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SEMANARIO

“En el antidogmatismo de Tronti hay algo vital para el marxismo contemporáneo”

Entrevista: Jamila M. H. Mascat

RESCATES

“En el antidogmatismo de Tronti hay algo vital para el marxismo contemporáneo”

Juan Dal Maso

Ideas de Izquierda

Jamila M. H. Mascat es profesora asistente de estudios de género y postcoloniales en la Universidad de Utrecht (Países Bajos) y autora de Hegel a Jena. La critica dell’astrazione (2011), y otros trabajos. En 2018 editó y prologó junto con Matteo Cavalleri y Michele Filippini una antología de escritos de Mario Tronti (1931-2023) titulada Il demone de la politica y publicada por editorial Il Mulino. Más recientemente, en 2021, editó el libro Anatomia del politico publicado por la editorial Quodlibet, que recoge una discusión entre Mario Tronti, Etienne Balibar y Antonio Negri, en las que se abordan diversos debates sobre la obra del recientemente fallecido autor de Obreros y capital.

En esta entrevista conversamos sobre las principales ideas y experiencias de Mario Tronti, así como sobre la importancia de su recuperación crítica para la izquierda contemporánea.

Mario Tronti es un personaje fundamental del pensamiento político de izquierda en Italia en la segunda mitad del siglo XX. ¿Cómo se puede periodizar su obra y trayectoria?

El largo curso de la trayectoria de Tronti se despliega a través de los tortuosos desfiladeros de la segunda mitad del siglo XX. Toni Negri ha hablado recientemente del “enigma Tronti” para subrayar la que a su modo de ver es la “discontinuidad profunda entre el Tronti de Obreros y capital y el de la autonomía de lo político” [1].

En realidad, no obstante los cambios de dirección asumidos en el esfuerzo de reconfigurar la orientación de su brújula política según las coyunturas, el decurso de Tronti presenta fuertes elementos de continuidad. Como elemento ilustrativo, el primado de la organización, que es un nudo esencial de su experiencia política así como de su reflexión teórica. Sin embargo, no faltan los saltos, caros al Lenin lector de la Lógica de Hegel, reivindicados en Obreros y capital y que ya definen la línea de conducta del método de Tronti.

En 1951 Tronti se inscribe en la Federación Juvenil Comunista y en 1954 en el PCI, al cual seguirá afiliado hasta la disolución del partido en 1991. En 1956, sin embargo, toma posición con otros jóvenes militantes e intelectuales a favor de los insurgentes en Hungría. La experiencia húngara marca seguramente un punto de inflexión y perturba la adhesión ortodoxa de Tronti al PCI, revelando abiertamente ante sus ojos y los de toda una generación las distorsiones del stalinismo de Togliatti. Paralelamente, en el plano de la crítica teórica, madura la aversión de Tronti, influenciado por la escuela de Galvano Della Volpe, frente al marxismo gramsciano hegemónico en Italia como filosofía oficial del partido.

Los años ‘60 son los años de la “revolución copernicana” operaista iniciada con la experiencia de Quaderni Rossi (1961-64), la revista dirigida por Raniero Panzieri, y continuada con Classe operaia. Giornale politico degli operai in lotta (1964-1967), bajo la dirección editorial de Tronti. Estos son los años de gestación de Obreros y capital, “novela de formación para jóvenes mentes antagonistas” según la definición del autor [2], que proponía una relectura heterodoxa y subjetivista de Marx a partir de un análisis de la experiencia de la fábrica taylorista, de las nuevas luchas obreras y de la figura del obrero-masa, el obrero de la cadena de montaje. De un lado, el descubrimiento de la insubordinación obrera y del rol determinante de las luchas en la dirección de desarrollo del capital, por el que la clase obrera de las grandes concentraciones industriales pasa a ser considerada, en virtud de su conflictualidad, un vector propulsivo del sistema capitalista tal que puede obligar al plan del capital a modernizarse y reorganizarse en respuesta a aquella. Del otro, la doble caracterización de la clase obrera (inspirada en la dicotomía marxiana de trabajo y fuerza de trabajo) como fuerza interna que produce capital y al mismo tiempo fuerza antagonista frente al capital que se niega a re-producirlo, resumida en la conocida fórmula “dentro y contra”. En 1968, mientras a nivel mundial explota la protesta obrera y estudiantil, para Tronti ya es necesario elaborar las razones de lo que considera como la derrota de la clase, atribuible a un déficit de organización. “La instancia revolucionaria operaista –diría muchos años después– podía habría podido concretizarse si hubiese encontrado organización y dirección política no en un grupo de militantes voluntariosos sino en una gran fuerza popular ya existente” [3].

