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Entrevista. Elecciones: ¿por qué se fortalecieron la derecha y la extrema derecha en Portugal?

Después de ocho años de gobierno del Partido Socialista, las elecciones en Portugal de este fin de semana vieron la victoria de la derecha así como un avance sin precedentes de la extrema derecha. Andrea Carvalho, corresponsal en Portugal, analiza las razones de este punto de inflexión.

Miércoles 13 de marzo de 2024 13:22

El líder de la Alianza Democrática (AD) y presidente del Partido Social Demócrata (PSD) Luis Montenegro durante su discurso de victoria el domingo por la noche.

El líder de la Alianza Democrática (AD) y presidente del Partido Social Demócrata (PSD) Luis Montenegro durante su discurso de victoria el domingo por la noche.

Andrea Carvalho es corresponsal en Portugal para el sitio Révolution Permanente de Francia, parte de la Red Internacional La Izquierda Diario. Publicamos a continuación la traducción de la entrevista que le realizaron en la que analiza los resultados de las elecciones del domingo.


¿Cuál es el panorama general en el que se dieron estas elecciones y en qué sentido marcan un punto de inflexión en Portugal, después de ocho años de gobierno del Partido Socialista?

Andrea Carvalho: Esta madrugada de recuento de votos fue la más larga e incierta de la historia reciente de Portugal. Hasta el último momento, la "Alianza Democrática" –la coalición de derechas que se proclamó victoriosa en estas elecciones– estuvo codo a codo con el Partido Socialista. La Alianza Democrática consiguió finalmente elegir a 79 diputados, mientras que el Partido Socialista (PS) le sigue justo detrás, con 77 diputados. Esta distribución de escaños en la Asamblea no es del todo definitiva, ya que todavía estamos a la espera de los resultados de la votación de los portugueses en el extranjero, que representan 4 escaños.

Aunque los dos partidos de centro están muy igualados, se trata, no obstante, de una victoria objetiva para la derecha. El PS reconoció su derrota dado que a los 79 diputados de la Alianza Democrática hay que sumar también 8 diputados de la "Iniciativa Liberal", partido ultraliberal que ya anunció que firmaría un acuerdo parlamentario con la Alianza Democrática. Pero sobre todo, la extrema derecha representada por el partido Chega [literalmente "Basta", NdT] que quedó como tercera fuerza política, con 48 diputados, cuadriplicando así su representación en la Asamblea. Habían obtenido 12 diputados en 2022 y ahora están en 48 diputados. Por lo tanto, la Asamblea se inclinará principalmente hacia la derecha, o incluso hacia la extrema derecha.

Por tanto, estas elecciones marcan el final de ocho años de gobierno del Partido Socialista y un fuerte retorno de la derecha, del que ya podemos dar algunos elementos del programa. Luís Montenegro, el probable futuro Primer Ministro, proviene de las filas del partido socialdemócrata, el PSD [que encabeza la coalición Alianza Democrática], que es la derecha tradicional portuguesa. Hasta ahora era líder de la oposición al Partido Socialista y presidente del grupo PSD en el parlamento, en particular durante el gobierno de derecha de Pedro Passos Coelho entre 2011 y 2015. Su mandato estuvo marcado por la intervención de la Troika y medidas de austeridad, ataques a los derechos laborales y privatizaciones muy importantes. Luís Montenegro proviene de esta tradición política.

Los distintos partidos de derecha han apoyado en gran medida, a lo largo de esta campaña, un programa neoliberal destinado a reducir aún más las cargas fiscales para los grandes empresarios y las grandes empresas portuguesas, particularmente en los sectores de la industria, las finanzas y el sector inmobiliario. Otro tema fuerte de la campaña de la derecha fue la cuestión de la apertura a la privatización de los servicios públicos, en particular la salud y la educación, que están en crisis debido a las diversas medidas de austeridad que se han aplicado a lo largo de los últimos años.

A pesar de esta clara victoria, el próximo gobierno promete ser muy inestable dada la falta de mayoría absoluta de la derecha, lo que, entre otras cosas, hará extremadamente difícil aprobar los presupuestos anuales necesarios para gobernar. Una pregunta que surgió a lo largo de la campaña fue si habría un acuerdo postelectoral entre la derechista Alianza Democrática e Iniciativa Liberal con el ultraderechista Chega. Hasta ahora, Luis Montenegro ha dicho y reiterado que se opone y que es una línea roja para él. Lo repitió en su discurso de victoria. Sin embargo, tendrá que alcanzar acuerdos en un Parlamento que contará con 48 diputados de extrema derecha, sabiendo que el PS, por su parte, se ha opuesto a votar los próximos presupuestos de la derecha. Por tanto, el gobierno ya se encontraba en una especie de callejón sin salida. Para algunos comentaristas, surge la pregunta de si en los próximos meses Portugal no se verá obligado a organizar nuevas elecciones legislativas.

