El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y la canciller Delcy Rodríguez, mantuvieron una reunión en Moscú. No solamente discutieron sobre inversiones, Maduro busca un paraguas ruso frente al nuevo gobierno de Trump.
La Izquierda Diario Venezuela @LaIzqDiario_VE
Martes 7 de febrero de 2017
Antes del encuentro, la cancillería rusa que lidera Serguéi Lavrov emitía un comunicado en el que destacaba que "Venezuela es uno de los principales socios de Rusia en América Latina y en el escenario internacional". El Ministerio expresaba el rechazo de Rusia a los intentos de lo que llama "injerencia destructiva" en los asuntos internos de Venezuela, además de sostener que a Rusia y Venezuela "nos une la defensa consecuente de los principios del multilateralismo, la primacía del derecho internacional, la inadmisibilidad de intromisiones en los asuntos internos de Estados soberanos…".
Si bien, según la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, había indicado que en la reunión entre Lavrov y la canciller de Venezuela se tratarían "proyectos conjuntos en el ámbito de la energía, la agricultura y la industria", esto era parcialmente cierto. Sin lugar a dudas los “negocios” estuvieron en el medio, y de acuerdo a las declaraciones, se habrían analizado los resultados de la reciente reunión de la Comisión Intergubernamental de Alto Nivel Rusia-Venezuela celebrada el pasado diciembre en Caracas, además de los elogios por los avances en los acuerdos entre los países OPEP y No OPEP para “estabilizar” los precios del petróleo.
Pero uno de los objetivos centrales del gobierno de Maduro en el encuentro en Moscú es buscar un respaldo internacional para evitar estar en la mira del entrante gobierno de Estados Unidos al menos en los primeros meses, tomando en cuenta la inestable situación política interna.
El encuentro en Moscú implica un fuerte espaldarazo de Rusia, quien además de manifestarse “contra la injerencia en los asuntos internos” en el país, sostiene que es un "socio fiable" en cuanto a “negocios” se refiere. Frente a ello la canciller venezolana sostuvo que todas las inversiones rusas en el país están seguras, y que “Rusia es una gran potencia que apoya la estabilidad en todo el mundo”.
Lavrov sostenía este lunes en sus declaraciones que: "Nuestras relaciones están al alza. Nuestros presidentes mantienen contactos de manera regular y funciona la comisión de alto nivel que aborda todo el espectro de la cooperación económica, comercial e inversora". Enfatizando que el buen estado de las relaciones tiene aún mayor importancia si se tienen en cuenta las negativas tendencias de la economía mundial, principal factor tras la caída de los intercambios comerciales bilaterales.
Como explicamos en un reciente artículo, Maduro considera al gobierno de Rusia como uno de sus importantes aliados, y dentro del gobierno buscan aprovechar esta estrecha relación para mantener a Estados Unidos alejado de la disputa política de Venezuela, en función de la buena relación que mantiene Putin con el gobierno de Trump.
Por eso no es ninguna casualidad la política que ha venido llevando el gobierno de Maduro con respecto al gobierno de Trump, a quién ha venido queriendo hacerlo pasar como un imperialista benevolente, llegando a sostener que "No me sumo a las campañas de odio contra Donald Trump que hay en el mundo (…) Yo me pregunto a cuento de qué. Porque nosotros sabemos bastante de guerras sucias", incluyendo su ya famosa afirmación "Peor que Obama no será".
Este domingo, durante su programa dominical, Maduro arremetió virulentamente contra el expresidente Obama, pero sin llegar a mencionar a Trump cuando ya éste ha tomado dedidas tan intervencionistas y agresivas como las de Obama, que incluye deportaciones, la construcción del muro con México, la prohibición del ingreso a ciudadanos de países de mayoría musulmana, para citar solo algunas.
Como vemos, la movida del gobierno de Maduro, apunta centralmente a buscar un paraguas de protección con Rusia frente a una eventual política agresiva de Trump. Pero el paraguas ruso no es de gracia, Maduro le garantiza los negocios a Rusia en territorio venezolano, no sólo en el área petrolera sino en otras áreas como la minería, petroquímica, gasífera, compra de armamento, etc. además de garantizarle presencia geopolítica en esta parte del mundo.