Según los resultados del escrutinio presidencial divulgados por el TSE y la gran prensa, Lula se impuso a Bolsonaro por 47,9% a 43,6% en esta primera vuelta, un resultado insuficiente para acabar con las elecciones del 2 de octubre. Simone Tebet obtuvo el 4,2% de los votos y Ciro Gomes poco más del 3%. La segunda ronda presidencial tendrá lugar el 30 de octubre.

André Barbieri @AcierAndy
Lunes 3 de octubre de 2022

AME1534. SAO PAULO (BRASIL), 02/10/2022.- El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva pronuncia un discurso hoy, desde un hotel en Sao Paulo (Brasil). Lula da Silva expresó este domingo su confianza en ganar las elecciones ante el mandatario Jair Bolsonaro en la segunda vuelta, el próximo 30 de octubre, y resaltó que el resultado de hoy es solo una "prórroga". EFE/ Sebastiao Moreira
En estas condiciones, el bolsonarismo consigue su principal objetivo, que era evitar la derrota del actual presidente en la primera vuelta. Ese era el objetivo de la campaña de la extrema derecha desde el momento en que se hizo evidente el rechazo masivo a su gestión, lo que llevó a que en las encuestas se vislumbrara la posibilidad de que las elecciones se definieran el 2 de octubre.
El bolsonarismo obtuvo buenos resultados para gobernadores y senadores. En São Paulo, Tarcísio de Freitas quedó por delante de Haddad, con un 42,5% frente a un 35,6%, en unas elecciones que pasan a la segunda vuelta. La absorción de votos de la derecha tradicional acabó liquidando al PSDB en São Paulo, que perdió su bastión electoral más importante.
Bolsonaro tuvo una elección mejor de lo que su propia campaña esperaba. La extrema derecha mantuvo su fuerza en el sur del país, y recibió una fuerte votación en el interior de São Paulo. Las encuestas anunciaban un empate en el estado de SP, pero Bolsonaro terminó con una ventaja del 7%; la diferencia de Lula en el estado de MG fue menor de lo anunciado. Lula recibió una fuerte votación en el Nordeste y ganó en Minas Gerais, el segundo mayor colegio electoral del país.
Al lograr sobrevivir a la primera vuelta, la campaña de Bolsonaro podría tener más elementos para cuestionar los resultados de las urnas, ayudado por las reaccionarias Fuerzas Armadas, que tenían el derecho de interferir en el recuento de votos, otorgado por el propio poder judicial antidemocrático (por acuerdo con el Tribunal Superior Electoral).
Las elecciones presidenciales van a la segunda vuelta, pero está claro que la diferencia de votos de Bolsonaro con respecto a 2018 es una expresión del odio masivo a la extrema derecha y al catastrófico gobierno de Bolsonaro, que ha aumentado el hambre, la miseria y el desempleo de millones de personas, profundizando la precarización del trabajo y la dictadura de los empresarios en las fábricas y los servicios.
Las dos elecciones ganadas por Lula, en 2002 y 2006, se decidieron en segunda vuelta, contra los tucanos José Serra (61,2% a 38,7%) y Geraldo Alckmin (60,8% a 39,1%), respectivamente. En la primera vuelta de estas elecciones, Lula quedó por delante de Serra, con un 46,4% frente al 23,1%, en 2002. En 2006, la ventaja de Lula fue más estrecha, 48,6 por ciento contra 41,6 por ciento.
Así, la ventaja de Lula sobre Bolsonaro es menor de lo que pronosticaban las encuestas de Datafolha e IPEC. Dados los vínculos con los partidos de derecha y los sectores poderosos del gran capital, Lula parece ser el favorito en la segunda vuelta, aunque todavía queda mucho por definir en cuanto a las alianzas y el diálogo con Ciro Gomes (PDT) y Simone Tebet (MDB). Además, el mantenimiento de Bolsonaro con ese 43% y las alianzas con la tercera vía dejarán el discurso electoral de Lula aún más a la derecha.
A esta repugnante extrema derecha, que odia a los trabajadores, a los negros, a las mujeres y a la comunidad LGBT, hay que enfrentarla en la lucha de clases, con un programa que luche por la derogación de todas las reformas económicas antiobreras, como la reforma laboral y de la seguridad social.
Esto es lo contrario de la línea de conciliación de clases propuesta por Lula y el PT, que ha fortalecido a la derecha. La alianza de Lula con Alckmin y el empresariado de todo el país ha demostrado no sólo que no sirve para enfrentar a Bolsonaro, sino que ha servido para alentar a la derecha dura. Hay que enfrentar a la extrema derecha con un programa anticapitalista, en la lucha de clases, que unifique a los trabajadores contra el conjunto de los empresarios y patronos.
Los del MRT estamos en la primera línea de esta confrontación, con total independencia política de Lula-Alckmin y la conciliación del PT.

André Barbieri
Nacido en 1988. Licenciado en Ciencia Política (Unicamp), actualmente cursa una maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Federal de Río Grande el Norte. Integrante del Movimiento de Trabajadores Revolucionario de Brasil, escribe sobre problemas de política internacional y teoría marxista.