La insubordinación obrera en la fábrica no alcanza: el movimiento obrero debe asumir el gobierno del Estado y entablar a nivel político la guerra contra el capital. Aquí está el origen de la fase llamada “autonomía de lo político”, indigerible, rechazada e incomprendida por todos los operaistas y que merecería en cambio que fuera interpretada bajo el signo de una compleja continuidad con la elaboración precedente: se trata, de hecho, para Tronti, del intento de proveer una nueva respuesta a la vieja pregunta de cómo pueden derrotar los obreros a su adversario de la clase. Y la respuesta es que la parte (la clase) debe hacerse partido.

"En algún momento […] me di cuenta de que no éramos nosotros los que fallábamos –escribió en Noi operaisti– era la clase obrera la que no era capaz. No era capaz de acabar con el adversario de clase. No podía lograrlo si no se dotaba de una armadura política. Esta armadura solo podía tener la forma de la organización política, si bien es cierto que nosotros buscábamos una forma nueva de organización política" [4].

Durante los años ‘70, Tronti se aleja de la política activa, pero reflexiona sobre la cuestión de la relación entre partido, clase y Estado madurando un posicionamiento anti-reformista y crítico de la orientación de la dirigencia del PCI y al mismo tiempo anti-minoritario, en abierta polémica con la izquierda extraparlamentaria italiana, en la que habían cofluido mientras muchos de los exponentes más destacados de la etapa operaista, entre ellos Toni Negri. Los años ‘70 inauguran también un estudio profundo del pensamiento político moderno, de Maquiavelo a Hobbes, de Rousseau a Hegel, pasando por las revoluciones inglesa, francesa y norteamericana. Desde los años ‘80 hasta el final del PCI en 1991 Tronti recupera un rol activo en el partido y entra incluso a formar parte de su Comité Central, mientras desde un punto de vista teórico profundiza el estudio de la teología política, ya inaugurado con las lecturas de Carl Schmitt en los años ‘70. La década siguiente, signada por la caída de la URSS y la desintegración del PCI, marca otro punto de inflexión de consecuencias trágicas e irreversibles: la declinación de la política del siglo XX y el fin del comunismo, temas que retumban con ecos catastróficos en toda la reflexión sucesiva de Tronti. De La politica al tramonto (1998) en adelante, en los últimos veinticinco años, Tronti ha teorizado la necesidad de suspender la pregunta sobre “¿qué hacer?” en una época despojada de grandes promesas para la praxis y de concentrarse sobre “¿qué pensar?, persiguiendo el hilo rojo de una crítica del presente –del populismo, de la antipolítica, de la democracia de las salidas impolíticas, del progresismo– inspirada en el legado de la historia comunista [5].

En 2013 Tronti es elegido por segunda vez –la primera había sido en 1992 con el PDS (Partito dei Democratici di Sinistra)– senador en las filas del Partido Democrático, partido respecto del cual alimenta un profundo escepticismo y al que no ahorra dardos y acusaciones explícitas, la primera de todas por haber perdido al pueblo, los trabajadores, los humillados y ofendidos [6]. Sin embargo, el principio-guía sigue siendo para Tronti el del cálculo de fuerzas en el terreno y la alergia a cualquier forma de minoritarismo radical, así como, una vez más, el intento, en mi opinión poco perspicaz, de forzar desde dentro la dirección de una organización como el Partido Democrático, que ya no puede considerarse de ningún modo como representante de la clase trabajadora.

Algo curioso de su formación es la influencia de Galvano Della Volpe y su posicionamiento temprano contra la tradición historicista togliattiana del PCI. ¿Qué peso te parece que tiene esta influencia en el desarrollo de su pensamiento?

