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Red Internacional
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Básquet. El tramposo

Un nuevo relato para apasionados del universo del balón naranja. ¿Te identificás con alguno de los protagonistas?

Sábado 18 de febrero de 2017

Un partido más, como tantos otros. Compartiendo con gente nueva, veremos que nos depara esta vuelta. Como todo grupo, y más cuando se comparte una actividad, se ponen de manifiesto las características personales de cada uno. Balón y reglas de por medio. Entre las características de este pintoresco grupo social, encontramos varios estereotipos que suelen habitar el mundo del deporte amateur.

El Grandote, bonachón, despreocupado de la vida, confiado. Y más en este juego donde su portento físico le da alguna ventaja. El Atlético, supera la media de sus compañeros en su condición física. Sin tanta habilidad o talento, usa su capacidad atlética para suplir sus falencias técnicas. El Calculador, se encarga de llevar el tanteador, de todas maneras se equivoca seguido y hay que corregirlo. El Correcto, tiene un buen trabajo, familia, bien peinado, juega bien. Un buen promedio en todo. El Manos de manteca, se le escurren los balones entre ellas con facilidad. El “Artista”, a priori, lejos de la fiereza y el rigor que impone la actividad física, debido a que debe cuidar sus manos, ha aprendido a jugar bien de niño. El Fanático, si bien mesurado, ve todos los partidos por televisión, sabe de los traspasos entre equipos, hasta los sueldos de los jugadores. Y por último el Tramposo, buen tipo parece, pero con esa debilidad cuando compite: la trampa sutil.

Los otros jugadores, más allá de sus características, juegan con lealtad y alegría. Sabiendo que lo hacen para divertirse, mover el esqueleto y eliminar toxinas, unos más que otros. Quizá el Calculador coquetea con el lado “oscuro “del juego, como el Tramposo, pero como no estoy seguro y su tarea de calcular pondría a prueba a muchos, lo consideraré del lado de los “Leales”.

El juego transcurre normalmente y divertido, todos aportan al despeje de sus mentes y cuerpos. Mientras avanza el tanteador, la cosa se va poniendo más seria. Con sus armas y en buena ley,todos intentan ganar el partido . Pero hay uno que esto de “en buena ley” no parece alcanzarle. Sufre. Y en ese sufrimiento se deja ganar por las malas artes del deporte e incurre en actos de dudosa ética o moral. Nada grave. Unas pequeñas trampas, mayormente en el cobro de dudosas faltas, o en pelotas divididas que se van fuera del campo, que siempre favorecen a él. También actúa y exagera esas faltas dudosas, para hacerlas más creíbles. …”Vive en el piso éste…” dice uno.

O sea que los otros empiezan a darse cuenta de sus artimañas, pero prefieren hacer “la vista gorda”. Quizá porque no quieren amargar el partido con discusiones, o porque son amigos y o también colegas. Pero todo tiene un límite. Como nadie quiere enfrentarlo y decirle unas cuantas verdades, optan por comportarse de manera similar y se cobran por mano propia lo que él les roba. Creo que inconscientemente, a modo de venganza. Entonces, los fallos dudosos son más frecuentes, el tanteador “se confunde” más seguido, etc.

Pero hay uno que se mantiene al margen de todo esto, el Artista. No porque sea mejor persona, sino porque su ego no permite que le mientan, ni tampoco mentirse a sí mismo. Así como en las obras que interpreta, las quiere lejos de la mentira. Y este juego en algún punto es una obra más para él. Por el momento se mantiene atento y observa. Entonces como nadie le para el carro al Tramposo, casi todos se envician de su proceder. Yendo en contra de su naturaleza. Y claro, ¿a quién beneficia toda esta nueva dinámica? Al Tramposo. Mientras los otros se corrompieron porque no pudieron hacer frente a una realidad y ensucian su juego, traicionándose a ellos mismos.El Cosmos y la Magia entran en conflicto, restándole poder a su juego, y el Tramposo, quien es genuino consigo mismo, sale fortalecido. Levantando su rendimiento y jugando mejor. Además de que admitiendo las trampas de los demás, le da rienda suelta para ahondar en lo que el ya venía haciendo.

Pero, en el acaecer de todos estos sucesos y mientras cada cual lucha con su “karma” competitivo, el Artista se mantuvo al margen, aceptando si estaba jugando mal y esperando, paciente, a que la inspiración vuelva. Se tranquiliza, no deja ganarse por esa vorágine de viles engaños, y eso lo enfoca. Empieza a mejorar su juego de a poco y comienza a actuar como un imán de conducta. Que los “Leales”, tienen la facultad de percibir. Es así como empiezan a despertar de su viaje por la Oscuridad y vuelven por sus fueros. El Cosmos se reubica nuevamente y la Magia opera de manera diferente. El Tramposo tiene un buen partido, pero no lo gana. Lo gana el Artista con los Leales.

No quiere decir que siempre suceda así. Es muy complejo como para explicarlo en un relato. Hay quienes juegan con el Tramposo y quizá también merezcan ganar. O él mismo, también suele ganar partidos. Pero el triunfo no es lo que verdaderamente importa. Sino que sepamos como y para quién jugamos, tanto en el deporte como en nuestra vida cotidiana.

Es importante destacar que todos ellos son buenas personas, se quieren y respetan. Sólo en ese momento donde transcurre la acción, cada uno sublima sus riquezas y miserias como puede. Y de todas maneras, toda esta secuencia lúdica no es determinante en el devenir de sus vidas y no define el futuro de la humanidad… ¿o sí…?