A continuación publicamos una traducción de un artículo de Manuel Sanson aparecido el 24-3-23 en el medio francés Mediapart sobre la resistencia a las requisiciones de los trabajadores en huelga de la refinería de Total en Normandía que contó con el apoyo de la Red para la huelga general.
Esta escena es parte de la enorme lucha que están dando los trabajadores y la juventud francesa contra un Macron que apela cada vez más a los mecanismos bonapartistas de la V república ideados en 1958 por el general Charles de Gaulle. En aquel entonces, Francia estaba al borde de la guerra civil, estaba perdiendo su control colonial en Argelia y venía de perder el canal de Suez. El general de Gaulle asumió plenos poderes y elaboró el proyecto de constitución que rige en Francia hasta la actualidad. Su artículo 49, parágrafo 3ro., que le otorga la potestad al gobierno de tener por aprobada una ley, salvo que triunfe un voto de censura en el parlamento en las 24 horas siguientes, fue el utilizado por Macron y su Primera Ministra Borne para aprobar la repudiada reforma previsional.
Es reconocida la influencia en la elaboración de aquel texto constitucional de las concepciones bonapartistas de Carl Schmitt sobre el Presidente como “guardián de la constitución”. Schmitt, quien fuera asesor legal de figuras bonapartistas de la República de Weimar como Franz von Papen, Kurt von Schleicher y, durante el Tercer Reich, de Hermann Goering, también tuvo influencia sobre de Gaulle a través del jurista René Capitant. El propio Schmitt se vanagloriaba de ello, decía: “me hizo muy feliz que el profesor Capitant, cercano a De Gaulle, me haya visitado hasta en cuatro ocasiones por el tema de la reforma constitucional. Todo el artículo 16 de la Constitución francesa de 1958, sobre el estado de excepción, se relaciona, en modo muy cercano, a la interpretación que he proporcionado del artículo 48 de la Constitución de Weimar sobre el estado de excepción”.
Es a este régimen, con estas “credenciales” bonapartistas que se enfrenta el movimiento de masas en Francia y es en este contexto constitucional que se enmarca la legislación sobre la “requisición” que obliga a los trabajadores en huelga a volver a trabajar bajo amenaza de penas de cárcel de seis meses y multas de 10 mil euros. Los orígenes de esta figura se remontan a una ley del 11 de julio de 1938, durante el tercer gobierno de Édauard Daladier y poco antes de la firma de los acuerdos de Munich con Hitler. La misma surge como parte de las medidas para imponer la economía de guerra de cara a la Segunda Guerra Mundial.
Mucha de la dureza que está mostrando la clase trabajadora de Francia tiene que ver con el carácter marcadamente bonapartista de la propia V república, mucho más avanzado que en otras potencias europeas, del que hace gala hoy Macron. En este marco se dan los procesos como el que describe la nota de Mediapart que presentamos aquí.
***
En la refinería de Le Havre continúa la huelga, con el apoyo de Adèle Haenel y Frédéric Lordon
En el momento en que se han emitido cuatro requisiciones contra los empleados de la plataforma TotalEnergies, que suministra combustible a la región de Île-de-France, los huelguistas recibieron el viernes el apoyo de la Red por la Huelga General. El rapero Médine acudió como vecino, mientras que Adèle Haenel y Frédéric Lordon llegaron desde París.
Manuel Sanson 24/3/2023 Mediapart
Gonfreville-l’Orcher (Seine-Maritime) - El viernes por la mañana, la policía anti disturbios CRS invadió la entrada principal de la plataforma de TotalEnergies en Normandía, la principal refinería de la región, y desalojó sin enfrentamientos a los pocos huelguistas que pasaban la noche en el piquete.
Pero, a mediodía, la relación de fuerzas había cambiado. Unas 500 personas, entre ellas un nutrido contingente de trabajadores portuarios y estibadores, se enfrentaron a la hilera de policías que bloqueaba el acceso. Tras intercambios entre Alexis Antonioli (secretario del sindicato CGT de la refinería) y un comisario, así como también contactos con el alcalde de Le Havre, la policía accedió a despejar un acceso, para que pudiera celebrarse la asamblea general del día. “Los trabajadores portuarios amenazaron con bloquear el puerto si no podíamos pasar”, dijo un sindicalista.
Las primeras requisiciones fueron emitidas el jueves por la noche, con el fin de reanudar los envíos de combustible, en particular los que pasan por un oleoducto que llega hasta los aeropuertos de París.
Estas requisiciones, “un ataque al derecho de huelga” para Alexis Antonioli, provocaron una oleada de protestas y la llegada de varios centenares de manifestantes hostiles a la reforma de las pensiones y a las requisiciones en curso. Al grito de “la refinería es nuestra”, los manifestantes, algunos de los cuales habían llegado desde París, tomaron posesión de la entrada principal.
Alexandre, de 23 años, estudiante de magíster en Historia en París, está aquí “para establecer el vínculo entre el movimiento estudiantil y los trabajadores”. Pero también para alentar el endurecimiento de la protesta. “Vemos que la estrategia del trabajo a reglamento está llevando al fracaso. Necesitamos una huelga por tiempo indefinido para ganar”, dijo mientras sostenía la pancarta de la Red por la Huelga General, que se trasladó desde París. Entre los 150 manifestantes que llegaron en autobús estaban la actriz feminista Adèle Haenel y el filósofo Frédéric Lordon. Entre la multitud también pudimos ver al rapero Médine, de Le Havre.