¿Cuál es el balance del gobierno del Partido Socialista después de 8 años en el poder? ¿A qué se debe su derrota?

Andrea Carvalho: En primer lugar, debemos recordar que estas elecciones legislativas se celebran anticipadamente: las últimas elecciones legislativas tuvieron lugar en 2022. El primer ministro socialista Antonio Costa se vio obligado a dimitir tras una investigación sobre sospechas de corrupción contra un miembro de su gobierno y miembro de su gabinete político.

Para el PS, estas elecciones suponen una derrota importante: han pasado de una posición en la que, en 2022, habían conseguido conquistar la mayoría de escaños en la Asamblea, a unas elecciones en las que se encuentran en segunda posición, obligados a liderar la oposición. Esta derrota se debe a varios factores, pero sobre todo al hastío general de los votantes portugueses respecto al Partido Socialista, salpicado en los últimos meses por una serie de escándalos.

Pero más allá de estos escándalos, también es el final de un ciclo que ha estado marcado en los últimos años por un empeoramiento de la calidad de vida de los trabajadores, las capas más precarias de la sociedad y los jóvenes. En Portugal existe una gran preocupación por el poder adquisitivo y los salarios. Aunque estos han aumentado ligeramente en los últimos años, este aumento está lejos de compensar el impacto de la inflación que ha golpeado duramente al país.

A esto se suma una importante crisis inmobiliaria: en las grandes ciudades, los precios de los alquileres se han disparado en los últimos años, y más particularmente en Lisboa. Después de la crisis financiera, el gobierno socialista dirigido por Antonio Costa implementó una política para alentar al capital extranjero a invertir fuertemente en bienes raíces en Portugal, que quedó así saturado por inversores extranjeros con un poder adquisitivo mucho mayor que el de los portugueses. A esto se suma una fuerte política de fomento del desarrollo turístico, que ha llevado a que una proporción de viviendas dedicadas al turismo alcance casi el 80% en determinadas zonas de la capital. Esta situación provoca una oferta de vivienda muy limitada y, por tanto, un aumento considerable de los alquileres, lo que hace casi imposible que un joven encuentre un alojamiento normal en Lisboa. Por ejemplo, un apartamento de dos habitaciones cuesta alrededor de 1.000 euros, mientras que el salario mínimo en Portugal es de 850 euros. Por tanto, el malestar social es muy marcado. Muchos jóvenes portugueses están considerando emigrar, especialmente entre los jóvenes graduados.

¿A qué se puede atribuir el avance de la extrema derecha durante estas elecciones?

Andrea Carvalho: Esta situación de descontento generalizado fue un terreno muy fértil para la extrema derecha portuguesa, completamente marginada durante décadas en Portugal, hasta la aparición en 2019 del partido Chega, liderado por André Ventura, que es el primer diputado de extrema derecha en ser elegido miembro del Parlamento portugués desde la Revolución de los Claveles de 1974. La revolución, que derribó el régimen autoritario de Salazar, había permitido, en particular mediante procesos de autoorganización de trabajadores y campesinos, purgar el país de la extrema derecha.

Este resurgimiento de la extrema derecha con Chega se basó sobre todo en el voto de protesta, principalmente en las zonas semiperiféricas del país, cada vez más precarias y que luchan por vivir del fruto de su trabajo. Chega aprovechó este resentimiento para surgir y crecer, particularmente en torno a un discurso particularmente xenófobo que pretende señalar a la inmigración como responsable de todos los males del país.

Otro aspecto muy preocupante es que Chega capitaliza mucho el voto juvenil. Según un estudio publicado recientemente, los jóvenes portugueses, a diferencia de sus mayores, tienen muchas más probabilidades de votar por partidos de derecha radical y específicamente por Chega, dada la sensación de que los años de gobierno socialista no han aportado ninguna mejora significativa en la vida de los jóvenes. André Ventura es también una personalidad, un fenómeno político y mediático particular, de estilo bastante crudo, que encarna una forma de “radicalismo” en su forma de ser, que atrae a un sector de los jóvenes.