El pensamiento de Galvano Della Volpe (1895-1965), impulsor en Italia de un marxismo antihegeliano, materialista y antihistoricista, influencia la lectura de Marx del joven Tronti desde los años de sus estudios universitarios en la Facultad de Letras y Filosofía de la Sapienza de Roma. Tronti se gradúa en filosofía en 1956 y, como ya señalé, la invasión de Hungría marca un parteaguas respecto de su relación con la línea política del PCI, cuyo gramscismo interpreta como la constatación teórica directa del estalinismo de Togliatti. Como bien explica en una entrevista de 2013, a propósito de los eventos de 1956: "Allí nos dimos cuenta de que no nos habían contado la historia correcta. Incluso el distanciamiento del historicismo idealista gramsciano derivaba de esta opción política, expresaba la relación crítica con ese grupo dirigente. El descubrimiento fue que el límite de este grupo dirigente era precisamente un límite teórico, filosófico: podían estar de acuerdo con la invasión del Ejército Rojo precisamente porque eran historicistas. Había una conexión, por supuesto difícil de encontrar, pero así fue como la descubrimos [7].

La primera intervención marxista de Tronti, con 26 años, en 1958, en ocasión del primer coloquio de “Estudios Gramscianos” es una ponencia titulada “Algunas cuestiones en torno al marxismo de Gramsci”. Después, en 1959 publica “Entre materialismo dialéctico y filosofía de la praxis. Gramsci y Labriola”, un ensayo sobre la recepción italiana de Marx que una vez más confronta críticamente con la herencia del pensamiento gramsciano en Italia, permeada de hegelianismo, idealismo y humanismo. Siguiendo la senda de Della Volpe, Tronti atribuye a Gramsci el límite mayor de haber relegado el marxismo al rol de crítica de la ideología burguesa. Para Tronti, en cambio, la teoría marxista entendida por Gramsci como una filosofía de la praxis debe hacerse ciencia obrera.

El punto de apoyo para esta flexión científica de la obra de Marx reside en el punto de vista de parte de la clase obrera, que es condición de su capacidad de captar la totalidad del sistema dentro del cual actúa. Como se ha señalado, por tanto, la impronta del marxismo científico de Della Volpe se matiza con trazos subjetivistas en Tronti para los cuales la ciencia es siempre ciencia de parte, y la ciencia marxista no puede ser otra que ciencia del sujeto obrero [8]. Y esta intuición juvenil, que caracteriza su distanciamiento respecto del paradigma teórico-político del PCI, permanecerá en Tronti como un punto firme, que rendirá sus frutos en Obreros y capital. Otro elemento persistente en la obra de Tronti que puede remitirse a la influencia de Della Volpe en su formación juvenil es la aversión hacia el historicismo togliattiano y su consiguiente culto de la historia. De un lado, la clase obrera para Tronti no es una portadora de una misión histórica universal, sino un sujeto profano que lucha por sí mismo. Del otro, la política revolucionaria no es nunca mero reflejo del progreso histórico, sino precisamente aquello que interrumpe y contrae el curso de los hechos aprovechando la ocasión para transformarlo [9]. Y también en este profundo anti-historicismo se advierte un eco en todo el arco de la reflexión de Tronti.

Obreros y capital fue una obra de gran impacto en diversos aspectos: implicaba una crítica a la política "populista" del PCI, marcaba la importancia de la nueva clase obrera italiana en una nueva realidad del país, distinta de la imagen de país “atrasado” de la narrativa tradicional comunista, ponía el eje en la conflictividad a nivel de la fábrica. ¿Cuáles te parecen sus principales aportes teóricos?

En Obreros y capital Tronti desarrolla una opción política radicalmente distinta e innovadora de la lectura de la coyuntura de la lucha de clases en Italia en los años ‘60 respecto de los análisis elaborados por el PCI por esa época. Esta lectura se basa en una interpretación heterodoxa de Marx, de El capital y los Grundrisse, que celebra el rol de la subjetividad obrera y del antagonismo que la clase es capaz de expresar [10]. Pero, para Tronti, se trata de combinar la ciencia marxista con la política leninista. Por un lado, a partir de la comprensión de las formas de organización del trabajo surgidas en la gran industria, Tronti capta y valoriza la emergencia de la insubordinación de la clase obrera, ruda raza pagana, que lucha dentro y contra el capital. Ruda raza pagana, la clase obrera los es por su naturaleza, por aquel rechazo del trabajo que manifiesta a través de la lucha por el salario. La potencia del antagonismo obrero contra el plan del capital es, como decía, el fulcro de la iniciativa obrera que dicta el ritmo de desarrollo del capitalismo fordista.

Esta inclinación subjetivista, que se mantendrá como un leitmotiv del marxismo operaista, está mediada en Tronti por la primacía de lo político, un imperativo constante ya en la época de Obreros y capital, o sea, por la necesidad de hacer de la clase obrera una fuerza capaz de derrotar a su adversario.

