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ELECCIONES 4M. Elecciones en Madrid: ¿Qué hará la izquierda anticapitalista?

Desde la CRT hemos planteado a Anticapitalistas y otros grupos impulsar, junto activistas sindicales, juveniles y sociales, un frente anticapitalista y de clase para el 4M.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Viernes 19 de marzo de 2021

Las elecciones anticipadas a la Comunidad de Madrid se han convertido en una especie de plebiscito sobre la izquierda en el gobierno central. Detrás del discurso de “frenemos a la derecha” está la petición de aval a la gestión del gobierno “más progresista de la historia” y una suerte de primarias a tres bandas. Podemos quiere frenar su sangría en favor del PSOE y de paso ver si puede arrebatarle la hegemonía a Más Madrid en el espacio a la izquierda de su socio de gobierno.

Ante esta situación, las organizaciones que nos reivindicamos de la izquierda anticapitalista y revolucionaria tenemos dos opciones. La primera sería dedicarnos a actuar de médico de cabecera de Unidas Podemos, brindándole un apoyo crítico y dejándole pasar, hasta comprándole, los discursos épicos con los que se quiere reubicar por izquierda. En definitiva, apuntalar y darle una sobrevida a un proyecto que cuenta entre sus principales servicios al régimen el haber contribuido a desmovilizar y desorganizar las fuerzas sociales que hoy resultan imprescindibles para enfrentar esta nueva ofensiva contra los de abajo al calor de la crisis y la pandemia.

La segunda opción, aunque sea a contracorriente, es tratar de construir una alternativa que marque otra hoja de ruta, opuesta a la de la gestión del Estado capitalista de la mano del social-liberalismo, y poner ese nuevo proyecto político al servicio de apoyar y desarrollar las fuerzas que en lugares de trabajo, institutos, universidades y barrios, ya empiezan a hacer una primera experiencia con el viejo y el nuevo reformismo en el poder.

Desde la CRT hemos planteado un llamamiento en este último sentido para conformar un frente electoral anticapitalista y de clase. Nos hemos dirigido a Anticapitalistas, Izquierda Revolucionaria, Corriente Roja y aquellos sectores del movimiento obrero, juvenil, de mujeres y otros movimientos sociales que no comparten que para frenar a la derecha lo que se necesita es un gobierno Gabilondo.

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Los compañeros y compañeras de Anticapitalistas decidirán este fin de semana qué harán hacia el 4M. Algunos de sus dirigentes, como Raúl Camargo, han adelantado que la clave será “votar contra la derecha”. Una fórmula que puede adelantar un llamamiento a votar precisamente a la izquierda reformista que con su integración en el gobierno central y el régimen le está dejando todo el camino a esa misma derecha.

Esperamos sinceramente que el debate interno termine decantándose en la dirección opuesta, proponerse impulsar una alternativa que diga: “No compramos la trampa del mal menor. Un gobierno Gabilondo no tiene nada que ofrecernos, ni frenará el ascenso de la derecha en Madrid y el resto del Estado”.

Otros grupos a los que nos hemos dirigido, como Izquierda Revolucionaria, lamentablemente ya han anunciado su intención de apoyar la candidatura de Pablo Iglesias. Una decisión con la que hemos debatido recientemente. Otros como Corriente Roja, no se han pronunciado ni sobre la crisis política en Madrid, ni sobre las elecciones.

¿Qué ha hecho el gobierno “progresista” por ti?

El escenario del 4M no es el mejor ni para el PSOE, ni para sus socios de Podemos, IU y Más Madrid. Se trata de uno de sus feudos electorales más importantes y todas las encuestas apuntan de momento a que el PP sumaría con Vox más de los 69 diputados que se necesitan para la mayoría absoluta.

¿Hay un Madrid de izquierdas? Sin duda. Pero ni Gabilondo, ni Mónica García, ni Pablo Iglesias, parecen despertar el entusiasmo suficiente para movilizar su potencial electorado, no al menos en el mismo nivel que Ayuso y Monasterio logran con el suyo.

A pesar de la épica que ha querido insuflar Iglesias a la campaña con su salida del gobierno y su llamamiento a frenar a la extrema derecha en las urnas, esta choca con la prosa de un año de gobierno con los social-liberales en el que ninguno de los grandes problemas sociales se ha solucionado; más bien se han visto brutalmente agravados por una gestión clásica de la crisis y criminal de la pandemia.

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Más allá del relato de que “no quede nadie atrás”, lo cierto es que ha habido 30 mil familias desahuciadas, el paro asciende a 4 millones, 2 millones se han sumado a las colas del hambre, el mísero ingreso mínimo vital no llega ni al 20% de los prometidos destinatarios, la sanidad sigue sin reforzarse y padeciendo un colapso estructural y la luz ha alcanzado subidas históricas en plena ola de frío.

