Como cada junio en México y el mundo se celebra el mes del orgullo LGBTIQ+ y de las disidencias sexogenéricas. Pero ¿dónde y cómo surge esta fecha? ¿Podemos recuperar algo más que los carnavales arcoíris y las campañas comerciales?
Jueves 2 de junio de 2022
Como cada junio, en México y el mundo, se celebra el mes del orgullo LGBTIQ+ y de las disidencias sexogenéricas. Esto en referencia a los levantamientos del 28 de junio de 1969, encabezadas por mujeres trans, gays y lesbianas en el barrio de Stonewall en Nueva York.
Hartas del hostigamiento, abuso policiaco y el conservadurismo de la época, cientos de de lesbianas, gays, bisexuales, travestis, trans y personas disidentes a la heteronorma, se enfrentaron con barricadas a la policía durante dos días, iniciando el movimiento por la liberación sexual y contra la represión policiaca en Estados Unidos.
Dicho movimiento surgió a finales de 1960 e inicios de 1970, en una época agitada, donde también estaban activos el movimiento feminista, el movimiento antiimperialista contra la guerra en Vietnam, movimientos antirracistas, de estudiantes y trabajadores en el mayo francés y otros países del globo, entre muchos otros.
Luego de la revuelta de Stonewall, surgió STAR (Street Travestites for Gay Power), una casa de dragqueens, trans y travestis que no tenían hogar ni empleo, encabezada por las legendarias Sylvia Rivera y Marsha P. Jhonson. Ellas pelearon incansablemente para que el movimiento de liberación sexual no depositara su confianza en las promesas parlamentarias y del Estado, sino en la unidad entre gays, lesbianas, trans, travestis y personas oprimidas, así como su autodefensa contra la violencia de la policía. Silvya y Marsha son grandes mujeres trans referentes del movimiento y su legado sigue teniendo gran vigencia en nuestros días.
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El movimiento LGBTIQ+ en la actualidad
Luego de las grandes gestas y movimientos que en las décadas de los 60s y 70s, cuestionaron la normatividad heteropatriarcal en Estados Unidos y en el resto del mundo, en los 80s y 90s vino un periodo de contraofensiva política, económica e ideológica por parte de los Estados y las clases dominantes, mejor conocida como neoliberalismo.
Mientras avanzaban con la privatización de empresas estatales, la liberación de mercados y la restauración capitalista en todo el globo, el Estado y sus instituciones tuvieron que aplicar políticas, programas asistencialistas y de reconocimiento legal a ciertos derechos, para que el movimiento LGBTIQ+ y otros movimientos radicales de la época, retrocedieran en sus demandas, cuestionamientos y se incorporaran directa o indirectamente al Estado.
En ese contexto, es que miles de millones de dólares han sido destinados en las últimas décadas a programas gubernamentales y/o empresariales con “perspectiva incluyente”, “LGBT friendly” y/o “perspectiva de género”, que exaltan a mujeres y personas disidentes en anuncios publicitarios y campañas comerciales, así como la incorporación de pequeños sectores a espacios de poder.
El llamado “pinkwahing” adoptado por miles de empresas y marcas de prestigio, busca mercantilizar el orgullo y la lucha histórica del movimiento disidente contra la opresión patriarcal, así como invisibilizar la explotación y precarización laboral que muchas en empresas y dependencias gubernamentales mantienen a personas LGBTIQ+, mujeres y trabajadores de diferentes razas y nacionalidades.
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Recuperemos el espíritu de Stonewall
En nuestro país hay 25 estados en donde está permitido el matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras que en 13 se reconoce la ley de identidad de género que permite el cambio de nombre de acuerdo a la identidad de género de las personas que lo soliciten. Jalisco y Oaxaca no permiten esta reasignación a menores de 18 años, mientras que en las Ciudad de México la ley para el reconocimiento de infancias y adolescencias trans, está congelado desde 2019 en el congreso local. Pero estas conquistas parciales son producto de largos años de lucha por parte de organizaciones LGBTIQ+ y referentes del movimiento.
Sin embargo, esos derechos contrastan con las brutales cifras de violencia y crímenes de odio en todo el país.
Mientras tanto, México sigue ocupando el segundo lugar en crímenes de odio después de Brasil, mientras que las agresiones homo-lesbico-trasfóbicas son comunes tanto en ciudades “inclusivas”, como en aquellas gobernadas por la derecha.
Los efectos de la pandemia y la crisis económica golpearon fuertemente entre la comunidad LGBTQ+, pues muchxs perdieron sus empleos o fuentes de ingreso, miles más tuvieron que dejar sus hogares en búsqueda de una vida mejor, huyendo de la violencia y la precariedad en sus comunidades, mientras que muchas hermanas y hermanes perdieron la vida por el Covid-19 y las carencias de los sistemas de salud público.
Desde la agrupación de mujeres y disidencias Pan y Rosas, consideramos que este mes no debe limitarse a los festejo y discursos inclusivos con fines comerciales que nos deparan las empresas, las burocracias y los gobiernos en turno. Es urgente recuperar la explosividad y radicalidad de las revueltas de Stonewall, llevando la crítica hacia las bases que sostienen este sistema patriarcal y capitalista que nos condena a crisis, guerras y miseria para las grandes mayorías, mientras que un puñado de parásitos capitalistas se hacen cada día más ricos.
Hace 53 años las mujeres trans de Stonewall, señalaron a las nuevas generaciones disidentes el camino y la estrategia a para vencer: con barricadas, lucha callejera, sin confianza en la policía y las autoridades.
En nuestra época, las mujeres y disidencias LGBTIQ+ que estamos asqueades de la miseria y podredumbre de este sistema en decadencia, estamos llamades a ser la chispa que encienda la pradera.
Hoy más que nunca, tomemos las calles y quememos los closets.
¡Stonewall vive, la lucha sigue!
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