“Lenin en Inglaterra” (1964) muestra la búsqueda de “una nueva práctica marxista del partido obrero: el tema de la lucha y de la organización al más alto nivel de desarrollo política de la clase obrera”. Análogamente, “1905 en Italia” (1964) es un llamado a clarificar cualquier ambigüedad en torno en la relación entre la clase y las organizaciones del movimiento obrero. Como escribe Tronti, no se trata de elegir entre espontaneísmo y organización, sino de elegir “entre dos vías posibles de llegar a la organización nueva” y concluye: “nosotros decimos que se puede elegir hoy la vía que pasa a través de una crisis positiva de al menos una parte de las viejas organizaciones”.

En “O partido único o partido en la fábrica” (1965) agrega: “Las soluciones nuevas de la organización no nacen nunca como negación del vacío político de todo lo que ha sido, sino siempre como lucha positiva contra lo que la organización es actualmente, como crítica de su política pasada y como práctica de su crisis futura” [11].

Porque el espontaneísmo de las luchas no es suficiente, hace falta una guía capaz de canalizar y llevar el antagonismo de clase al nivel de las instituciones. Pero Tronti no tiene dudas sobre esto: ya en los años de la agitación operaista para él se trata de renovar el grupo dirigente del partido comunista. La fase posterior a Obreros y capital inaugura una reflexión insistente sobre este punto, “El partido como problema” –tal fue el título de un artículo publicado en la revista Contropiano en 1968– o mejor dicho, el problema de cómo el partido puede en la táctica dictar el ritmo de la estrategia de la clase. De aquí, la autonomía de lo político.

En La autonomía de lo político, Tronti parecería modificar de manera sustancial los puntos de vista de Obreros y capital (aunque en el posfacio de la segunda edición ya adelantaba algunos aspectos sobre la alianza entre "la parte más avanzada del capital y la parte más avanzada de la clase obrera"). ¿Qué cambios se producen en su pensamiento con este trabajo?

La autonomía de lo político es considerada el acmé de la herejía trontiana que corona su presunta traición al operaismo de los orígenes.

La parábola de las luchas de los años ‘60 –una etapa inaugurada por las huelgas metalmecánicas de la Fiat en 1962 y que para Tronti en el ‘68 ya está cerrada– lo convence del hecho de que la verdadera batalla en nombre de la clase debe combatirse en el terreno del gobierno para quitarle a los capitalistas el control del Estado. Optando una vez más por un registro heterodoxo, Tronti asigna a la táctica del partido la tarea de subvertir puntualmente en la coyuntura la estrategia de largo plazo de la clase e ilustra este pensamiento en una fórmula particularmente controvertida cuando escribe: “queremos decir que el partido debe conquistar autonomía respecto de la clase, que la clase debe conceder a su partido la autonomía necesaria para cumplir con esta operación de apoyo al gran capital, en este momento particular” [12] Y dirá también que la autonomía de lo político no puede más que considerarse como una reivindicación de clase.

Es inevitable constatar que desde la elaboración de la autonomía de lo político en adelante, el interés de Tronti sobre el continuum clase-partido-Estado se concentró principalmente sobre el rol del partido en el Estado más de lo que se dedicó a tematizar la relación (y el conflicto) entre clase y partido, dejando de lado la indagación sobre el curso de las luchas y las mutaciones de la clase.

La autonomía de lo político marca en este sentido un punto de no retorno en la trayectoria intelectual y política de Tronti. Con la autonomía de lo político, de hecho, se cristalizan adquisiciones teóricas no reversibles, entre ellas la concepción de la política como cálculo de las fuerzas, en el que el rol del partido-organización es central, y el primado de lo político (entendido como relación entre grupo político, o partido, e instituciones del Estado) en la arena de la política; en otras palabras, la idea de un gobierno o comando político de lo económico apoyada en la experiencia histórica: del New Deal a la NEP, pasando por las grandes revoluciones burguesas. Se puede entonces sugerir que la autonomía de lo político revela la anatomía de lo político en la constelación teórica de Tronti [13].

¿Qué significado tiene La politica al tramonto en su trayectoria teórico-política?

La politica al tramonto es un réquiem que acompaña el fin de la historia comunista y la muerte del sujeto obrero del siglo XX, que deja detrás suyo la desolación del trabajo desintegrado y la descomposición de la clase.