“Hacía cinco años que no iba a una manifestación”, confiesa el artista, bajo su capucha negra. “Con su discurso en 13 heures [1], Macron hizo que la gente se enfadara y saliera a la calle”. “La jubilación a los 64 años para los trabajadores de las refinerías es sencillamente imposible”, añade Medine, que también denuncia “la violencia policial que conozco, en los barrios, desde mi infancia”.
“Las requisiciones son ilegales y pretenden romper el movimiento huelguístico”, afirma Alban Bruneau, alcalde de Gonfreville-l’Orcher, al tiempo que denuncia “una operación de comunicación del gobierno ya que el producto no sale”. “La resistencia se amplifica”, añade el funcionario, en medio de los manifestantes, en compañía de los diputados Jean-Paul Lecoq (PCF) y Alma Dufour (La France insoumise), procedentes de Ruan.
En medio de la multitud, se enciende una hoguera. Alexis Antonioli toma el micrófono: “Hay algunos a los que no quiero saludar. Bienvenidos a Macronía!”, grita, en referencia a los cordones de policías que rodean la asamblea general que debía decidir -o no- la continuidad de la huelga. “Tomar la palabra bajo el control de los CRS, esto sí que es nuevo”. Abucheos.
Cuatro empleados citados por requisición
Cerveza en mano, los estudiantes parisinos hacen bullicio. “Este apoyo es bueno para nosotros. Demuestra que no estamos solos”, reconoce David Guillemard, representante de la CSE-CGT de la refinería. Según él, las cuatro requisiciones ordenadas por el prefecto han tenido como resultado reforzar el movimiento de huelga en curso. “Sigue sin salir ningún producto. De los cuatro empleados, a uno no se lo pudo ubicar y el otro está enfermo. El impacto es casi nulo”, explica el refinero.
“Lo que nos quitan no es nada, se trata de algo simbólico. Pero nosotros ofrecemos otro símbolo, el de la resistencia”, añade Alexis Antonioli, micrófono en mano. Según el sindicalista, este movimiento va ahora mucho “más allá del movimiento por las pensiones”. “Lo que queremos es que se termine su mundo. Esta dinámica social nos permitirá obtener nuevas conquistas sociales”.
Luego le toca hablar a Adèle Haenel, presentándose como “feminista y lesbiana”. “Si estamos unidos, podemos ganar. Hay que imponer una relación de fuerzas en todos los piquetes”, proclamó la actriz, antes de que una parte del público coreara “feminista y radical”.
“Este poder está llegando a su punto de ruptura”, afirma el filósofo Frédéric Lordon, que también acudió a Le Havre. “Cuando un poder recurre a procedimientos tan bajos, está más cerca del final que del comienzo. Macron quería un enfrentamiento. Mala suerte, se topó con una clase obrera decidida, organizada y combativa. Vamos a doblegarlo. Esto tiene que acabar para que empiece otra cosa”, arengó.
Esto no es para nada el final. Los jóvenes se unen al movimiento.
Éliane, estudiante de lenguas en la Universidad París VIII
Si los chalecos de la CGT son los más numerosos en medio de la multitud, el movimiento parece amplio y heterogéneo. Luc Sauvage, responsable de la CFDT en la cuenca de Le Havre, escucha atentamente los discursos que se suceden. No llama a endurecer, sino a “ampliar el movimiento”. “He venido ante el llamado de los militantes de la refinería para oponerme a las requisiciones. Se trata de un nuevo ataque al derecho de huelga, en la línea de los ataques a los derechos colectivos de los trabajadores de los últimos años”, declaró. “Es una señal de debilidad del poder”, afirmó también, pidiendo que “la protesta no pierda el apoyo de la opinión pública a causa de la violencia”.
“Cuando la juventud se alía con los obreros, puede ser un catalizador”, advierte Saïd, de unos sesenta años, procedente del sector de la enseñanza rural. Chaleco rojo de la CGT, llegado del vecino departamento de Eure, ha venido “a compartir las luchas”. “Esta contrarreforma de las pensiones es el punto de partida de un ataque global al sistema francés de protección social. Si esta reforma se aprueba, será el principio de la privatización”, sostuvo.
Frente a las puertas de la refinería, una barrera filtrante sostenida por los manifestantes deja pasar a cuentagotas a los vehículos, muchos de ellos pesados. Los conductores hacen sonar sus potentes bocinas en señal de apoyo. A pesar de la fuerte lluvia que cae ahora sobre Le Havre, una fogata hecha con trozos de madera parece resistir.
En Le Havre, “capital de las luchas”, según el diputado Jean-Paul Lecoq, el movimiento contra la reforma de las pensiones aún no ha dicho su última palabra. Y los huelguistas de la refinería, a pesar de las requisiciones, votaron continuar la huelga a mano alzada por 72 horas más. Por su parte, la Intersindical de Le Havre tiene previsto reunirse por la tarde para decidir la continuación del movimiento en la región.
Traducción: Guillermo Iturbide
COMENTARIOS