Mientras tanto las grandes fortunas han visto aumentar su patrimonio en 30 mil millones en 2020, han esquivado cualquier impuesto excepcional a sus ganancias o las grandes del IBEX ven como el gobierno destina los 140 mil millones a ayudas directas para ellas, una factura que se pagará en forma de futuros ajustes -70 mil millones van directos a la deuda pública- y las contrarreformas laborales y de pensiones que pide la UE.

Podemos se ha convertido en el partido del “no se puede hacer más”. En su acelerada integración en el régimen ha terminado subsumido al proyecto social-liberal del PSOE, la pata izquierda de aquel bipartidismo contra el que hace 10 años se despertó el movimiento de los indignados.

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Este proceso explica también que quien hoy esté capitalizando el malestar y el desgaste del enésimo gobierno de “izquierdas” que aplica las mismas políticas que la derecha tradicional -los consensos del centro- sea la derecha en su versión más radical, la de Ayuso y Vox, que dicho sea de paso no tienen grandes diferencias entre sí.

Que desde la izquierda anticapitalista empecemos a construir una alternativa para dar una salida a la bancarrota de Podemos es vital para que el “desencanto” con estos se convierta en savia nueva y no desmoralización.

Podemos hacerlo apoyándonos en los movimientos sociales que cuestionan los incumplimientos y ataques del gobierno “progresista”, como el de la vivienda, por los derechos de las personas migradas o contra la pobreza energética, junto a los sectores del movimiento obrero y el sindicalismo alternativo que enfrentan cierres, despidos y pelean contra el modelo de precariedad y subcontratación que tanto Calviño como Díaz mantienen, junto a las mujeres que desafían las prohibiciones del 8M, o la juventud que está saliendo a la calle contra la represión, contra la monarquía y las dramáticas perspectivas de futuro a las que se condena a toda una generación.

En esta tarea, organizaciones como Anticapitalistas, que rompieron con Podemos tras su entrada en el gobierno central, podrían jugar un papel clave, junto a otras como la nuestra que siempre hemos mantenido una posición independiente del neorreformismo. Más allá de las diferencias que mantenemos, en especial sobre el balance de su experiencia en la fundación de Podemos, es urgente que encontremos puntos en común para contribuir a una superación del neorreformismo que rompa con toda confianza en la reforma o gestión del Estado capitalista.

No hay tiempo que perder: pongamos en pie un frente anticapitalista y de clase para el 4M

La derecha avanza a costa de la bancarrota del reformismo y los social-liberales ¿Cuál es la solución que proponen los reformistas y los social-liberales? Un poco más de reformismo y social-liberalismo, que en concreto significa trabajar por un gobierno de coalición del PSM, Más Madrid y Podemos, que hasta podría incorporar a Cs, el mismo partido que ha gobernado hasta ahora con Ayuso y los sigue haciendo con el PP y el apoyo de Vox en Andalucía.

Un gobierno de la derecha no tiene nada que ofrecer a la clase trabajadora y los sectores populares. Pero ¿tiene algo que ofrecer un gobierno de Gabilondo? El padrino de la mercantilización de la universidad como ministro de Educación de Zapatero, miembro del gobierno que comenzó los ajustes de la crisis anterior, la reforma laboral que abarató y liberalizó el despido y cabeza del partido, el PSM, que comenzó la privatización de la sanidad madrileña. Visto su currículum y la hoja de servicios del gobierno “progresista” a más de un año de llegar a Moncloa podemos responder que tampoco.

No será Podemos, repitiendo las mismas fórmulas que lo han llevado al actual punto, quien les ponga freno. Es necesario levantar otra izquierda, y en esta dirección va el frente político-electoral que proponemos desde la CRT.

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Un primer agrupamiento que pudiera participar de la siguiente campaña electoral, defendiendo un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, con medidas como la reversión de todas las privatizaciones realizadas por el PP y el PSM en la Comunidad, la expropiación de todo el parque de viviendas en manos de fondos buitre y especuladores, la imposición de impuestos a las grandes fortunas que disfrutan de una fiscalidad casi paradisíaca para garantizar servicios públicos dignos, el refuerzo de la sanidad pública, una renta garantizada a todas las personas sin ingresos o la gratuidad de la universidad, o la reducción de la jornada laboral hasta garantizar trabajo para todos y todas con salarios no inferiores a los 1.500 euros.

Que retome la idea de impugnar el Régimen del 78, luchar por terminar con la Monarquía, conquistar el derecho a decidir y poder imponer verdaderos procesos constituyentes libres y soberanos donde poder decidirlo todo.

Un programa que, para que no fuese una lista de buenos deseos, quedase articulado en poner todos los esfuerzos en desarrollar la movilización y autoorganización en los centros de trabajo, de estudio y en los barrios. Que se generen las fuerzas sociales para pelear por él y conquistarlo, el mejor parapeto para realmente frenar y combatir el avance de la derecha.


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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