Tronti se mide con la cuestión del ¿qué hacer? en la prosecución de una historia menor, “historia sin luchas”, según su expresión [14]. Más fundamentalmente, se plantea la pregunta sobre la posibilidad de “centrarse en la política sin, detrás, contar con la fuerza obrera” [15]. En otros términos, ¿qué significa y qué puede significar la autonomía de lo político frente a la catástrofe de la política? Para Tronti, el fin de la Gran Política con P mayúscula, el fin de la política del siglo XX (que no es el fin de la Historia, sino el triunfo y la venganza de la Historia sobre la política moderna) marca también el fin de la autonomía de lo político. Y la esperanza de salvación no puede venir del futuro inscrito en una ilusión de progreso, sino solo del pasado. Se trata, pues, de darle la espalda al futuro, como el ángel redentor de Walter Benjamin, para dedicarse a cultivar el legado obrero.

La memoria de la historia obrera funciona para Tronti como un antídoto contra las seducciones del reformismo progresista. Pero hace falta saber recoger su legado manteniéndose lejos de las promesas ingenuas de la ideología democrática. La crítica de la democracia política es por otra parte un tema importante para el último Tronti, porque fue la democracia la que derrotó al comunismo, dejando servido el siglo XX al triunfo del capital. La democracia por su esencia neutraliza el criterio de lo político y disuelve el demos en masas sin pueblo, difundiendo el veneno de la antipolítica.

Y aquí se advierte también el esfuerzo de Tronti por reactivar teóricamente el antagonismo proprio de lo político a través de la revisitación del pensamiento moderno, de Schmitt y de la teología política, otras tantas armas para resistir contra la dictadura del progreso democrático. La teología política sirve también para identificar un más allá, una trascendencia, una espiritualidad política que esté en condiciones de romper el velo de la despolitización que afecta nuestro tiempo. Después del naufragio del comunismo, el legado de la revolución puede ser salvado y transmitido solamente a las consciencias de los espíritus libres, preparados para odiar el mundo gobernado por el capital.

La teoría sostiene en alto la antorcha del pensamiento antagonista, que la política –que para Tronti coincide siempre con la política de masas y nunca con las luchas de vanguardias minoritarias– no sabe honrar. De aquí nace su consigna de “pensamiento extremo, acción prudente” y la idea de que, en una fase como la nuestra, de derrotas epocales, la divergencia entre teoría y práctica es una disyunción necesaria. Mediante este prisma puede ser leída y comprendida también la práctica política del último Tronti que, habiendo liquidado la opción de cualquier “radicalismo impotente”, se repliega sobre un reformismo diversamente impotente, incapaz de perseguir el objetivo de proveer “las formas más potentes de lucha, los instrumentos más eficaces de organización y las más refinadas elaboraciones del pensamiento” cuya carencia se advierte, así como la urgencia de la tarea de resucitar “toda la potencia subversiva de la clase obrera” [16].

En el último período de sus reflexiones hay una recuperación de Carl Schmitt y la teología política, al mismo tiempo que una mirada retrospectiva sobre el siglo XX. ¿Qué cuestiones te parecen rescatables de esas elaboraciones?

Te digo lo que me parece rescatable de todo Tronti y no solo de su último período.

A menudo se la han reprochado al pensamiento de Tronti sus yuxtaposiciones arriesgadas en busca de una Realpolitik de la clase obrera, combinando Marx y Lenin con la tradición del realismo político de carácter conservador (la conjunción de Karl Marx y Carl Schmitt, por así decirlo). Estas yuxtaposiciones arriesgadas, nunca destinadas a la síntesis dialéctica ni mucho menos a la fusión teórica, constituyen la cifra de su eurística antidogmática. Como él mismo escribió en Obreros y capital: “Ciertamente, las grandes cosas se hacen mediante saltos bruscos. Y los descubrimientos que cuentan siempre rompen el hilo de la continuidad. Y se reconocen por ello: ideas de los hombres simples que parecen locuras a los científicos” [17]. En este antidogmatismo teórico hay algo profundamente vital para el marxismo contemporáneo.

Y entre las grandes cosas hechas a través de saltos bruscos está el descubrimiento del punto de vista de parte que rompe y divide la totalidad capitalista dominante para volver a introducir el antagonismo que es propio de la política de clase. La parcialidad de la parte obrera es para Tronti la premisa y la condición de posibilidad de su ciencia revolucionaria. Como escribe en Obreros y capital: “Sobre la base del capital, el todo puede ser comprendido sola desde la parte. El conocimiento está ligado a la lucha. Conoce verdaderamente quien verdaderamente odia”.

