La concejala de Ciudad Futura Caren Tepp presentó un proyecto a favor de que las mujeres que concurren a encumbrados clubes de la ciudad puedan ser parte de los cargos directivos. Feminismo para unas pocas o feminismo para todas las trabajadoras, esa es la cuestión.
Viernes 27 de abril de 2018 00:38
La pregunta es: ¿Por qué una concejala que habla en nombre de la igualdad de género nos dice a toda la población, y a las mujeres en particular, que debemos preocuparnos por los espacios privados de las pudientes mujeres asociadas a estos clubes de la alta alcurnia?
No nos sorprenden las prácticas y lógicas misóginas excluyentes que se sostienen en espacios como el Jockey Club, un club fundado en el local de la Sociedad Rural Santafesina en el año 1900, que desde aquel momento ha sido un ícono de los sectores más acomodados de la ciudad.
Lo que resuena es desde dónde se para la concejala de Ciudad Futura para promover estos proyectos con el lema de “feminizar la política”, cuando no cuestiona las bases ni la situación actual de la gran mayoría de las mujeres que movemos el mundo, y ni hablar esta ciudad, sino que se reduce a pensar en estas instituciones oligárquicas en las cuales no sólo las mujeres no tenemos un lugar, sino ningún empleado de comercio, obrero de la construcción, trabajador metalúrgico o empleadas de servicio domestico.
En una situación en la que el movimiento de mujeres ha tomado las calles, en la que logramos imponer que se discuta el derecho al aborto, en la que decimos Ni un menos, es inaudito que nos estén proponiendo la preocupación por los sectores que más lejos y en contra están de estas peleas que estamos dando.
Como trabajadora de call center primero pensé en mis compañeras, la mayoría de ellas madres solteras que les encantaría que sus hijos puedan hacer el tipo de actividades recreativas que este tipo de clubes “brinda”, pero está a la vista de todos que estas instituciones quedan reducidas a un espacio harto conocidos como excluyentes para las laburantes.
Instituciones como el Jockey Club que tiene entre sus socios a los gerentes y jerárquicos de empresas como los dueños de Vicentin o miembros de la Bolsa de Comercio son espacios que su carácter misógino que los recubre, inseparable de ser reductos de la oligarquía y los sectores pudientes, no sólo las que quedan afuera son las mujeres, sino todas las mayorías sociales, así como las comunidades étnicas, sexuales, etc.
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Poco de “Ciudad Futura” tiene querer legislar para los sectores arcaicos y pudientes de la ciudad. Parece que Ciudad Futura, como el conjunto de la oposición, empezó a pensar rápidamente en el 2019 y en los espacios políticos a los cuales dirigirse, y muy atrás quedaron sus relatos electorales en los que se dirigían a los sectores populares.
La intención de democratizar estos clubes elitistas muy lejos está de la pelea por los derechos que hoy nos faltan a las mujeres conquistar y mucho menos con avanzar en los verdaderos espacios de esparcimiento, ocio y aprendizaje para los sectores populares y los trabajadores y las mujeres.
Del reclamo que están llevando a cabo los empleados del country perteneciente al mismo club, ¿quién habla? Hace menos de una semana los trabajadores han estado reclamando por sus sueldos. En declaraciones al diario El Ciudadano expresaron: “Mientras la mayoría de los empleados no llega a los 17 mil pesos por mes, el club contrata a gente en cargos gerenciales o con sueldos acomodados. Nosotros somos los que mantenemos el club, cortamos el pasto, limpiamos, hacemos carpintería, herrería y todas las tareas que hacen que el club esté siempre en condiciones para los socios”. Qué dirán las señoras que quieren acceder a los lugares del poder del club con respecto a las mujeres que trabajan para ellas en dicho lugar, mientras algunas disfrutan de la recreación, otras son las explotadas y lo miran desde la ventana.
Y se me vino una frase a la cabeza, la que dijo María, trabajadora aceitera que hoy está luchando junto a sus compañeros por la reinstalación de todos los despedidos de Cargill, en la asamblea de mujeres que organizaron el lunes pasado: “Hoy nos han declarado la guerra a la clase trabajadora y no tenemos que permitírselo. Por eso, necesitamos de todas ustedes y pelear codo a codo con el compañero. Esto no es sólo una lucha de género, es una lucha de clase.”
Que el machismo atraviesa todas las clases sociales es indiscutible, pero la pelea por una vida sin opresión para las mujeres la ganaremos nosotras mismas organizadas en los trabajos, lugares de estudio y en las calles, como hoy lo están haciendo las trabajadoras de Cargill junto a sus compañeros, como lo hacen las docentes cada vez que se tienen que enfrentar al ajuste del gobierno y como lo estamos haciendo todas las jóvenes y mujeres por el aborto legal y por Ni Una Menos.