. Es decir, una paupérrima bajada de un 4,5%. Además, está por ver que lo pueda poner en marcha dada la situación de debilidad política del Gobierno y las dificultades para alcanzar los acuerdos políticos necesarios.
Por otra parte, con todo y con ello este objetivo mínimo de reducción del desempleo juvenil que se plantea el Gobierno de Pedro Sánchez, podría ser inalcanzable, dada la actual ralentización del crecimiento económico en el Estado español que podría descender a un crecimiento bastante inferior al 2% a partir del año 2020. Con un crecimiento económico por debajo del 2%, y una inflación algo superior a esa cifra, será muy complicado crear empleo, más bien podría volver a destruirse. Y los primeros en volver a padecerlo serían los jóvenes. En todo caso, de crearse se trataría de un empleo absolutamente precario y débil puesto que la economía apenas estaría creciendo y la productividad seguiría descendiendo con mucha probabilidad, por lo que los empleos serían aún más precarios si cabe.
Según ha trascendido el Gobierno de Pedro Sánchez se plantea como objetivos dentro de este plan de choque aspectos tan ambiciosos como: lograr “la recuperación de la calidad del empleo, hacer protagonistas a los jóvenes de su proceso de inserción laboral, incrementar la cualificación, fomentar un nuevo modelo económico y dotar a los servicios públicos de empleo de medios y recursos para prestar una atención adecuada e individualizada”. Objetivos que en una coyuntura económica desfavorable solo se podrían lograr si se atacaran las bases reales del beneficio empresarial, algo que ni de lejos se plantea el Gobierno de Pedro Sánchez.
Bajos salarios y una precariedad disparada
Los jóvenes actuales son cada día además de más precarios, más pobres y menos en número, dado que va descendiendo su peso sobre el conjunto de la población como consecuencia del retroceso en la natalidad experimentado en el Estado español durante décadas y la emigración a la que se han visto abocados muchos de esos jóvenes trabajadores tras la crisis. De modo que la población entre los 20 y los 29 años de edad ha descendido de 6,75 millones en 2005 hasta los 4,77 millones de 2018, es decir, un descenso de un 29,23%.
Respecto a la precariedad, tras la crisis de 2008, se ha disparado entre los jóvenes de 16 y 29 años dado que, por ejemplo, los contratos a jornada parcial se han elevado para este colectivo, desde un 15,4% en 2006 hasta el 27,3% en 2017, es decir un crecimiento de un 77% de los contratos a jornada parcial. Jornadas parciales, además que se han ido reduciendo consecutivamente, de modo que ahora predominan más los inferiores a 7 días.
Por otra parte, la tasa de temporalidad también se ha visto bastante incrementada en todo el período de la crisis para los jóvenes de estas edades, dado que han pasado del 55% el 2006 hasta el 58% en 2017. La tasa de temporalidad para la población adulta se sitúa en torno al 27%, es decir que entre los jóvenes es más del doble. Siendo que en 2017 se hicieron 7,6 millones de contratos para 2,6 millones de jóvenes. Esto nos da una idea de la enorme temporalidad existente que lo inunda absolutamente todo y que hace imposible cualquier proyecto de vida consistente para los jóvenes.
Además en lo relativo a los niveles salariales, la devaluación salarial vivida entre 2008 y 2016 por el conjunto de la clase trabajadoratodos, tuvo especial virulencia entre los jóvenes trabajadores dado que para los menores de 20 años, según cifras oficiales, alcanzó el 28% de reducción salarial.
Si a esto le añadimos la subida de precios, los últimos años por encima del 2%, el elevado coste de los alquileres o las hipotecas, así como el precio inalcanzable de los suministros domésticos: luz, agua, gas, etc. hace que los jóvenes hayan visto pauperizarse sus condiciones de vida, para aquellos que viven por su cuenta, mientras que la mayoría continúa viviendo con sus padres sin poder independizarse.
El encarecimiento de las tasas universitarias, por otra parte, hace prácticamente inviable que muchos jóvenes de clase trabajadora puedan seguir estudiando. Algo que también está afectando a jóvenes provenientes de sectores de la pequeña burguesía, con lo que está aumentado el segmento de los jóvenes que ni estudia ni trabaja.
Un factor que ha contribuido enormemente a esta situación han sido las políticas sindicales desarrolladas por las cúpulas de las burocracias sindicales de CC.OO y UGT, que han permanecido desaparecidas de la lucha sindical desde el inicio de la crisis y una vez pasadas las dos huelgas generales simbólicas que se limitaron a convocar contra la reforma laboral de Rajoy. No han movido un solo dedo para plantear movilizaciones que trataran de alterar la relación de fuerzas en favor de los trabajadores para detener estos duros ataques sobre los derechos sociales y económicos de los jóvenes trabajadores y, en general, sobre los derechos del conjunto de la clase trabajadora. Más bien, se han limitado a todo lo contrario, alcanzar acuerdo tras acuerdo de moderación, devaluación salarial, y retroceso de los derechos laborales. En todo este período se han producido cuatro acuerdos de contención salarial denominado AENC (Acuerdo Estatal de la Negociación Colectiva) que han dado estos frutos.
Ante esta situación no es de extrañar la desafección de gran parte de los jóvenes hacia el Régimen del 78, agravada por la enorme crisis social y política generada tras la crisis de 2008 que todavía no ha sido superada. Un Régimen político visto por amplias capas de la sociedad como impuesto por el franquismo y corrupto al que una gran mayoría de los jóvenes trabajadores piensa y siente que no le debe nada puesto que no da respuesta a sus necesidades sociales y económicas.
De ahí que se esté poniendo en cuestión el conjunto del Régimen del 78 y en particular la monarquía, que viene recibiendo las valoraciones más bajas de su historia en las encuestas sociológicas, sobre todo entre los jóvenes. Además el bipartidismo, sostén de la estructura de partidos del Régimen del 78 viene haciendo aguas y las instituciones más representativas del Régimen, como la judicatura, por ejemplo, se encuentran sumidas en una considerable crisis de legitimidad.
Esto explica en gran parte las iniciativas surgidas recientemente, en las que los jóvenes están jugando un papel protagonista, como la realización de referéndums sobre la forma de Estado y la posibilidad de abrir procesos constituyentes, destacando en este aspecto las implementadas en el conjunto de las universidades.
Ya se han impulsado los procesos en 26 universidades en todo el Estado para realizar la consulta. Planteando, en definitiva, la idea y la posibilidad de cuestionarlo todo y decidirlo todo.
Consideramos, en consecuencia, que solo la integración y unificación de las luchas económicas, sociales y políticas de la clase trabajadora participando directa y activamente, de una manera auto-organizada, en un proceso de cuestionamiento del Régimen del 78 y a través de la lucha por la apertura de procesos constituyentes para cuestionarlo todo y decidirlo todo podrían dar respuesta a las necesidades sociales y materiales de la mayoría de la población.

Juan Carlos Arias
Nació en Madrid en 1960. Es trabajador público desde hace más de 30 años y delegado sindical por UGT de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid. Es columnista habitual de Izquierda Diario en las secciones de Política y Economía. milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.