Durante estas dos últimas semanas la comunidad organizada de bachillerato en la Universidad de Chile ha mantenido la primera toma del edificio en su historia, principalmente formulando un petitorio que unifique nuestras demandas. Ahora es tiempo de finalizar el petitorio para salir a fortalecer la movilización y desplegar toda nuestra fuerza. Así es como podremos conquistar íntegramente nuestras exigencias.

Javiera Rivas Militante de Pan y Rosas Teresa Flores
Jueves 24 de mayo de 2018
En el marco de un fuerte cuestionamiento a la violencia machista que se ejerce por y sobre toda la humanidad solo por el hecho de nacer en una sociedad patriarcal y capitalista, hemos sido en particular las mujeres y la diversidad sexual a quienes se nos ha apuntado como víctimas de esta violencia estructural, y hemos sido también quienes hemos dicho con mayor ímpetu ¡basta! ¡haremos que esto cambie, tenemos que hacerlo!
Las movilizaciones a lo largo del país se han dado de manera desigual: con petitorios distintos, con paros o tomas, con demandas más fáciles de entregar o más difíciles de arrancarlas, con movilización solo estudiantil o triestamentalmente, etc. En particular nuestra movilización, en Bachillerato de la Universidad de Chile, que ha tenido un carácter triestamental desde sus inicios, ha visto la necesidad de llevar los cuestionamientos a niveles estructurales, como podría ser la necesidad de que no existan brechas salariales entre las y los trabajadores de la Universidad.
Los ojos de miles de mujeres movilizadas hemos visto cómo la misma derecha que se ha negado a nuestro derecho de decidir sobre nuestros propios cuerpos, la misma que busca precarizar con su Estatuto laboral para jóvenes, que reprime movilizaciones, al pueblo mapuche, que defiende a la policía que violenta y abusa sexualmente de secundarias en las comisarías, ahora sale con bombos y platillos a lanzar su agenda de género para intentar cooptar nuestras demandas; las demandas del primer movimiento que se toma masivamente establecimientos educacionales en el segundo gobierno de Piñera, en el seno de su “madre de todas las batallas”.
Es cierto, miles hemos logrado ver el giro del discurso populista de la derecha, las reflexiones forzadas de la Iglesia Católica (¿¡justo ahora se les ocurre oponerse a las “santas atrocidades” de sus miembros!?) y, sin embargo, también es cierto que hasta el momento la profundidad de las discusiones que se han dado en las universidades y en los liceos en tomas y paros no se extienden al conjunto de la sociedad. Esto no tiene por qué desanimarnos, por el contrario, hay que abrirse el paso a la emancipación de la mujer considerando lo que hasta el momento hemos logrado articular: una movilización contra la violencia machista nacional e histórica.
Tenemos que tener presente que si queremos acabar con el machismo en esta sociedad tenemos que remar contra la corriente y, en última instancia, acabar con el capitalismo que se sostiene con el patriarcado y que no va a renunciar a un pilar vital de su existencia. Esta defensa de la sociedad en que vivimos tiene responsables directos: el Estado, gobiernos, empresarios, y todas las autoridades que avalan y permiten la reproducción de la violencia machista, la explotación y opresión contra millones de trabajadoras y trabajadores.
Para avanzar efectivamente a unificar las luchas que hemos levantado en nuestras universidades y liceos, para que las lecciones más avanzadas hasta el momento puedan ser tomadas por los sectores menos avanzados, por quienes comenzaron sus movilizaciones después o han tenido mayores dificultades puedan mantenerse en la lucha y no tener que bajarse por recibir un par de demandas totalmente necesarias, pero totalmente insuficientes, necesitamos levantar desde las movilizaciones una coordinación nacional de la base, necesitamos una gran Asamblea de delegadas electas democráticamente en sus lugares de estudio, revocables y mandatadas por la base.
En esta movilización hemos demostrado que nosotras somos más que capaces de ponernos a la cabeza de las luchas contra un sistema de opresión brutal hacia la mujer, hacias las y los trabajadores, hacia la juventud, y hacia quienes vayan contra la heteronorma. Este 1 de Junio es la primera cuenta pública del segundo gobierno de Piñera y es un momento clave en el que podemos decirle a la sociedad que tenemos nuestras banderas de lucha propias, que no son las mismas de la derecha que ya tanto nos han oprimido históricamente y que no nos vamos a movilizar para sentarnos a negociar unas migajas con los mismos verdugos, sino que vamos a conquistar nuestra fuerza para poner a la derecha de rodillas y arrebatarles nuestras demandas.

Javiera Rivas
Militante de Pan y Rosas Teresa Flores