Y finalmente, otro tema que me parece digno de destacarse, si bien de algún modo ha permanecido en sordine en la recepción del pensamiento de Tronti, es el del derecho al experimento, que revincula al último Tronti cultor de la memoria obrera y comunista [18], en un tiempo que parece condenarla solamente al error, al Tronti operaista que reivindicaba para la clase y para su generación militante precisamente el derecho al experimento. Siempre en Obreros y capital y particularmente en “Lenin en Inglaterra”, la propuesta de reorientar al partido hacia el interior de la fábrica se presenta como un experimento político de nuevo tipo. Aquí, el último Tronti nos recuerda a menudo que la experiencia de la Revolución rusa y del comunismo soviético duró setenta años, que en la economía de una historia de siglos (una historia que en Tronti, hay que decirlo, aparece como fuertemente eurocentrada) no abarca mucho más que un experimento de corta duración.

Contra la damnatio memoriae del comunismo y de la revolución bolchevique, reivindicar el derecho al experimento significa rehabilitar la perspectiva de esa historia para continuarla y experimentarla de un modo distinto. Un aspecto que acerca la profecía política de Tronti [19] a la famosa frase de Beckett: “Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor”.


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NOTAS AL PIE

[1A. Negri, “L’autonomia del politico di Mario Tronti”, en E. Balibar, A. Negri, M. Tronti, (J. M.H. Mascat, coord.), Macerata, Quodlibet, 2021, p. 62. Todas las notas de pie corresponden a la entrevistada y para las citas textuales de Tronti se han utilizado las traducciones castellanas existentes (N. del T.).

[2M. Tronti, “Cari compagni”, Euronomade, 15/06/2016: http://www.euronomade.info/?p=7366.

[3M. Tronti, “Saggio in forma di intervista” (G. Dettori y A. Cerutti, coord.), en A. Cerutti, G. Dettori, La rivoluzione in esilio, Macerata, Quodlibet, 2021, p. 329.

[4M. Tronti, Noi operaisti, Roma, DeriveApprodi, 2009, p. 109.

[5“M. Tronti: ‘Che fare?’”, entrevista de Roberto Ciccarelli, Il Manifesto, 24/07/2021.

[6Ver M. Tronti (con Andrea Bianchi), Il popolo perduto. Per una critica della sinistra, Roma, Nutrimenti, 2019.

[7M. Tronti, Il demone della política (M. Cavalleri, M. Filippini y J. M. H. Mascat, dir.), Boloña, Il Mulino, 2017, p. 13.

[8Ver A. Cerutti y G. Dettori, “L’operaismo. Un’antifilosofia della storia”, machina, 28/09/2021.

[9M. Tronti, “La historia son ellos, nosotros somos la política”, entrevista a M. Tronti de Martin Cortés del 2016 republicada en Jacobin: https://jacobinlat.com/2023/08/08/la-historia-son-ellos-nosotros-somos-la-politica-entrevista-a-mario-tronti/.

[10A propósito del operaismo se habla a menudo de marxismo herético, pero Tronti prefería considerarse un heterodoxo. Sobre este tema, ver su discurso pronunciado durante la conmemoración oficial de Pietro Ingrao del 29 de septiembre dee 2015, publicada en Il Manifesto con el título “La lotta di Ingrao, la politica”, 01/10/2015.

[11J. M.H. Mascat, “Introduzione”, in Anatomia del político, op. cit., pp. 14-18.

[12M. Tronti, Sull’autonomia del político, Milán, Feltrinelli, 1977, pp. 34-35.

[13Ver Anatomia del político, op. cit..

[14M. Tronti, La politica al tramonto, Turín, Einaudi, 1998, p. 76.

[15Ibid., p. 80.

[16M. Tronti, “Saggio in forma di intervista di Mario Tronti”, en Cerutti e Dettori (coord.), La rivoluzione in esilio, op. cit., p. 331.

[17M. Tronti, Operai e capitale, Roma, DeriveApprodi, 2006, p. 8.

[18Ver L. Teodonio y M. Tronti (dir.), Per un atlante della memoria operaia, Roma, DeriveApprodi, 2023.

[19Ver M. Tronti, “Perché profezia e politica?” in Cenni di Castella, Fiesole, Cadmo, 2001, y republicado en machina, 20/06/2021.
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Juan Dal Maso

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(Bs. As., 1977) Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997. Autor de diversos libros y artículos sobre problemas de teoría marxista.