¿Cuál fue el papel de la llamada extrema izquierda en los años de gobierno socialista y cuáles son las perspectivas para los años venideros?

Andrea Carvalho: Para poner esto en contexto, en 2015 el Partido Socialista llegó al poder gracias al apoyo de la izquierda radical. De hecho, durante las elecciones legislativas de ese año, no fue el Partido Socialista el que ganó, sino la derecha, aunque no obtuvo la mayoría parlamentaria. Así, el Partido Socialista y los partidos de izquierda más radicales, como el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista Portugués, formaron una alianza parlamentaria con el objetivo de permitir que la centroizquierda gobernara y evitar un segundo mandato de la derecha. Este período se produce después de cuatro años de gobierno de derecha de Pedro Passos Coelho, marcados por medidas de austeridad muy violentas, pero también por las manifestaciones más importantes desde la revolución contra la troika y la austeridad, encabezadas por jóvenes precarios.

Entre 2011 y 2013, Portugal vivió varios movimientos sociales contra la austeridad y el gobierno de Pedro Passos Coelho, acompañados de jornadas de huelga nacional. En aquella época, era principalmente el Partido Comunista el que dirigía las mayores centrales sindicales del país. Sin embargo, estos movimientos se limitaron a huelgas puntuales en ciertos días, sin buscar extender el movimiento en el tiempo ni dialogar con toda una generación de trabajadores precarios no sindicalizados, particularmente entre los jóvenes que se están organizando contra el trabajo precario. Este movimiento acabó perdiendo fuerza, lo que llevó, en 2015, a una fuerte capitalización de este descontento social por parte de los partidos de la izquierda radical, en particular por el Bloque de Izquierda. Este último incluso se convirtió en la tercera fuerza política durante las elecciones legislativas, lo que desembocó en un acuerdo con el Partido Socialista.

En cuanto a los resultados de este período de alianza, a menudo los votantes de izquierda y de extrema izquierda los reivindican en una lógica del “mal menor”. Permitió bloquear la llegada al poder de la derecha después de años de austeridad, y se implementaron algunas medidas progresistas, como un ligero aumento del salario mínimo y la restitución de ciertos días festivos eliminados durante el período de la Troika.
Sin embargo, cabe señalar que esta alianza no cuestionó todas las medidas estructurales implementadas por la burguesía portuguesa, como los ataques a la legislación laboral, los convenios colectivos del sector y la congelación de carreras en la función pública.

Esta alianza también colocó a la izquierda radical en una posición de subordinación a la agenda política neoliberal del Partido Socialista, que contribuyó a su reelección en 2022, a diferencia de la mayoría de los demás partidos socialistas de Europa que están muriendo a causa de sus políticas neoliberales. Durante este período de gobierno de "izquierda", los movimientos sociales disminuyeron, y los partidos de izquierda capitalizaron el descontento sobre un terreno electoral y parlamentario, en lugar de organizarse y desempeñar un papel en la lucha de clases. Hoy en día, estos partidos aparecen muy poco como oposición a las políticas del Partido Socialista, sino más bien como apoyo, lo que explica por qué las zonas campesinas y empobrecidas que antes eran bastiones del Partido Comunista, como el sur de Portugal, están siendo cooptadas por la extrema derecha.

En términos de representación política, la izquierda radical mantuvo aproximadamente su número de escaños en el Parlamento, aunque el Partido Comunista perdió algunos diputados y un nuevo partido, LIVRE, más socialdemócrata, ganó escaños. Sin embargo, Portugal todavía carece de un partido con una política verdaderamente independiente, de clase, capaz de organizar a los trabajadores y a los jóvenes en el terreno de la lucha de clases para proponer soluciones de la clase trabajadora a problemas sociales apremiantes, como la educación, la vivienda, la salud, los salarios, sin hacerse ilusiones sobre el impasse de la situación. estrategias electorales y parlamentarias.

A pesar del período de relativa estabilidad política, la situación social sigue siendo tensa, con una juventud precaria y cuestiones sociales explosivas como la vivienda. Por lo tanto, no debemos subestimar la posibilidad de nuevas explosiones sociales en los próximos meses y el desafío que surge de las fuerzas políticas que se desafían a sí mismas a intervenir con valentía para reconstruir las organizaciones revolucionarias.